HOY MÁS QUE NUNCA, PERIODISMO CONSTRUCTIVO
Artículo publicado en septiembre de 2019 en www.paginasdemujeremprendedora.net
«El mundo sigue adelante porque hay muchas cosas buenas que compensan ampliamente lo feo que los medios de comunicación van contando». Estas palabras de Stefano Zamagni, economista y profesor de la Universidad de Bolonia, que escuché en una entrevista que le hicieron a finales de agosto, fueron como una sacudida. Cuando aún vivía en Italia, tuve la ocasión de escucharle directamente asistiendo a algunas conferencias suyas; tengo que decir que, entre sus capacidades, una de las que más me sorprendió fue una manera de hablar que todos podían entender, incluso los «no expertos» en la materia: su exposición era siempre clara, lineal, incisiva y franca. Por eso, no me ha vuelto a sorprender esta frase suya, tajante y llena de verdad, sobre una cuestión que a muchos -espero que seamos muchos y espero que cada día seamos muchos más- nos preocupa: el papel y la influencia de los medios en el mundo de hoy.
El panorama no es ciertamente alentador. Pensemos, por ejemplo, en cómo nos cuentan las noticias y la manía en bombardearnos con noticias nefastas y atroces, insistiendo con precisión caprichosa en detalles turbios e inconvenientes, como si las noticias que necesitásemos fueran solo las crueles, violentas o sangrientas, mientras que las buenas historias se reducen a ñoñeces como la de que “alguien salvó un gato que había trepado a un árbol».
Nos desayunamos a diario noticias sobre corrupción, fraudes, traiciones, fracasos varios y perversiones de parte de la humanidad. Es innegable que cierto tipo de cobertura mediática, crítica y veraz, ha desencadenado revoluciones y ayudado a derrocar regímenes. Sin embargo, en lo que respecta a hoy, varios estudios sugieren que las noticias «negativamente polarizadas» llevan a los lectores a vivir una sensación de inseguridad y apatía y crean ansiedad y preocupación en lugar de estimularlos hacia actitudes responsables, que ayudarían a hacer de ellos ciudadanos globales, solidarios y correctamente informados.
Afortunadamente, tanto entre los profesionales de la información como entre los lectores está surgiendo la conciencia de cómo cierto periodismo que se decanta de un modo preocupante y excesivo por la dramatización y la espectacularización de la realidad no construye. Esta conciencia viene acompañada de la necesidad y de la demanda de nuevas formas de generar información.
Es esta la exigencia que subyace en el periodismo constructivo del que ya he hablado en este espacio en varias ocasiones y que he querido rotular, como si fuera un lema, en la página de inicio de Mujeremprendedora, para que nos recuerde siempre una forma diferente y viable de hacer un buen periodismo sin renunciar a ser críticos frente a los problemas.
Por lo tanto, no solo un periodismo que dé cobertura a las «buenas noticias», ¡también!, sino más bien una nueva actitud proactiva en la forma de escribir artículos, ofreciendo matices, hechos y perspectivas más orientados a las soluciones.
A principios de agosto, de paso por Madrid, tuve la oportunidad de hablar con una mujer que tiene una posición institucional importante y es partidaria del periodismo constructivo; uno de los argumentos fue la presencia de mujeres en el mundo empresarial, las dificultades para romper el techo de cristal… Coincidimos en reconocer que el camino aún es largo, pero ella estaba muy feliz de saber que en Mujeremprendedora intentamos cada día seguir el ritmo de los innumerables ejemplos de mujeres emprendedoras de todo tipo, orden y grado, que demuestran el avance imparable de la paridad, de la cultura del talento más allá del género.
Continuaremos dando visibilidad a este universo en expansión: es el compromiso que asumo al comienzo de este «nuevo curso», gracias a una redacción fabulosa que me acompaña y a la que agradezco su dedicación a Mujeremprendedora.
