Con los pies en el suelo
Yo también he ido a ver «Up in the air», me gusta el cine y procuro no perderme películas recomendadas. El tema y el protagonista me justificaban la visita a la sala, ya que la historia es curiosa: George Clooney interpreta a un con…
Conciliando y trabajando
Durante estos últimos años, se habla mucho sobre conciliación, pero a menudo, se profundiza poco en las dificultades que existen para implantar un modelo que mejore nuestra calidad de vida, sin por ello limitar nuestra progresi&oac…
Conciliando y trabajando
Durante estos últimos años, se habla mucho sobre conciliación, pero a menudo, se profundiza poco en las dificultades que existen para implantar un modelo que mejore nuestra calidad de vida, sin por ello limitar nuestra progresión profesional. Significa una realidad creciente en el último decenio la incorporación decisiva de la mujer en el mundo del trabajo, demostrándose la profesionalidad del colectivo femenino, que ya era evidente, creando al mismo tiempo un escenario distinto en el mundo laboral, que analizaremos, aunque sea sólo de soslayo, posicionándome frente a temas tan controvertidos, como podría ser hablar de conciliación en épocas de crisis.
De entrada, quizás a alguien le pueda extrañar -a mí nada por supuesto- que dentro de las bolsas actuales de paro, por primera vez en la historia, hayan más hombres que mujeres, y esto no es casualidad, como tampoco lo es el hecho de que las mejores cualificaciones universitarias las obtengan las mujeres y que cada vez hayan más empresarias preparadas para liderar sus proyectos empresariales. No obstante, los temas de conciliación siguen creando aristas en una sociedad que sigue alineando las obligaciones familiares al rol puramente femenino. Incluso la administración, supongo que con la mejor intención, ha contribuido, en mi opinión desafortunadamente, a interpretar la conciliación familiar con una visión proteccionista, como con la medida de la reducción de jornada hasta que el hijo tiene 8 años, que habitualmente es sólo aceptada por la mujer. A la larga, incluso, puede frenar la contratación de mujeres, y lo más importante es que muchas mujeres deberán elegir entre limitar en parte su plan de carrera o en su caso organizarse muy bien su vida familiar con la profesional para conseguir sus objetivos, o lo que sería deseable, compartir las tareas familiares con sus parejas y con ello sentirse libre en la elección de tiempos profesionales, familiares, y personales. Volviendo a la conciliación, es legítimo que muchos jóvenes quieran entender el trabajo como medio de subsistencia, y no como dedicación vital, ya que acceden al mercado después de muchos años de estudio y con pocas o ninguna perspectiva en su proyección y carrera profesional. Pero, por otra parte, el comienzo de nuestra vida profesional debería conllevar mayor esfuerzo en nuestros comienzos para un mejor aprendizaje, lo que requiere en muchos casos dedicarnos a mejorar nuestras carencias y a prepararnos más y mejor, y eso no siempre es compatible con una conciliación legítima de nuestro tiempo libre. Las nuevas generaciones criadas en la prosperidad chocan contra una situación de crisis, en momentos en que valores como el esfuerzo, la autoridad, la implicación y el compromiso se hacen necesarios para poder avanzar y competir con aquellos que sólo «cumplen». Parece que no hemos aprendido, que la elección de un trabajo, simplemente por la comodidad, horarios o cercanía al domicilio, puede devenir en una limitación profesional, especialmente cuando hay un curriculum por llenar y una suma de experiencias que tendrán un valor en el mercado, en función del conocimiento crítico de que se dispone. Las empresa quieren gente que aporte actitud. No sólo aptitud que se entiende obligatoria, que tenga implicación en los proyectos de su empresa, ganas de aprender, de crecer juntos, de asumir los retos de un mundo económico ambiguo pero sumamente competitivo a nivel global. No se puede ser mejor que los demás escatimando esfuerzos, la vida es una carrera atlética, en el que quien más entrena, se prepara y trabaja, se lleva el éxito final. La conciliación debe ser entendida como un compromiso de las parejas, de la familia, definiendo claramente el proyecto profesional de cada uno y actuando en consecuencia para atender las tareas y los familiares a nuestro cargo, pero cambiando un sistema cultural que debe avanzar y permitir que los hombres concilien sin ser discriminados en sus empresas, y no limitarlo a las mujeres con el consiguiente perjuicio en su elección y posterior dedicación profesional. Se trata de ver que hombres y mujeres formamos parte de nuestra sociedad y debemos compartir sus proyectos familiares, reparto de compromisos hogareños y elección de sus respectivos proyectos con libertad de elección.
Mª Ángeles Tejada
¿Qué quieren los pobres?
¿Qué quieren los pobres? Tener recursos y ‘trabajar’ naturalmente. El trabajo es un bien escaso que debe repartirse entre las personas que quieren y pueden desarrollar un puesto de trabajo. Esta respuesta que compartimos la mayoría de mujeres trabajadoras y empresarias en todo el mundo se convirtió en el objetivo principal de Ela Bhatt, una mujer india que creó y preside la SEWA (Self Employed Women´s Association), algo así como una asociación de mujeres autónomas que funciona desde hace 29 años con la finalidad de dar trabajo a la mujer y evitar su explotación, especialmente en los países subdesarrollados.
