Solidaridad y trabajo

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

A mí me pasa como a vosotras, que creo poco en las estadísticas, será por aquel paradigma del pollo ¿recuerdas? “si tú y yo tenemos un pollo, según las estadísticas nos hemos comido medio cada una, aunque te lo comas tú entero y yo ni lo pruebe”. Por tanto, ojito con las estadísticas y sobre todo con la fuente. En este caso  es el INE -habrá que  fiarse- que con datos del 2007 resulta que los hombres cobraron un 25,6% más que las mujeres y en la franja de edad entre 55 a 59 años llegamos a casi un 30% (29,4%) de diferencia, ahí están los números.
 
Estas diferencias salariales empiezan a partir de los 20 y 24 años y se alargan toda la vida laboral, aunque esta práctica en nuestro país cada día tiene menos vigencia. Hay que tener en cuenta que existe mayor conciliación y más responsabilidad para superar el famoso “techo de cristal” de las mujeres y, en muchos casos, la renuncia promocional viene de ciertas auto-limitaciones que nos imponemos, a veces temporalmente y otras de forma definitiva en la carrera  profesional, para disfrutar mejor la maternidad, la familia….
 
Ciertamente, los planes de igualdad que se van imponiendo en las empresas impiden ya desde el inicio y vía convenio estas discriminaciones que se hacen más evidentes en sectores como el turismo y hostelería, teniendo en cuenta que es nuestra principal industria, y también porque la escasa innovación de estos años ha generado cierto empresariado cuya competitividad  dependía de pagar lo mínimo.
 
Más allá de estos datos y una realidad que conocemos perfectamente, creo que los tiempos  nos van a favor, así como el progreso, ya que por una parte salen mayor número de tituladas de la Universidad y, según los docentes, el porcentaje de mujeres acostumbra a superar con mejores resultados la etapa universitaria. En la Formación Profesional, ya se verá, pero la tendencia es la misma y al final, como todos somos clientes, valoramos mejor el resultado de un servicio que disfrutamos, más allá del género de quien nos lo proporciona.
 
Hay otros motivos de optimismo, de entrada, la presencia de mujeres en las decisiones políticas está contribuyendo a evitar crispaciones y propiciando el diálogo, casos de Alemania ó Chile   etc. por poner algún ejemplo. Las llamadas “competencias” femeninas también se ponen de manifiesto en la forma de hacer negocios y en el espíritu emprendedor, ya que cada vez tenemos más empresarias que dan el salto hacia la microempresa.
 
Quiero acabar afirmando que no es bueno que se “manosee políticamente” como se está haciendo en estos días  por parte de algunos políticos y me refiero a la llamada “solidaridad” justificando sólo los impuestos, un título muy bonito, pero que por desgracia sólo se lee con los hechos, y de eso, las mujeres sabemos un poco, ya que desde que tenemos uso de razón nos enfrentamos al mundo simplemente por ser solidarios con nuestras familias. Creo que dar a luz es un acto de solidaridad enorme con la humanidad, como cuidar una familia y mantener cierto orden y civismo, pero quizás la mayor manifestación de solidaridad en tiempos difíciles sea poder dar trabajo a otras personas, aunque además también tengamos que darles de comer. Este sería un buen ejemplo de solidaridad.

¿Estudias o trabajas?

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Entre los 70 y los 80 una de las frases favoritas que se usaba para “ligar”, era el “pero ¿tú estudias o trabajas?”. Es bien sabido que la pregunta casi siempre da pie al diálogo y mucho más que la curiosidad por la respuesta de lo que se trataba era de iniciar una conversación. Obviamente las máximas posibilidades del resultado de la misma podían acabar en una posible cita y punto, eso es lo que había.
 
Pues ahora acaban de sacar una encuesta de Metrovacesa (El País 22-06-09) por la que un 54% de los encuestados de entre 15 y 34 años afirma que no tiene proyecto de futuro para ninguna de las dos cosas, eso es lo que hay. Obvia la respuesta que usted y yo nos hacemos y es que la mayor parte van a vivir “de los padres”, que es lo que toca.
 
Claro que la mayoría de estos jóvenes han crecido en la época de plena abundancia, en familias que no paraban de mejorar su nivel de vida, pero que debían enfrentarse a unas condiciones laborales complejas, al mileurismo, al exceso de masteritis y por qué no decirlo, al comoditis. Muchos de ésos jóvenes tentados por el dinero fácil abandonaron sus estudios y se fueron a la construcción o a otras industrias bluff, y hoy no tenemos aprendices.
 
