La revolución deseada

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Aunque no lo parezca, estamos en plena revolución. Las rebeliones sociales en el Magreb y las «convulsiones económicas» del pasado año en la Unión Europea nos están mostrando con toda seguridad, que nuestra comunidad global está evolucionando. Espero que sea para bien, ya que ahora los mensajes y las ideas han dejado de ser locales y hasta parece que nos sintamos observados desde otros mundos, que están en el nuestro, se ha demostrado que nadie se escapa del networking y de este Gran Hermano, que es Internet y que se dedica a contarles a todos lo que «todas y todos» hacemos, vaya con los «wikis», pero estas son las reglas de la globalización y ya no hay quien lo pare, al final la gente es humana y no busca otra cosa  que mejorar su status.
 
Naturalmente toda esta «movida» repercute fundamentalmente en la vida de las personas y a mí lo único que me preocupa, es que estos legítimos derechos de libertad lleguen también a las mujeres de estos países y puedan expresarse  y vivir con normalidad en correspondencia al trabajo que llevan siglos realizando para su familia y la comunidad a la que pertenecen, a ver si de una vez los derechos y obligaciones se corresponden un poco más. Sin duda, la mayor esperanza es que toda revolución tiende a evolucionar en positivo y como siempre al final es económica, por tanto, si esta gente tiene más recursos, muchos más niños escolarizados, subirá el nivel de cultura y al final, más y mejor trabajo para todos.
 
Aquí en Europa se ha demostrado que la que «maneja» los grandes cambios, como no podía ser de otra forma, es Ángela Merkel, representante del país líder, que une el tradicional pragmatismo germánico al sentido común que marcan los tiempos, la creación de los fondos de protección para Irlanda, Grecia y las decisivas actuaciones en Portugal y España. Esto demuestra que el valor, el coraje y la decisión también forman parte del liderazgo femenino, pero esto sí, con hechos que avalan las propuestas, la contribución de 22.400 millones de euros en tres años.
 
Me gustaría que aquí se tomara un poco la idea y  siguiera esta compleja cadena de reformas, que por fin, se ha iniciado con el consenso sindical. Puede que, por fin, la parte social haya entendido que el empleo lo proporcionan los empresarios y empresarias, que las cosas han cambiado, que alguien deberá pagar la jubilación y que al final habrá que buscar un sistema mixto y proporcional en función de las cotizaciones y sobre todo del trabajo que una desempeña, porque no todo el mundo trabaja en lo mismo, ni las mismas horas, ni los mismos años, etc.
 
En lo económico, ha quedado en evidencia la fragilidad en la que vivimos, porque la tecnología va mucho más rápido de lo que podemos asimilar y entonces, nos hemos encontrado con una generación de gente más preparada que nunca, pero que no sabe o no puede ubicarse en un mercado que sigue funcionando como siempre. Hay que cambiar la formación, hacerla más participativa, menos teórica y más práctica, adaptar el trabajo y los horarios laborales a las necesidades y, sobre todo, favorecer espacios de innovación ya que las empresas, o sea «el trabajo», no sólo producen riqueza, sino que son el principal agente de transformación de la sociedad. Queremos líderes más sensibles, eficientes, directos, comunicadores, con visión global y que tomen decisiones, no podemos permitirnos gente indeficiente con su master ni en la administración ni en la calle; no podemos permitir un 26% de fracaso escolar; no debe cerrar una sola empresa por falta de financiación si tiene un buen producto.
 
Estamos en un escenario en el que las mujeres vamos a tener mucho que decir y más «que hacer», porque ya llevamos tiempo sobreponiéndonos al «rol» tradicional familiar, que también está muy bien, pero no es suficiente. Y en este siglo de virtualidad, redes y terminales, al final lo que va a contar es la cantidad de conocimiento y «talento diferencial» que hay al otro lado, con independencia de que sea hombre o mujer. Las empresas que sepan identificar antes el talento individual o colectivo van a anticiparse a las demás; los que elijan y seleccionen antes a los/las mejores, se harán con el mercado y especialmente los que saben arriesgar en épocas de crisis, estarán estratégicamente posicionados para disfrutar antes, estos «brotes verdes» que vendrán con la primavera que se avecina.
 
Mª Ángeles Tejada

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