La fortaleza de las mujeres y su especial liderazgo

Realidad y ficción se combinan y entremezclan curiosamente cuando desviamos la mirada de nuestro entorno familiar, social o laboral al mundo de la novela, la televisión o el cine.

Me estoy refiriendo al rol que muchas mujeres han adoptado por necesidad o voluntad para salir adelante, como madres y profesionales, combinando eficazmente ambas condiciones.

La serie Hierro, recientemente emitida, refleja fielmente esta dualidad. Una jueza (mi pasión frustrada) de fuerte carácter, con una personalidad singular, se desplaza a lo que parece el fin del mundo, una isla minúscula de apenas 11.000 habitantes en el archipiélago canario. Sin pareja, se instala sola con su hijo, que sufre parálisis cerebral, en un ambiente social que le es hostil y poco acogedor desde el primer momento.

En este lugar no hay secretos, todos se conocen; las noticias y rumores ciertos o no, vuelan; los vecinos tienen su forma preconcebida de hacer las cosas y sus intocables tradiciones… vamos, como en cualquier empresa…

El papel de la protagonista, muy bien definido psicológicamente, nos guía por un laberinto de complicaciones imprevistas, obstáculos y peligros, de los que va saliendo airosa no sin heridas, como una intrépida “Ulises” en su propia Odisea; porque la jueza no representa a una Penélope pasiva que aguarda pacientemente la llegada de su inexistente esposo.

Parece tomar decisiones imbuida de un espíritu contrario a lo que se espera de ella, no meter ruido y seguir la tradición. Una mujer firme, con un sentido ético muy marcado, como profesional y como madre, que choca con la moral colectiva, enfrentándose a todo y a todos. Con las gafas de la justicia bien puestas no se arruga y nos demuestra que las mujeres también podemos adueñarnos de nuestro propio destino.

Con cierta cintura (a veces) intenta adaptarse, cediendo lo necesario, para realizar su trabajo y no desviarse de la meta, como una heroína sola ante el peligro. Protagonismo que hasta hace poco tiempo estaba reservado a los hombres.

Unas veces procede de manera proactiva, tomando la iniciativa que caracteriza a todo líder; en otras ocasiones, no tiene más remedio que ser reactiva, ya que las circunstancias se lo impiden. Acción y reacción son la base de la evolución de todos los seres que han logrado sobrevivir a los cambios.

Debido a su temperamento, a veces parece más agresiva que asertiva, pero se va ganando la confianza y la lealtad de un círculo de personas, en las que en un principio levantó suspicacias por su rigidez y visión aparentemente estricta de trabajar. Negocia, se alía y pacta con el diablo si es necesario, pero sin salirse de la norma y sin confundir justicia con venganza.

Su liderazgo no se resiente en toda la serie a pesar de las escenas en las que muestra su lado más humano, sus lágrimas, sus confesiones íntimas y la experiencia vital de cuidar a un hijo dependiente con una grave patología que podría hundir psicológicamente a cualquiera.

A veces un thriller policíaco, por momentos, un drama, no podía tener mejor protagonista que una mujer, la jueza Candela Montes (Candela Peña), que no intenta manipular, solo convencer con sus acciones y su ejemplo. Sabiendo compaginar virtudes aparentemente antagónicas: mujer con genio, pero cercana; dura y humana; crítica y flexible; impulsiva y reflexiva.

Una mujer y una madre, paradigma de una forma de ser y de liderar superando todos los obstáculos, personales y profesionales.

Si te interesa el tema, te invito a leer el artículo mucho más profundo en nuestro portal del emprendedor de Fraternidad Muprespa.

Natalia Fernández Laviada

Subdirectora general de Prevención, Calidad y Comunicación de Fraternidad-Muprespa

Tags:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo