La ética del progreso

No deja de ser paradójico que coincidiendo en lo que podríamos denominar “época de crisis”, que viene del 2007 y que no sabemos si acabará algún día y que sabemos que nunca más se volver&aacu…

La ética del progreso

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

No deja de ser paradójico que coincidiendo en lo que podríamos denominar “época de crisis”, que viene del 2007 y que no sabemos si acabará algún día y que sabemos que nunca más se volverá a lo de antes del 2008, haya sido muy relevante la ascensión al poder político mundial de 21 presidentas y premiers.
 
Algo puedo asegurar, desde mi modesta opinión y por mi experiencia directiva, y es que, con toda seguridad, si realmente las mujeres tuviéramos algo más de este ínfimo 1% de “poder de decisión mundial” es muy posible que no hubiéramos llegado a esta situación económica.
 
Y esta afirmación subjetiva no tiene nada de corporativismo, simplemente coincide, con lo que los expertos definen, como la forma de gestionar en femenino. Pues cuando asumimos la responsabilidad en cualquier ámbito, nos preocupa mucho más el bien del conjunto que el propio; preferimos el diálogo y la comunicación a la imposición, porque sabemos que las voluntades no se vencen con el puño, sino con la mano tendida; naturalmente somos competitivas, pero sólo, para que todos lleguen al final del camino y nos gusta el emprendimiento, porque el empleo lo dan los emprendedores y hace miles de años que tenemos asignado el rol familiar de administrar recursos y priorizar el bien de nuestra gente antes que el propio.
 
La realidad es que en muchas empresas siguen las diferencias salariales y cargos directivos y aunque exista un 80% de universitarias frente a un 73% de hombres, no obstante, comparto la opinión de la profesora de Esade, Esther Sanchez, ya que “…a pesar de los obstáculos, las que están capacitadas para estos puestos, han logrado vencer barreras”. Toda vez que el talento no sabe de sexos y lo importante en las empresas es que cuadren los resultados.
 
Desde Fidem nos preocupamos, no sólo de acoger, desarrollar y apoyar, en la línea de microcréditos y posibilitando otras ayudas, este espíritu emprendedor innato en las mujeres. Además, todas las empresarias y directivas de nuestra Federación Internacional hemos asumido el compromiso de construir una sociedad mejor para todos y todas y para ello, reivindicamos un equilibrio salarial que no existe actualmente, y que llega a un 22,17 en cargos de dirección general y ‘sólo’ un 3,69% en el área comercial, según el informe ICSA-Esade ¿Será porque vendemos mejor que dirigimos? ¿O porque en esta sociedad masculina aún hay recelo para confiar el poder a las mujeres? Supongo que cada lector y lectora tienen una respuesta.
 
Como conclusión creo que estamos posiblemente al final de un ciclo y en la vigilia de un modelo nuevo. Ciertamente la tecnología nos ha asombrado y superado, pero también nos socializa, debemos aprender de estos cambios y crear una nueva conciencia ética en la que podamos educarnos, ser tratados y organizados, pero nada de eso es posible sin respeto porque hombres y mujeres nos necesitamos para progresar de una forma responsable y sostenible.
 
Mª Ángeles Tejada

La revolución deseada

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Aunque no lo parezca, estamos en plena revolución. Las rebeliones sociales en el Magreb y las «convulsiones económicas» del pasado año en la Unión Europea nos están mostrando con toda seguridad, que nuestra comunidad global está evolucionando. Espero que sea para bien, ya que ahora los mensajes y las ideas han dejado de ser locales y hasta parece que nos sintamos observados desde otros mundos, que están en el nuestro, se ha demostrado que nadie se escapa del networking y de este Gran Hermano, que es Internet y que se dedica a contarles a todos lo que «todas y todos» hacemos, vaya con los «wikis», pero estas son las reglas de la globalización y ya no hay quien lo pare, al final la gente es humana y no busca otra cosa  que mejorar su status.
 
Naturalmente toda esta «movida» repercute fundamentalmente en la vida de las personas y a mí lo único que me preocupa, es que estos legítimos derechos de libertad lleguen también a las mujeres de estos países y puedan expresarse  y vivir con normalidad en correspondencia al trabajo que llevan siglos realizando para su familia y la comunidad a la que pertenecen, a ver si de una vez los derechos y obligaciones se corresponden un poco más. Sin duda, la mayor esperanza es que toda revolución tiende a evolucionar en positivo y como siempre al final es económica, por tanto, si esta gente tiene más recursos, muchos más niños escolarizados, subirá el nivel de cultura y al final, más y mejor trabajo para todos.
 