Por otra parte, y según me cuentan, corrían los bulos entre la gente universitaria que para trabajar y ganar más dinero hacían faltan no se cuántos masters en el currículo. Y yo me pregunto: ¿cómo se puede ser “maestro” de algo sin haber trabajado nunca, sin ser aprendiz, ni oficial? Es posible que el sistema educativo tenga algo que ver, pero haber educado a muchos jóvenes, evitándoles tomar decisiones, protegiéndolos contra el riesgo y dejando que su capacidad de aventura se la cuenten por la tele, en la play o en el cine ha creado  generaciones de jóvenes conservadores, individualistas y que prefiere ser funcionarios antes que emprender un proyecto profesional.
 
Hay mucha gente que se ha empeñado en romper el paradigma de que “una buena formación, equivale a un buen trabajo y a una cierta estabilidad laboral”. La verdad es que, en cualquier escenario, esta ecuación sigue existiendo porque los empresarias seguimos buscando talento , procuramos dar trabajo a todos y especialmente a los que tienen mejor actitud y nos sigue encantando la responsabilidad social corporativa, la sostenibilidad, el ecologismo y para las mujeres la conciliación familiar, claro que sí, pero resulta que al final en economía se trata de que los números salgan, o sea que si quieres conciliar debes mantener tu productividad o rebajar tus pretensiones.
 
Mientras escribo estas líneas, el Gobierno acaba de decretar una ayuda de poco más de 400 euros para los que acaban el subsidio de paro y tienen cargas familiares. La medida me parece social, necesaria y muy buena, pero lo mejor está en la letra pequeña, ya que la única  condición que pone la administración para dar este dinero en el que contribuimos todos, es que habrá que formarse, incluso cambiar de profesión. Por ahí vamos mejor, ya que para buscar trabajo lo primero debería ser estar dispuesto a sacrificar tiempo, esfuerzo y bienestar.
 
Siempre he pensado que lo mejor de los subsidios, que deben existir puntualmente, es que no tengas que utilizarlos nunca.
 

La ética y la vida

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Debo confesar que soy especialmente sensible con aquellas personas que colocan la ética por delante de sus vidas. Cuando alguien te dice que “lo más interesante que existe en la vida es construir la propia bondad” se te escapa una sonrisa y no tanto por la ingenuidad de la frase, que por cierto es de Javier Sádaba, sino porque hoy “ser bueno” no está de moda.
 
Parece que en nuestro entorno sólo triunfe lo contrario, o sea el escándalo, la mezquindad, el terror… Y sólo se rinda culto a todo lo que afea nuestra sociedad, sólo hace falta atender las noticias o asomarse al televisor para comprobar que triunfan la violencia y el materialismo por doquier, las películas que más se ven son thrillers, las noticias que venden son las que hablan de desgracias ajenas o de la vida estúpida de algunos “famosillos” que es casi lo mismo.
 
Por eso, cuando alguien habla de lo bueno que existe en todos nosotros, vale la pena escucharlo. Hace un par de semanas fallecía en la India uno de los miles de hombres buenos que nos dejan todos los días, mi paisano Vicente Ferrer, que se ha pasado la vida en Anantapur (India) ayudando a sociedades pobres para que puedan desarrollarse y mejorar su dignidad,  casi ningún político de mi comunidad fue al funeral, ni tampoco se sortearon entradas para acompañarle, porque la noticia ya estaba “vendida” y no podía obtenerse mayor rentabilidad.
 
La verdad es que no se notó demasiado porque asistieron unas 200.000 personas anónimas para los medios, pero con mayor identidad personal que la mayoría de los que salen en ellos.
 
Las mujeres seguimos pensando desde aquí, en la India o en cualquier lugar del mundo, que no existe mayor compromiso que atender y sobre todo escuchar a la gente de nuestro lado, ya sea en el ámbito profesional, familiar o social; a nosotras no nos gustan las guerras, porque sólo con vivir tratando de ser feliz y mejorar el entorno ya representa suficiente conflicto, y no digamos tratar de explicar durante siglos a la sociedad empresarial que el talento no entiende de sexos y que no necesitamos cuota de igualdad, simplemente respeto y el derecho a ser tratadas igualmente en la carrera del talento, la promoción o la armonización salarial.
 