Ela, al igual que muchas personas que nos inspiran todos los días, justifican más que nunca la existencia de nuestra Fundación de Mujeres Emprendedoras (Fidem), donde la cultura de nuestra organización fomenta el deber de la sociedad de ofrecer un puesto de trabajo a cada persona dispuesta a defenderlo; coordinar la gestión de microcréditos para mujeres que deciden crear su propia empresa con el fin de asumir un proyecto para crear riqueza en nuestro país. Porque el espíritu es el mismo, aquí y allí. El hecho de tener trabajo, sentirnos respetadas socialmente, poder llevar adelante una familia y un negocio, está absolutamente conectado con la libertad para sentirnos con el derecho de poder elegir nuestros proyectos y nuestro futuro, y tener ante todo independencia económica. Y el medio para conseguirla normalmente es el trabajo. Ela afirma también que es imposible erradicar la pobreza sin la participación de la mujer. De hecho todos sabemos que el mundo sobrevive en gran parte por el trabajo de la mujer y, por eso, organizaciones como la SEWA, se ocupan de buscar recursos y ayudar a emprendedoras, facilitando microcréditos, desarrollando cooperativas y especialmente garantizando derechos que en muchos países no les asisten.
Hace unos días se publicó la noticia de que el Consejo de la Abogacía Española acaba de dar un premio sobre Derechos Humanos. Está muy bien, pero los premios sirven de poco si no existe un compromiso detrás de ellos y estaría bien que se fomentara, más si cabe y por parte de la abogacía, la asistencia letrada y la defensa de derechos gratuitos de muchas mujeres en nuestro propio país, que no pueden defenderse, simplemente porque son pobres. Da la impresión de que hemos estado viviendo en un videojuego en el que el consumo y los créditos fáciles se aliaron para que algunos-demasiados- se enriquecieran a costa de cargar de deudas a la sociedad; por desgracia, no hace falta mirarse en la India, África o Sudamérica, porque la pobreza ya está en los barrios de las grandes ciudades. Creo que la palabra «pobres» asusta un poco, casi la hemos sacado del diccionario, después de estos diez años, de fábula, de ensueño y también de ficción. Es el momento de actuar y crear riqueza en nuestra sociedad y contribuir en la de los países con menos recursos.
Pero no os asustéis, porque la solución está en nuestras manos, sólo hay que tener los pies en el suelo, «sentido común» y la mente siempre activa, trabajar en donde puedas aplicar mejor tus conocimientos, no tener miedo a desplazarse, ser flexible, elegir el puesto que se ajuste a tu perfil, o trabajar en algo nuevo que incluso puede ser una oportunidad. Todo lo que sabemos nos permite aplicar unos conocimientos, y todo lo que queramos aprender, con actitud positiva, podremos conseguirlo, y si la crisis te pilla… mejor ocupado y trabajando.
Mª Ángeles Tejada
¿Qué quieren los pobres?
¿Qué quieren los pobres? Tener recursos y ‘trabajar’ naturalmente. El trabajo es un bien escaso que debe repartirse entre las personas que quieren y pueden desarrollar un puesto de trabajo. Esta respuesta que compartimos la ma…
Decir que no
Decía Voltaire, que el trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el tedio, el vicio y la miseria. Esta frase que de por sí, es vieja y muy conocida, cobra gran actualidad en este momento, cuando estamos al borde del triste réc…
Decir que no
Decía Voltaire, que el trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el tedio, el vicio y la miseria. Esta frase que de por sí, es vieja y muy conocida, cobra gran actualidad en este momento, cuando estamos al borde del triste récord histórico de llegar a un 20 % de parados.
Me temo que con tanto discurso político del “toma y daca”, mientras asistimos como tristes espectadores a firmes reacciones de países como USA, Francia, el norte de Europa y más, nosotros seguimos en proceso de sequedad, sin que salgan brotes verdes, quizás porque ignoramos que la única fórmula que tenemos para salir de la crisis, o al menos la mejor, sea la confianza y hoy no se confía en casi nada, ni en nadie.
Los políticos nos llevaron hace poco más de un año al camino del optimismo desproporcionado. Que si estamos en el G-20, que somos la 8ª maravilla, perdón, … economía del mundo, que si tantos millones de turistas, con una banca sólida y dueños de la fórmula sobre la multiplicación de los solares permitiendo que se construyera 5 veces más que en los países más avanzados del mundo. El resultado, ya lo saben, 300.000 millones en pisos por vender, estamos rebanando los superávits que teníamos consolidados, no sabemos si habrá para pensiones, ha bajado el consumo interior y la gente que puede, incluso ahorra, no gasta, porque tiene miedo y porque no hay un clima de confianza.
