Nuestra aparente rendición

Hace unos días recibí un e-mail de Charo, antigua compañera, y amiga, que me invitaba a participar en la iniciativa ‘Nuestra aparente rendición’ (http://nuestraaparenterendicion.blogspot. com/), nacida para visibilizar el problema de la violencia en México. Apenas tenía que escribir unas líneas sobre la terrible situación de desamparo, miedo y muerte que sufren las mujeres de Ciudad Juárez, para difundir y concienciar a la sociedad sobre la horrible situación que padecen mujeres como nosotras, de las que sólo nos separan kilómetros. Hoy se ha hecho público el nombramiento de una chica de 20 años, Marisol Valles García, como jefa de la policía municipal de Práxedis, un pueblo de 3.400 habitantes, perteneciente al Estado de Chihuahua y a unos pocos kilómetros de Ciudad Juárez, la plaza más violenta de México, donde cada año son asesinadas 2.600 personas. Marisol, estudiante del último curso de Criminología en Ciudad Juárez, aceptó el cargo después de que el anterior comisario municipal y su propio hijo fueran asesinados, por los sicarios del cártel de Juárez o por el de Sinaloa, que se disputan el territorio. Nunca se sabrá. “Aquí toda la gente tiene miedo, todos tenemos miedo, pero vamos a cambiar ese miedo por seguridad”, afirmaba Marisol junto a su mesa de trabajo, dejándose fotografíar y entrevistar a cara descubierta, en un claro intento de contagiar a sus conciudadanos.
 
Sinceramente, no creo que nunca fuera capaz para realizar una acción de tamaña heroicidad. La dimensión del problema mexicano no es comparable al caso de España, en el que son ya casi 60 las mujeres que han muerto asesinadas a manos de su pareja en este año, pero sigue siendo el mismo problema. ¿Qué podemos hacer para combatir esta lacra social que es la violencia contra las mujeres, que nos afecta a todos los que integramos la sociedad? En primer lugar, creo que debemos reflexionar, mirar en nuestro entorno y ver si somos actores o cómplices, activos o pasivos, de este tipo de violencia y cómo podemos dejar de serlo.
 
Como ser humano, como mujer, como madre, como compañera y también, como no, como periodista, creo que puedo hacer muchas cosas: DEJAR DE SER ESE CÓMPLICE SILENCIOSO en los casos de violencia doméstica a los que se ven sometidas muchas mujeres, DENUNCIANDO a través de los mecanismos existentes. Puedo INFORMAR sobre estos medios y DIFUNDIR la realidad de esta lacra social para ayudar a combatirla entre todos; REFLEXIONANDO al mismo tiempo sobre el papel que los periodistas y los medios de comunicación debemos adoptar en este problema, deleznable en multitud de ocasiones, repugnante en el regodeo que de las circunstancias de la muerte realizan. También puedo APOYAR y AYUDAR a las víctimas para que se sientan útiles, recuperen su autoestima, superen sus miedos y salgan del agujero. Y, desde luego, y por encima de todo, LUCHAR para que la violencia no entre jamás en mi hogar, ni forme parte de la vida de mis hijas, ni de nosotros, sus padres.
 
Hace muchos años, cuando yo era una becaria de El Correo de Andalucía, que escribía de moda, tenía que entrevistar a una señora que presidía una asociación relacionada con el sector. Una hora antes me llamó, llorando, para decirme que no podría acudir a la cita, que su marido -un señor muy importante y conocido en la ciudad- le había maltratado, como era habitual, que tenía miedo, pero que no podía denunciarlo. Yo no supe qué decirle. Se lo conté a mi madre llena de espanto e impotencia, porque no sabía cómo actuar. No la volví a ver, sólo supe que se había separado años después. Aquella situación me marcó y he procurado no volver a ser nunca más una cómplice silenciosa. Los próximos días 29 y 30 de noviembre se celebrará en Sevilla el I Congreso para el Estudio de la Violencia contra las mujeres (www.congresoestudioviolencia.com). Yo estaré allí.
 
Susana Muñoz

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