Seguramente el mayor reto al que deberemos enfrentarnos en estos meses venideros, al despertar de la somnolencia estival, sea volver a pelearnos con la crisis, yo sólo conozco un camino y tiene que ver con el trabajo. Pues me han enseñado que todo aquello que realmente vale la pena debe ganarse con cierto sudor, de la misma forma que hay que consumir de forma responsable, hay que aprender a desaprender y eliminar los falsos hábitos, olvidarse de lo superfluo, cuidar más la salud y sacarse de la cabeza “la vida fácil” porque nunca lo ha sido gratuitamente, pues siempre ha habido alguien sacrificado para que otros estén mejor y no sólo es cuestión de bondad sino de amor y compromiso.
 
No es nada agradable que casi cada familia española tenga un parado, pero al final, todos estaremos de acuerdo en que la felicidad igual que el talento hay que currárselo cada día.

Debate para sordos

Tejada

La tentación era demasiado fuerte para resistirse y no he podido dejar de apuntarme a la Carta de Reyes y el espectáculo, vacío de soluciones, del pasado Debate anual del Congreso. De verdad, para eso, ya tenemos las revistas del corazón y los programas azucarados de esa pornografía televisiva, que desnuda para el público la vida de los que viven de eso.

Como si las empresarias viviéramos en un mundo aparte, lo que acaba de sacarse de la «chistera», viene de lo de «chiste» ¿no?, pues son como las limosnas de San Lázaro, vamos que hace falta tener mucha fe para pensar que con cuatro subvenciones, con 420 euros por familia, un poco de obra pública y con la píldora del «año después» se resuelve el problema.

Perdonen señores, pero el problema no está ni en debatir si se abarata el despido, ni en subvencionar la compra de automóviles, ni regalando matrículas gratis de master para estudiantes que no encuentran trabajo. Por favor, no vendan más este optimismo antropológico, no más parches, ayuden a las pymes, favorezcan los créditos, dejen de mangonear con las autonomías, creen microcréditos para emprendedoras, ayuden al que quiere hacer cosas y déjense de palabras abstractas como la llamada nueva «economía sostenible», para cambiar el modelo de productividad, porque las soluciones son para «ayer».

Reconozcamos ya de una vez, que ya despertamos de un cuento que nos «vendieron» con la idea de país rico, autosuficiente con escuelas, sanidad y servicios propios de una sociedad del bienestar, que sólo se preocuparía de decidir su ocio. Hasta hace poco se hablaba de trabajar menos y ganar más mientras se despilfarraba por doquier con inventos como el Forum de mi tierra, la Cartuja, el Terra Mítica o la especulación urbanística, que más da, no nos ha hecho mejores ni viviremos de eso.

La única realidad es que ningún Estado te garantiza un trabajo, ni te asegura el bienestar más que tu propio esfuerzo, y eso las mujeres lo sabemos muy bien, sobre todo las que trabajamos y especialmente las que ni siquiera tienen un salario. Aquí no vale gobernar con cara de «simpático» sino de eficiente, es hora de poner a prueba los miles de masters de otros tantos licenciados, que en su mayoría han costado a la sociedad el 75% de sus estudios, para que aporten ideas, innovación, sentido común y sobre todo, sus ganas de trabajar.

Y los políticos lo que deben hacer son dos cosas importantes, además de proporcionar servicios y velar por la seguridad. La primera, crear un entorno que favorezca el espíritu emprendedor y que permita la competitividad y el desarrollo de las empresas que son las que dan trabajo y de las personas que son quienes lo hacen.

Y la segunda sería acompañar a los ciudadanos, esto sí, pero sin mentir, sin demagogia, con realismo, aprovechando el privilegio de conocer e intervenir en la macroeconomía internacional y así propiciar las condiciones para que surja el talento de la gente, o sea, cuidar a la gente, pero no porque sean votante, sino simplemente porque somos personas.

Mª Ángeles Tejada
Presidenta de Fidem y Directora General de Randstad Especialidades

Debate para sordos

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

La tentación era demasiado fuerte para resistirse y no he podido dejar de apuntarme a la Carta de Reyes y el espectáculo, vacío de soluciones, del pasado Debate anual del Congreso. De verdad, para eso, ya tenemos las revistas del corazón y los programas azucarados de esa pornografía televisiva, que desnuda para el público la vida de los que viven de eso.
 