Pero lo peor de toda esta situación es que los políticos hacen poca cosa más que hablar y poner algunos parches, mientras los demás ya desfallecemos de tanto hablar de lo mismo, hemos olvidado que el empleo, lo crean los empresarios, este más del 90 % del PIB, que generan las empresas de menos de 250 trabajadores y a éstos no se los apoya, se sigue ignorando la fórmula de la innovación competitiva que tanto necesitamos y que tiene que ver con la flexibilidad, especialmente laboral y muy especialmente con el talento, la tecnología y los medios que hemos dado a las nuevas generaciones que nos sucedan y que son las más preparadas que han existido nunca.
Ha arraigado demasiado el hábito de los subsidios, incluso estudiar es prácticamente gratis, pero nadie lo hace, demasiados jóvenes prefiere cobrar el paro y vivir a costa de los padres, a pesar del fracaso escolar, se le hecha la culpa al mileurismo, olvidando que sólo es un paso para que con la actitud y formación necesaria se pueda escalar laboralmente.
O nos explicamos mal, o lo hacemos peor, pero no puedes ser, que más de la mitad de los jóvenes quiera hacer oposiciones. ¿Dónde está el espíritu emprendedor?, ¿la autorrealización? ¿el proyecto de vida? Cuando a menudo es la propia familia, la que amortaja cualquier ilusión juvenil, obviándoles el esfuerzo, pasamos de la protección de la unión europea, a la superprotección de nuestros hijos, permitiendo la generación de los “ni-ni” ni estudian, ni trabajan, y ¿que van a hacer? Pues convivir con el “tedio”, caer en “el vicio” de no hacer nada, ni siquiera pensar en subsistir porque el plato está en la mesa y finalmente en la “miseria” o en la inanición que sufren miles de familias, que no han podido tener, ni la formación, ni las oportunidades de muchos jóvenes, a los que les hemos enseñado muchas cosas, pero quizás olvidamos pronunciar el “no” hace demasiado tiempo.
Mª Ángeles Tejada
Las competencias femeninas
Creo que a todas la mujeres, y a mí personalmente, nos ilusiona saber que el primer homínido descubierto en la tierra, concretamente en Etiopía, sea precisamente una mujer y fuese bautizada por su descubridor como Lucy. En estos c…
Las competencias femeninas
Creo que a todas la mujeres, y a mí personalmente, nos ilusiona saber que el primer homínido descubierto en la tierra, concretamente en Etiopía, sea precisamente una mujer y fuese bautizada por su descubridor como Lucy. En estos casi 3 millones de años, no llego a imaginar cuántos miles de millones de nuestras abuelas han gastado su vida, suspirando simplemente por una sociedad un poco mejor para los suyos, cuidando y gestionando su familia de una forma justa y sin excluir a nadie.
Seguramente el ideal de justicia social no sea una única prerrogativa de las mujeres pero la verdad es que nos hemos esmerado en practicarlo durante siglos, procurando no sólo dar vida, sino asegurando la supervivencia.
Hoy la mayor parte de la humanidad, casi un 80%, depende del trabajo de las mujeres y más de 4.000 millones de personas sobreviven en gran parte gracias al esfuerzo y al trabajo de las mujeres.
Puede que en los momentos en que vivimos, las competencias consideradas como más femeninas puedan tener más relevancia, quizás la comunicación sea más importante que la simple autoridad, es posible que sea mejor conciliar que enfrentarse, o a lo mejor preferimos tener una visión global de las cosas en vez de limitarnos a funciones concretas.
Quizás al final valga más convencer que mandar. Alguien dice que las mujeres somos intuitivas y empáticas, quizás sea para entender mejor a los demás y saber que conviene estar juntos en épocas de incertidumbre. Pero también se dice que hablamos mucho más, puede ser que sí, y que sea simplemente porque nos guste más convencer que ordenar y que sea más importante abrir puertas que cerrarlas.
Las mujeres nunca evitamos los conflictos pero hemos aprendido a gestionarlos para que nos tengan en cuenta en la sociedad actual. En otro caso no hubiéramos avanzado en el mundo del trabajo, por eso en los últimos 20 años hemos pasado de un 7% a un 21% en cargos de dirección intermedia en España, mayor crecimiento que el de algunos países vecinos de Europa. Las cifras no siempre reflejan el trabajo realizado por muchas mujeres que han abandonado sus proyectos por atender a sus familias, personas con gran potencial que no han podido elegir, la cultura no siempre nos lo ha permitido.
En realidad todas respetamos los sistemas de cuotas, que a menudo se han debido imponer para acelerar este camino de «normalidad», pero la verdad es que nunca nos ha gustado demasiado ninguna cuotas o preferencia, que no tengan que ver con el mérito personal, pues que yo sepa el talento no conoce de sexos, razas, ni edades. Al final sólo es cuestión de compromiso, y de eso sabemos mucho.
Mª Ángeles Tejada
Solidaridad y trabajo
A mí me pasa como a vosotras, que creo poco en las estadísticas, será por aquel paradigma del pollo ¿recuerdas?: «si tú y yo tenemos un pollo, según las estadísticas nos hemos comido medio cada una, aun…