Aquí en Europa se ha demostrado que la que «maneja» los grandes cambios, como no podía ser de otra forma, es Ángela Merkel, representante del país líder, que une el tradicional pragmatismo germánico al sentido común que marcan los tiempos, la creación de los fondos de protección para Irlanda, Grecia y las decisivas actuaciones en Portugal y España. Esto demuestra que el valor, el coraje y la decisión también forman parte del liderazgo femenino, pero esto sí, con hechos que avalan las propuestas, la contribución de 22.400 millones de euros en tres años.
 
Me gustaría que aquí se tomara un poco la idea y  siguiera esta compleja cadena de reformas, que por fin, se ha iniciado con el consenso sindical. Puede que, por fin, la parte social haya entendido que el empleo lo proporcionan los empresarios y empresarias, que las cosas han cambiado, que alguien deberá pagar la jubilación y que al final habrá que buscar un sistema mixto y proporcional en función de las cotizaciones y sobre todo del trabajo que una desempeña, porque no todo el mundo trabaja en lo mismo, ni las mismas horas, ni los mismos años, etc.
 
En lo económico, ha quedado en evidencia la fragilidad en la que vivimos, porque la tecnología va mucho más rápido de lo que podemos asimilar y entonces, nos hemos encontrado con una generación de gente más preparada que nunca, pero que no sabe o no puede ubicarse en un mercado que sigue funcionando como siempre. Hay que cambiar la formación, hacerla más participativa, menos teórica y más práctica, adaptar el trabajo y los horarios laborales a las necesidades y, sobre todo, favorecer espacios de innovación ya que las empresas, o sea «el trabajo», no sólo producen riqueza, sino que son el principal agente de transformación de la sociedad. Queremos líderes más sensibles, eficientes, directos, comunicadores, con visión global y que tomen decisiones, no podemos permitirnos gente indeficiente con su master ni en la administración ni en la calle; no podemos permitir un 26% de fracaso escolar; no debe cerrar una sola empresa por falta de financiación si tiene un buen producto.
 
Estamos en un escenario en el que las mujeres vamos a tener mucho que decir y más «que hacer», porque ya llevamos tiempo sobreponiéndonos al «rol» tradicional familiar, que también está muy bien, pero no es suficiente. Y en este siglo de virtualidad, redes y terminales, al final lo que va a contar es la cantidad de conocimiento y «talento diferencial» que hay al otro lado, con independencia de que sea hombre o mujer. Las empresas que sepan identificar antes el talento individual o colectivo van a anticiparse a las demás; los que elijan y seleccionen antes a los/las mejores, se harán con el mercado y especialmente los que saben arriesgar en épocas de crisis, estarán estratégicamente posicionados para disfrutar antes, estos «brotes verdes» que vendrán con la primavera que se avecina.
 
Mª Ángeles Tejada

La revolución deseada

Aunque no lo parezca, estamos en plena revolución. Las rebeliones sociales en el Magreb y las «convulsiones económicas» del pasado año en la Unión Europea nos están mostrando con toda seguridad, que nuestra comunidad…

Racionalizar para mejorar

Me  imagino que a alguna/o de vosotras/os os ha caído de regalo navideño algún libro de auto-ayuda. Pues enhorabuena, mi marido también escribe cosas de ésas, que son muy recomendables en momentos especiales, sob…

Racionalizar para mejorar

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Me  imagino que a alguna/o de vosotras/os os ha caído de regalo navideño algún libro de auto-ayuda. Pues enhorabuena, mi marido también escribe cosas de ésas, que son muy recomendables en momentos especiales, sobre todo porque te ayudan a pensar y a entender que por mucho que leas, si no practicas no sirve de nada.
 
Recuerdo que de pequeña memorizábamos las tablas de aritmética, los libros de comercio y la famosa teneduría de libros (Mayor, Balance, Diario, etc.), pero después hemos acabado preocupándonos de la cuenta de explotación y sobre todo del ebitda. Está claro que los números cantan y en la actualidad saber de números vale de poco si desconoces las reglas del marketing, la gestión de resultados y el término mágico que se llama rentabilidad, pues al final, sólo somos una pequeña parte de un balance, un eslabón, más o menos necesario, en función del “valor añadido” que aportamos al conjunto.  
 