Como si las empresarias viviéramos en un mundo aparte, lo que acaba de sacarse de la “chistera”, viene de lo de “chiste” ¿no?, pues son como las limosnas de San Lázaro, vamos que hace falta tener mucha fe para pensar que con cuatro subvenciones, con 420 euros por familia, un poco de obra pública y con la píldora del “año después” se resuelve el problema.
 
Perdonen señores, pero el problema no está ni en debatir si se abarata el despido, ni en subvencionar la compra de automóviles, ni regalando matrículas gratis de master para estudiantes que no encuentran trabajo. Por favor, no vendan más este optimismo antropológico, no más parches, ayuden a las pymes, favorezcan los créditos, dejen de mangonear con las autonomías, creen microcréditos para emprendedoras, ayuden al que quiere hacer cosas  y déjense de palabras abstractas como la llamada nueva “economía sostenible”, para cambiar el modelo de productividad, porque la soluciones son para “ayer”.
 
Reconozcamos ya de una vez, que ya despertamos de un cuento que nos “vendieron” con la idea de país rico, autosuficiente con escuelas, sanidad  y servicios propios de una sociedad del bienestar, que sólo se preocuparía de  decidir su ocio. Hasta hace poco se hablaba de trabajar menos y ganar más mientras se despilfarraba  por doquier con inventos como el Forum de mi tierra, la Cartuja, el Terra Mítica o la especulación urbanística, que más da, no nos ha hecho mejores ni viviremos de eso.
 
La única realidad es que ningún Estado te garantiza un trabajo, ni te asegura  el bienestar más que tu propio esfuerzo, y eso las mujeres lo sabemos muy bien, sobre todo las que trabajamos y especialmente las que ni siquiera tienen un salario. Aquí no vale gobernar con cara de “simpático” sino de eficiente, es hora de poner a prueba los miles de masters de otros tantos licenciados, que  en su mayoría han costado a la sociedad  el 75 % de sus estudios, para que aporten ideas, innovación, sentido común y sobre todo, sus ganas de trabajar.
 
Y los políticos lo que deben hacer son dos cosas importantes, además de proporcionar servicios y velar por la seguridad. La primera, crear un entorno que  favorezca el espíritu emprendedor y que permita la competitividad y el desarrollo de las empresas que son las que dan trabajo y de las personas que son quienes lo hacen.
 
Y la segunda sería acompañar a los ciudadanos, esto sí, pero sin mentir, sin demagogia, con realismo, aprovechando el privilegio de conocer e intervenir en la macroeconomía internacional y así propiciar las condiciones  para que surja el talento de la gente, o sea, cuidar a la gente, pero no porque sean votante, sino simplemente porque somos personas.

Seguimos resistiendo

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Es grato y esperanzador saber que las mujeres seguimos resistiendo  y creando nuevas empresas- a pesar de la crisis- y en la actualidad somos casi un 11 % de mujeres empresarias entre la población ocupada, sólo en mi comunidad, representando el 28,5%  del empresariado catalán, ocupamos una tercera parte de los autónomos y llegando a un 47% de directivas sin personal asalariado (según Dones i treball, 2007 e INE 2006).
 
En algunos países  especialmente del tercer mundo, las mujeres representan una parte decisiva de su economía preferentemente agrícola, no obstante aquí  representan un 34,4% del  sector y seguimos creciendo, porque nunca dejaremos de comer y abastecernos.
 
Probablemente uno de los problemas mayores a los que se enfrenta la mujer emprendedora, sea  poder compatibilizar las labores familiares, por ello en las generaciones jóvenes cada vez se están equilibrando más estos roles y ya no representa una anécdota ver aun joven padre, cambiando pañales de su bebé en un lavabo público.
 
Siguen no obstante las dificultades de financiación a pesar de ciertos esfuerzos por parte de la administración, favoreciendo la orientación y los microcréditos, así como la labor asociativa que tratamos de impulsar desde Fidem y desde otras comunidades de profesionales y emprendedoras.
 
Pero posiblemente en el ámbito en el que realmente se está evidenciando nuestra influencia sea en lo profesional y en el esfuerzo que estamos haciendo las mujeres para transformar positivamente nuestra sociedad, aportando aquellas competencias que venimos desarrollando durante milenios, aunque sólo sea desde la discreción del ámbito familiar.
 