Anna Conte
Directora de Mujeremprendedora
PERIODISMO CONSTRUCTIVO
Aquí tenéis el primer artículo que he dedicado a este tema, en febrero de 2016, en www.paginasdemujeremprendedora.net
Win-Gallup ha publicado en los primeros días de enero su trigésimo novena relación anual sobre las prospectivas y convicciones de los habitantes de 68 países del mundo; dicho de otra manera, una especie de censo del nivel de optimismo global. ¿Los resultados? El 66% de las personas en el mundo considera que lleva una vida feliz, en 2014 alcanzaba 70%. En cuanto a las perspectivas de mejoría económica, sólo el 45% de la muestra cree en ella, en comparación con el 22% que se declara pesimista y el 28% que cree que las cosas seguirán igual. Por último, más de uno de cada dos (el 52%) espera que 2016 será mejor que 2015. El optimismo y la esperanza son típicos de las naciones jóvenes y emergentes, mientras que el pesimismo ocupa más espacio en los países más “desarrollados” (¡!).
Soy una italiana que ahora vive y trabaja en España y puedo decir con “cariño” que, además de las muchas cualidades positivas que tenemos en común italianos y españoles, también compartimos un cierto “derrotismo” y una propensión al “problem creating” más que al “problem solving”; cada día, reconozcámoslo, nos sometemos a una mentalidad dominante, embebida de desencanto y a un fino y apático cinismo que cierra el paso a la esperanza. Es cierto, sin embargo, como destacan muchos analistas, que los medios de comunicación juegan un papel de gran responsabilidad enfatizando malas noticias y creando alarma social sin demasiados miramientos. Y aquí está el problema.
¿Realmente podemos pensar que es suficiente revelar lo que va mal para que nuestra sociedad sea mejor? ¿O tal vez podríamos obtener este cambio si junto a la denuncia tratamos de explicar también cómo se podría hacer de otra manera? Si tenemos que indignarnos por funcionarios absentistas y políticos corruptos, también tenemos el deber de saber- ¡y de hacer saber! – que al lado de ellos también hay funcionarios y políticos que tienen en pie las instituciones con pasión y honestidad. También debemos saber que hay alcaldes que se levantan al amanecer y que tratan de cambiar las cosas, y por la noche en sus casas imaginan un futuro mejor para sus municipios. Leyendo, la reacción será diferente, pero no sólo: habremos despojado de coartada quienes dicen que no se puede hacer de otra forma.
Con todo esto, no estoy dando sólo mi opinión personal. Estoy hablando de una corriente, decididamente en contra de la tendencia general, que está abriéndose camino en diversas naciones. Es la del “periodismo constructivo” o también denominado “periodismo orientado a las soluciones”.
Un grupo de investigadores del Engaging News Project, un spin-off de la Universidad de Texas, sugirió que para atraer a más lectores se necesita dar más espacio al periodismo constructivo; es decir que a la hora de dar noticias sobre temas espinosos y escandalosos, tratar al mismo tiempo de sugerir, al lado del “qué” y el “por qué”, la manera de “cómo” superar y resolver esos problemas sociales puestos en evidencia.
Supone más esfuerzo para quien escribe, pero sin duda será más satisfactorio y útil para quien lee. Quizás es así que el periodismo puede diferenciarse y encontrar su verdadera “misión”, saliendo de la lógica de los morbos, de las divisiones y los conflictos para entrar en el de la proximidad y la cercanía. En el caos informativo en el que corremos el riesgo de ahogarnos, dejemos de enarbolar la bandera del derrotismo y decidámonos a ofrecer alternativas que nos permitan esperar y seguir viviendo.
Un gran periodista estadounidense de los años veinte, Walter Lippmann, analizó la distorsión de la realidad en la comunicación destacando el peso de los estereótipos, dejándonos una explicación más que convincente: “La forma en que imaginamos el mundo determina lo que la gente hará”.
Un gran reto y una responsabilidad para todos nosotros, trabajadores de la comunicación.
Anna Conte
Directora de Mujeremprendedora