Decir que no

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Decía Voltaire, que el trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el tedio, el vicio y la miseria. Esta frase que de por sí, es vieja y muy conocida, cobra gran actualidad en este momento, cuando estamos al borde del triste récord histórico de llegar a un 20 % de parados.
 
Me temo que con tanto discurso político del “toma y daca”, mientras asistimos como tristes espectadores a firmes reacciones de países como USA, Francia, el norte de Europa y más, nosotros seguimos en proceso de sequedad, sin que salgan brotes verdes, quizás porque ignoramos que la única fórmula que tenemos para salir de la crisis, o al menos la mejor, sea la confianza y hoy no se confía en casi nada, ni en nadie.
 
Los políticos nos llevaron hace poco más de un año al camino del optimismo desproporcionado. Que si estamos en el G-20, que somos la 8ª maravilla, perdón, … economía del mundo, que si tantos millones de turistas, con una banca sólida y dueños de la fórmula sobre la multiplicación de los solares permitiendo que se construyera 5 veces más que en los países más avanzados del mundo. El resultado, ya lo saben, 300.000 millones en pisos por vender, estamos rebanando los superávits que teníamos consolidados, no sabemos si habrá para pensiones, ha bajado el consumo interior y la gente que puede, incluso ahorra, no gasta, porque tiene miedo y porque no hay un clima de confianza.
 
Pero lo peor de toda esta situación es que los políticos hacen poca cosa más que hablar y poner algunos parches, mientras los demás ya desfallecemos de tanto hablar de lo mismo, hemos olvidado que el empleo, lo crean los empresarios, este más del 90 % del PIB, que generan las empresas de menos de 250 trabajadores y a éstos no se los apoya, se sigue ignorando la fórmula de la innovación competitiva que tanto necesitamos y que tiene que ver con la flexibilidad, especialmente laboral y muy especialmente con el talento, la tecnología y los medios que hemos dado a las nuevas generaciones que nos sucedan y que son las más preparadas que han existido nunca.
 
Ha arraigado demasiado el hábito de los subsidios, incluso estudiar es prácticamente gratis, pero nadie lo hace, demasiados jóvenes prefiere cobrar el paro y vivir a costa de los padres, a pesar del fracaso escolar, se le hecha la culpa al mileurismo, olvidando que sólo es un paso para que con la actitud y formación necesaria se pueda escalar laboralmente.
 
O nos explicamos mal, o lo hacemos peor, pero no puedes ser, que más de la mitad de los jóvenes quiera hacer oposiciones. ¿Dónde está el espíritu emprendedor?, ¿la autorrealización? ¿el proyecto de vida? Cuando a menudo es la propia familia, la que amortaja cualquier ilusión juvenil, obviándoles el esfuerzo, pasamos de la protección de la unión europea, a la superprotección de nuestros hijos, permitiendo la generación de los “ni-ni” ni estudian, ni trabajan, y ¿que van a hacer? Pues convivir con el “tedio”, caer en “el vicio” de no hacer nada, ni siquiera pensar en subsistir porque el plato está en la mesa y finalmente en la “miseria” o en la inanición que sufren miles de familias, que no han podido tener, ni la formación, ni las oportunidades de muchos jóvenes, a los que les hemos enseñado muchas cosas, pero quizás olvidamos pronunciar el “no” hace demasiado tiempo.
 
Mª Ángeles Tejada

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