Dicen que todas las crisis esconden también una cierta oportunidad, lo cierto es que una vez superadas nunca somos las mismas personas, porque hemos aprendido cosas nuevas. En estos días  a través de los medios y con palabras excesivas, rozando la demagogia, se nos justifica de mil maneras las causas -que ya sabíamos- y las recetas -que nadie sabe- para salir de la crisis, de culpas ni hablamos porque nadie las acepta.
 
Pues yo creo que tenemos una oportunidad única para probar que  precisamente en estas etapas duras, es mucho más importante contar con todos los trabajadores y para ello, deberíamos esforzarnos por utilizar todos lo que nos brinda el mercado para mejorar nuestra sociedad, utilizando los recursos financieros y los demás para ponerlos  al servicio de la gente y no al revés, pues el bien de la comunidad siempre está por encima del individual. En eso debería consistir la responsabilidad social y nosotras somos las que mejor nos identificamos con ella. Quizás por esto en nuestra propia vida siempre ponemos por delante el interés de los nuestros antes que el propio.

Menos miedo y más coraje

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Hace poco leía una entrevista a Jeffrey Pfeffer, un especialista en motivación y todas esas cosas, que tanto hacen falta y que es bueno escucharlas, aunque nadie las practique.
 
Pfeffer se dirigía a los empresarios y decía que “antes de despedir, hay que dar una oportunidad a la solidaridad”. Lo malo es que esta solidaridad debería empezar por todos/as, especialmente por los que tienen cierto poder o influencia pública.
 
Hace unas semanas vimos por televisión la ceremonia de los Goya, con este hispánico glamour al que también tenemos derecho, pero lo bueno del tema es que unos días antes el ministro Sebastián, con buen criterio, dijo que una forma de aliviar lo que tenemos encima sería comprar productos españoles. La idea no es nueva porque los americanos llevan decenios practicándola y no les va mal, dado que el consumo interno favorece la inercia del círculo económico, pues, en los Goya, el 90% del  vestuario era de modistos extranjeros: Chanel, Arman, Delacroix, en fin… que más allá de los “cotilleos” en los que todos opinamos, habría que predicar con el ejemplo, digo yo, como si no tuviéramos buenos modistos en nuestro país.
 
Saben lo que pienso, que sobra demagogia y falta mucho coraje. Alguien decía que a lo único que hay que tener miedo es al miedo y eso es así, porque es el miedo el que nos impide pensar, decidir y liberarse. Y hoy la gente está asustada porque los poderes públicos asustan en vez de motivar y alegrarnos la vida.
 
Hace unas semanas estuvieron por Cataluña un grupo de mujeres emprendedoras africanas, de Níger concretamente, de diferentes sectores: empresarias de ladrillo (adobes), confección, frutos secos, bisutería, madera…
 
Como presidenta de FIDEM, con sumo placer me tocó ejercer de anfitriona y junto con Nuria Viñas, gerente de la Fundación, y otras socias recorrimos estamentos oficiales, cámaras de comercio, patronales y toda la logística de conferencias y actos que conllevan estos temas. Naturalmente hubo una cena de despedida de esas con su cocktail incluido y al que asistieron un centenar de empresarias de aquí. Entre la lógica tertulia, ¿sabéis lo que hicieron las africanas? Desplegar unos hermosos atillos y bolsas que llevaban a cuestas y poner a la venta sus productos de forma que el viaje resultara rentable. ¿Qué os parece? Ése es el verdadero coraje, la racionalidad, el sentido común y la inteligencia práctica femenina, más que la parafernalia, que también toca hacer.
 
De verdad, si queréis compartir un consejo para atajar esta recesión que nos acecha, hay que trabajar un poco más, aprovechar todas las oportunidades, porque el éxito no es una lotería sino la suma de pequeñas cosas que hacemos cada día.

Tres mujeres con historia

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

A  menudo me gusta asomarme a la vida social , aunque  una no sea  una “fan” de los telediarios , teniendo en cuenta que se han abonado a las sombras tenebrosas de la crisis permanente  y a todo lo malo que ocurre en el mundo , una no pierde la esperanza  de algo bueno, aunque haya que acuñarlo , pues cuesta pensar que no exista una sola noticia buena  que contarnos,  con lo que nos hace falta  en estos tiempos, pues sólo el oficio de vivir ya tiene su “aquello” y a todas nos  está resultando difícil subir las cuestas de enero y febrero  aliñadas por esta famosa crisis.
 
