Me duele todo

Maribel González GómezMe duele todo, no me puedo mover, estiro el brazo para intentar alcanzar el ibuprofeno, el alprazolam, el myolastán y, sobre todo, el omeprazol, sin él no viviría, con estos ardores y retortijones que siento en el estómago cada mañana, no puedo soportarlos, todo mi pastillaje preparado en la mesita de noche, como siempre, para que al despertar parezca que no ha pasado nada, que estoy como nueva, que los malabares a los que me ha obligado el tiparraco ese no han hecho de mí una piltrafa; descoyuntada, así es como me siento, mis huesos no me responden, ni las piernas, ni este brazo, que por mucho que intento alargarlo, no se separa de la almohada, uf, qué mal huele, qué asco, siempre igual, hasta que no vomitan todos los gintonics sobre mí, no paran. Ay, cómo me duele el vientre, lo tengo otra vez hinchado, y los pezones y los muslos. No me puedo ni dar la vuelta y quiero encender la luz, ¿dejé el agua anoche en la mesilla?, no me acuerdo, bueno, pues a palo seco, todas a la vez, espero no atragantarme como le pasó a Rosamari el año pasado, la pobre, con el hambre que tenía, se tragó una loncha de jamón dura, dura, sin masticarla y por poco se nos ahoga, aquí sin poder llamar a nadie, sin un mísero móvil, sin llave de la puerta, dando gritos para que alguien viniera y nada, ni una se acercó. No es culpa de ellas, cuando escuchamos gritos nadie sale, por si es la poli, o por si a una se le ha ido la lengua más de la cuenta y le echa la culpa a la primera que pasa por allí,… Qué miedo te entra por el cuerpo en ese momento, cuando sabes que hay redada y que te tienes que esconder donde sea, si no estos tíos te machacan a palos como se te ocurra salir de tu madriguera, o quejarte, si te encuentran. Y es que nos puede costar la vida. Y yo, que daría cualquier cosa por ver amanecer cada mañana desde mi camita, desperezándome a gusto sabiendo que me espera mi trabajo, comer con mi madre, salir al súper con mi hermana y tomar una cervecita con mis amigos del baile, cómo me engañaron, joder, qué mala suerte he tenido;  y a ver cómo me las apaño si no me callo, si intento irme de aquí, es que no puedo ir ni a por chicle, que, por cierto, buena falta me haría ahora para quitarme este aliento putrefacto que me han dejado los mordiscos que me dieron anoche. No puedo más, no puedo más…

Estas noticias llegan a los medios un día sí y otro también:

La red de prostitución desmantelada ayer por la policía explotaba en clubes de alterne  a mujeres entre 20 y 30 años de otros países,  a las que ofrecía trabajo en España donde, para obligarlas a ejercer la prostitución, les retiraban el pasaporte y las sometían a amenazas y presiones que recaían no sólo sobre ellas sino también sobre sus familias, precisa el Ministerio del Interior. A raíz de la denuncia presentada por dos mujeres víctimas de esta organización, las pesquisas policiales, iniciadas el pasado febrero por los agentes de la localidad, permitieron averiguar que el núcleo básico del grupo estaba compuesto por un clan familiar cuyo cabecilla contaba con personas de su máxima confianza, amigos e incluso familiares, encargados de captar a las mujeres. Una vez que las engañaban ofreciéndoles trabajar en España en el servicio doméstico, la organización les costeaba el viaje a España, donde posteriormente debían saldar una deuda que ascendería a unos 3.000 euros.

La trata de mujeres es el negocio ilegal que más dinero mueve en el mundo, después del tráfico de drogas. Las cifras hablan por sí solas, sólo en España se calcula que hay unas 37.000 mujeres obligadas a prostituirse. Pero es verdad, como cuenta Lina Gálvez, Catedrática de Historia de la Universidad Pablo de Olavide y experta en Género e Igualdad, “Lo que nunca es noticia es que esto ocurre porque hay consumidores; las noticias siempre nos hablan de las prostitutas o los proxenetas y sus ganancias, pero nunca de los clientes, sin los cuales no habría esa trata, ese comercio y esa explotación”.

Y nosotros, desde UGT Andalucía nos preguntamos, si la trata de mujeres con fines de explotación es un delito, ¿qué pasa con los clientes?, ¿no son responsables de alguna manera? Se sabe que en todas las épocas y culturas la trata de mujeres ha contado con la permisividad social y la pasividad de los gobiernos que para nada han ayudado en la erradicación de la misma. No podemos proteger el derecho a la intimidad de los clientes por encima del derecho a la vida y a la integridad física de las mujeres prostituidas. La policía entra en los clubes y ni siquiera los identifica como testigos, ¿o serían más bien cómplices? No debemos seguir socializando a nuestros jóvenes en esa realidad, en la que tener a una mujer al alcance del bolsillo se traduzca, se quiera o no, en la denigración de la misma.

En Suecia, desde que en 1999 se empezó a penalizar a los clientes, el número de mujeres prostituidas se ha reducido en dos tercios y el de clientes en un 80%. Esto da que pensar ¿no?

En UGT Andalucía seguiremos luchando por la abolición de la prostitución, una de las mayores manifestaciones de violencia contra las mujeres y uno de los más flagrantes indicadores de desigualdad en la sociedad actual; en definitiva, otra forma de esclavitud.

Recientemente hemos sabido que en Andalucía se van a crear comisiones contra la trata de mujeres, que serán consideradas víctimas de violencia de género. Parece que ya por fin estamos en el camino de proteger a las verdaderas víctimas de la trata: las mujeres.

Maribel González Gómez

Secretaria de Mujer de UGT Andalucía

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