Ello me hace pensar en la auténtica función que tenemos cada uno dentro de una organización, digamos empresarial. Y esta realidad se hace más evidente cuando vemos muchas empresas que prejubilan o dejan en la calle a miles de trabajadores y sin cubrir su vacante; sin ánimo de frivolizar, el tema conlleva cierta perversión, porque los que se van sin notarse es que no hacían falta, ¿verdad? Eso que sería frecuente e incluso deseable en la clase política, en las empresas se denomina “racionalizar costes” y hace años que se practica a la fuerza, sin ayudas externas, ni subvenciones para prejubilaciones que pagamos todos.
 
Creo que es un buen momento para “racionalizar”, pero recolocando a la gente que quiere trabajar, si realmente queremos sobrevivir y crecer en estos momentos, aceptando los principios racionales de la economía. Cada profesional que está trabajando debería plantearse muy en serio, las posibilidades que tiene de seguir haciéndolo en el futuro, teniendo en cuenta la contribución y la aportación de valor que da a su empresa, que es la que le paga el salario.
 
Es curioso, y vosotras/os lo habréis comprobado en estos días, que pese a la falta de puestos de trabajo, la indigestión de unas cifras de paro tercermundista y la merma de poder adquisitivo en general, agravado con las subidas de las energías básicas, la gasolina, tabaco y algunas materias primas, se sigue consumiendo en temas suntuarios y de poca necesidad. Pero lo más grave es que la “CALIDAD”, en mayúsculas, tanto en servicios como en productos, es cada vez peor. Nos sentimos mal atendidos incluso comprando, en el comercio te miran de soslayo cuando estás intentando comprar media hora antes del cierre del negocio; algunos empresarios quieren limitar sus horarios y su presencia comercial por no querer trabajar más o invertir en la contratación a part time de algún parado/a.
 
Esta actitud de autosuficiencia del “mal llamado” estado del bienestar, que no es otra cosa que una utopía que pagamos los que trabajamos, es un auténtico cáncer para salir de  esta situación. Creo que el mundo empresarial debería plantearse muy en serio adoptar estos principios que inspiraron en su día de forma especial a las mujeres y que consisten en la “multifunción”, la “disponibilidad”, la “austeridad” en la “administración de bienes”, pensar menos en competir y mucho más en el “bien del conjunto”, la “conciliación”, el “diálogo” y especialmente la “intuición”. Nos ayudarían a caminar por caminos inciertos, pero esto si, con la certeza de que para generar “brotes verdes”, sólo sirve trabajar, hacerlo con sentido y no usar el reloj para medir el tiempo, sino para creernos que cuanto más horas dediquemos a ello, menos nos faltará para salir de la crisis.
 
Mª Ángeles Tejada

Nada es, por casualidad

No  será por causalidad que el 74% de los estudiantes de Medicina sean mujeres  y que muy pronto  haya más médicas que médicos; ahora ya estamos en el 44%, mientras que en EE.UU., “sólo” son…

Nada es, por casualidad

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

No  será por causalidad que el 74% de los estudiantes de Medicina sean mujeres  y que muy pronto  haya más médicas que médicos; ahora ya estamos en el 44%, mientras que en EE.UU., “sólo” son el 28%. El dato es relevante, no tanto por el acceso de la mujer a estas profesiones, digamos de élite,  sino porque confirma  que cada vez más nuestras capacidades  intelectuales, emocionales y, sobre todo, nuestra actitud nos permiten estar en el mundo profesional, como mínimo,  en las mismas condiciones que nuestros compañeros.
 
Gracias a la feminización de esta profesión como también de la abogacía, la  judicatura, la economía y algunas carreras técnicas, se está fomentando -desde el punto de vista del usuario-   una mayor sensibilidad en la función profesional y eso es un valor añadido, que puede convertirse en una diferencial para competir con ventaja en el mercado.
Personalmente siempre me ha gustado dirigir equipos mixtos, aunque mi filosofía de liderazgo se inspira en la creación de sinergias compartidas por todos al servicio del equipo,  creo que toda aportación de  talento es aceptable, siempre y cuando venga de la honestidad y la responsabilidad. Al fin y al cabo debemos trabajar no solo por el salario, sino por lo que pueda compensarnos a nivel personal y llegar a la excelencia  sin casualidad que valga.
 
Los datos buenos y las noticias positivas siempre nos reconfortan en esta ardua lucha que algunas empresarias llevamos efectuando desde hace más de 30 años y otras desde mucho antes,  pero como todo, no hay amor sin sacrificio. Por eso, cuando hablo de responsabilidad me refiero a dejar muchas cosas – esto sí, bien atadas y organizadas- en el camino, por eso cuando escucho  con gran realismo las reivindicaciones legítimas, sobre limitación de horarios, conciliación o  flexibilidad, siempre me viene la misma palabra: Responsabilidad.
 