No creo que existan grandes soluciones para nuestros problemas, en otro caso ya lo habrían hecho, pero lo cierto es que “todo el mundo” necesitamos a menudo un pequeño empujón para hacer las cosas y eso es lo que deberían darnos los que mandan, o al menos los que tiene el poder  de cambiar las cosas, por favor, ¿podrían darnos algún día noticias motivadoras?
 
Mientras tanto, os cuento que en estos últimos días, tres mujeres han sido noticia por cuestiones distintas, pero con unas cualidades que comparten: perseverancia y coraje. En realidad entre ellas tienen poco que ver, pero  su convicción y decisión las hace aliadas.
 
Una de ellas tiene una historia triste. Se trata de Ameneh Bahrami, una mujer iraní de 30 años, que un día  fue  hermosa, hasta que la brutalidad, la inconsciencia o a lo peor, la conciencia equivocada, la cegó y desfiguró con ácido sulfúrico robándole la luz y media vida. Ahora un juez le ha devuelto su derecho a vengarse, pero la historia se deviene aún más triste, cuando el dolor y la soledad han devorado cualquier esperanza de compasión. Ella probablemente  ignora que al convertirse en verdugo, aunque con toda la razón del mundo, no  conseguirá estar mejor.
 
La otra historia es de otro signo, me refiero a Hillary Clinton, una perdedora eficaz, pero eficiente, que  ha sabido, no sabemos cómo, sobreponerse a historias de becarias  espabiladas, frustraciones legislativas -por ejemplo en sanidad- o derrotas preelectorales, hasta convertirse con todo mérito en máxima  embajadora oficial, del primer país del mundo, y todo ello sin perder su porte -quizás algo serio- ni su sonrisa, sin duda, bastante forzada, aunque  de rictus inteligente. Seguro que  lleva a cuestas su pasado y es probable que su justa ambición le permita tanto  éxito como el que se desprende de sus convicciones.
 
El último relato también es de lágrimas, pero de otro signo, son de nuestra Penélope, recogiendo  la mayor distinción por su trabajo, un premio a su constancia, coraje y lucha por llegar profesionalmente a lo máximo, con su éxito, además de emocionarnos, nos hace creer que cualquier mujer comprometida, haciendo bien lo que sabe hacer, puede llegar alto, sin importar demasiado su procedencia. Espero que no ignore su humildad, al convertirse en estrella, y contribuya a seguir dándonos alegrías como comediante, que buena falta nos hacen en este mundo tan opaco.

Las mujeres somos terrenales

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Han pasado algunos años desde que Ortega y Gasset no está entre nosotros, pero afortunadamente nos dejó algunos señuelos de herencia que cobran especial actualidad en los tiempos que corren.
 
A mí siempre me ha llamado la atención su simplificación conceptual entre ideas y creencias. Sin tratar de banalizar para nada las ideas, Ortega afirmaba que éstas simplemente se tienen, lo que equivale a afirmar que cualquiera puede tenerlas, pero en las creencias, según afirmaba el que probablemente haya sido nuestro mayor filósofo del pasado siglo, “en las creencias se está”. Vamos que hace falta comprometerse y eso ya es otra cosa. Y lo digo por la forma en que algunos están tratando este momento crítico que nos asola y a la vez causa desolación en muchas familias.
 
Es evidente que hay crisis para rato y también para todos y todas, y que todo el mundo va a salir cambiado de esta situación que para muchos está resultando la peor que les ha tocado vivir. Por suerte, las mujeres siempre estamos mejor preparadas para estas situaciones, sobre todo las que hemos sido madres, porque no hay vida sin sufrimiento.
 
Volviendo al maestro Ortega, él afirmaba, creo que con razón, que en el hombre se valora mucho más lo que hace, o incluso cuenta en la medida en que hace cosas. Éste necesita sentirse vivo, y probablemente el reconocimiento y la valoración de su mérito dan sentido a su existencia. Mientras, las mujeres estamos más aferradas a la vida, somos más terrenales, quizás más realistas. Para las mujeres existe una mayor consciencia de nuestro ser, porque la mujer simplemente “es”, estamos allí cuando hace falta, no sé si protegiendo, aliviando, escuchando, creando o compartiendo, pero siempre “estamos”.
 
Pues bien, parece que ahora “tocan bastos” y debemos ser capaces de acunar nuestras empresas y descubrir también nuevas oportunidades. La verdad es que la mayoría de empresarias y directivas que conozco están lidiando la actual situación con todo el coraje del que son capaces, insuflando ilusión a cada momento y muy dispuestas a sacrificar lo necesario, especialmente el tiempo para tirar adelante, pero además cohesionando a los equipos humanos.
 
¿Sabéis lo mejor de las crisis? Que siempre te sirven para saber donde estás y con quienes cuentas de verdad y eso lo descubres cuando van mal dadas porque, hasta “las ratas” se esconden.
 
No resolveremos este ciclo negativo con buenas palabras, sino trabajando un poquito más y sin esperar recompensas a corto plazo. Tampoco hay que perder demasiado tiempo en las causas, que si la burbuja inmobiliaria, los bancos, el precio de las hipotecas, el alto coste de la gasolina, o  el “interbancario”, pues casi todo se ha regularizado, la gasolina ha bajado casi un 30%, los pisos un 23% de promedio, las hipotecas han vuelto a valores de antaño, pero el problema sigue porque falta confianza.
 
Y creo que la mayor fuente de confianza es el trabajo, porque estar muy ocupado pagando deudas, intentando vender evitando morosidad, pagar la nómina a final de mes y encima “pintarse” una sonrisa todas las mañanas, para hacer todo eso, sólo hace falta creérselo.

Saber perder

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Vaya por delante que a mí me gusta ganar hasta jugando al parchís, no me cabe en la cabeza que el espíritu emprendedor no esté ligado por definición a competir en el juego que te toque. Y si no, que se lo pregunten ahora mismo, a éstos cientos de miles de pymes, que están compitiendo cada día para que el banco les aguante el “descuento de papel”, el personal se avenga a rebajar costes y los clientes sigan comprando y… pagando.
 
Bueno, todo eso es otra guerra, la del día a día, y es lo que toca cuando abrazas esta profesión. Por eso digo que ser emprendedor es mucho más que una profesión, más bien es un acto de fe, que se renueva todos los días. Y además de esperanza, la caridad va en el paquete fiándonos de los que nos gobiernan ignorando lo que hacemos.
 
Entre patriotismo -que es una palabra que no consta en el diccionario español- y el  optimismo, parece ser que  Barack Obama, un afroamericano, que es la mezcla de Luther King y Kennedy, va a gobernar el mundo. Dicen que representa algo nuevo, que tiene talento –una cosa muy escasa en este momento-,  que es coherente- aún más escaso y honrado. Bueno, eso ya es de sueño, a esta gente solo la vemos en el cine y naturalmente creíamos hasta ahora que era de ficción, pero bien está que haya alguien capaz de ilusionar en los tiempos que corren. Aunque sólo “venda” esperanza, ya nos vale.
 
No obstante, lo mejor de esta campaña americana ha sido la lección que nos ha dado el perdedor Mc Cain. Dejando a parte los intereses personales que cada una de nosotras tengamos sobre los yanquis y de que sean la causa o al menos el origen de esta debacle que nos está “arreglando” el año y humillando nuestras cuentas de explotación, la imagen de respeto, dignidad y reconocimiento del perdedor me ha conmovido.
 
“Igual que aquí”, pensaba para mí misma, acostumbrados a que después de cualquier campaña electoral, todos sean ganadores y nadie reconozca jamás haber perdido. Estamos acostumbrados a las constantes trabas, desméritos y a las críticas casi nunca constructivas de nuestra clase política en general. Que alguien acabe su discurso felicitando al vencedor y con palabras como éstas “me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano, para ayudarle a liderarnos en los desafíos a los que nos enfrentamos”, tendría que ser lo normal. Pero en un país que lleva por bandera la falta de solidaridad, de comprensión y sobre todo de esfuerzo común, eso suena a chino. 
Mientras nosotros hacemos astillas del éxito de cualquier persona que destaque por su esfuerzo; que sí Alonso es un soso y un engreído, que si Julito está viejo para cantar, o a esa le han dado el trabajo porque se entiende con el jefe y más…, nos metemos en la vida de los demás, quizás para olvidarnos de nuestras miserias. Pues bien, a esos americanos, con sus defectos que los tienen y muchos, su hipocresía conservadora, probablemente hipócrita y su  prepotencia (es que son la primera potencia mundial), no les debe ser fácil mantenerse humildes cuando te sabes mejor. Ellos han creado un país de oportunidades individuales y el que vale, no es a golpe de “pelotazo” sino por el esfuerzo y por los demás que lo valoran. ¡Con lo fácil que sería cambiar la envidia  simplemente por admiración!           

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