Todo es posible si tu respondes por ello,  si queremos crecer profesionalmente deberemos enfrentarnos a las mismas dificultades laborales que tienen los hombres. Nadie te va a regalar nada,  y si concilias familiarmente, tu pareja debe poder hacer lo mismo. Este es el sistema y no hay  otro, cuando una quiere estar en muchos sitios debe madrugar, para prosperar hay que esforzarse y arriesgar más,  ya sabemos que la felicidad  es un ejercicio activo.
 
Poco  puede sorprendernos esa “caja tonta” que muchas utilizamos, en ratos ociosos hogareños,  quizás para alejarnos de la vorágine selvática, que  enloquece el mundo empresarial, especialmente cuando tratamos de burlar y gestionar la crisis, pues bien, en estos días, hay un anuncio que cita a Freud  y una frase suya que descubre lo que nos hace humanos: saber amar y trabajar, estos son los caminos hacia  la libertad y la felicidad.
 
Nada ocurre casualmente,  probablemente sigue ciclos naturales y por ello a medida que maduramos olvidamos muchas  más cosas que en nuestra juventud, quizás porque hay más recuerdos  para guardar,  el tiempo nos vuela cuando hacemos muchas cosas, pero  debe compensarnos  la certeza de estar en el camino de este  sueño  que un día nos hizo emprender una aventura profesional, pues  al convertirnos en emprendedoras estamos abriendo la posibilidad a muchas personas para que puedan compartir nuestro proyecto y  tener el suyo propio y al final como diría la Madre Teresa “lo que importa es cuanto amor ponemos en el trabajo que realizamos”.
 
Mª Ángeles Tejada
 

Las mujeres y el poder

Leía hace pocos días en el diario La Vanguardia, que el tema para salir de la crisis “no era la falta de idea y proyectos, porque todos tenemos proyectos dentro del cajón, el tema está en ponerlos en marcha”.
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Las mujeres y el poder

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Leía hace pocos días en el diario La Vanguardia, que el tema para salir de la crisis “no era la falta de idea y proyectos, porque todos tenemos proyectos dentro del cajón, el tema está en ponerlos en marcha”.
 
Ya que muchas de las “fórmulas” que se están repitiendo en estos meses tienen que ver con la capacidad de innovación, o sea, probar cosas que no se han hecho antes, quizás sea un buen momento para dar oportunidad a este “talento femenino” que está en la calle y a veces ignorado en muchas empresas.
 
A mí se me ocurre que, en un momento de extrema competitividad, sería interesante que cada organización supiera encontrar su “conocimiento crítico”, o sea, aquello que te hace diferente y mejor que tus competidores, ya que, es sabido, que todas las grandes marcas tienden a fidelizar por afinidad, pues eso tiene que ver con lo emocional, y de estas cosas, sabemos mucho las mujeres. Es más, se considera importante para liderar algunas capacidades como: la empatía, la comunicación, la multitarea, la tolerancia a la ambigüedad, las relaciones personales, la organización, la resiliencia y, cómo no, la intuición, pues bien, de todo eso sabemos algo las mujeres.
 
Todas y todos sabemos perfectamente que una empresa se compone de una buena metodología organizativa y del trabajo de las personas que forman parte de ella.
 
Hace más de 50 años Peter Drucker, acuñó una frase que vale la pena recordar: “podemos comprar el tiempo de una persona, incluso su competencia y su trabajo, pero el talento, la actitud y la confianza, todo eso hay que ganárselo”.
 
Como es sabido, la  sobrevivencia de más de 5.000 millones de personas del mundo depende del trabajo de la mujer, por tanto, algo sabremos sobre el esfuerzo por conseguir las cosas y mucho más sobre la obstinación hasta conseguirlas.
 
¿Saben una cosa? La verdad es que estamos en pocos Consejos de Administración y otros centros de decisión, seguramente en muchos menos de los que serían lógicos en esta sociedad que se dice plural. Pero el problema, es que nosotras no aspiramos a sentarnos allí por el hecho de estar o por el poder que ello significa, sino simplemente para trabajar y  aportar nuestro trabajo y compromiso, a fin de mejorar las cosas, pues al fin y al cabo, compartimos el mismo mundo que los hombres y sólo aspiramos a dejarlo un poco mejor para nuestros hijos, ya sean hombres o mujeres.
 
Mª Ángeles Tejada

Periodismo
Constructivo