Igualdad, una actitud genuina de cada ser humano

LUCÍA GONZÁLEZ IRIBARREN. LÍDERES CON PROPÓSITO

Nos encontramos cada día con injusticias en nuestros entornos de trabajo que nosotros mismos normalizamos porque hemos aprendido a respetar más las jerarquías que nuestros propios derechos. Esta es una problemática antigua y actual. Los jefes siguen funcionando con esencia autoritaria y los empleados con esencia sumisa. Necesitamos trabajar para que poco a poco nos multipliquemos como líderes coherentes con nuestro propósito. Si nos fijamos en la pirámide de los siete niveles de consciencia de Barret, vemos que, en general, tanto los empleados como los CEO de los que hablo aquí están en niveles de consciencia que no han superado los primeros tres niveles relacionados con el interés propio y, por lo tanto, no llegan a su necesidad de autorrealizarse, de cumplir con un propósito, de dejar un legado, de ser generosos.

Los empleados están sumergidos en el paradigma del pasado en el que el trabajo es para sobrevivir (necesidades básicas) y no se relaciona con la pasión ni el disfrute. Al mismo tiempo, mantienen una actitud de resignación que implica una autoestima que tiende a ser negativa y una creencia limitante radical que les dice que su voz no nació para hacer una diferencia en el mundo.

Los CEO están cómodos en su posición de poder, llenan su tiempo con reuniones estratégicas de negocio y no priorizan partidas de presupuesto para humanizar sus organizaciones. En el mejor de los casos, tienen una organización con un propósito valioso, pero se tapan los ojos ante el hecho de que lo cumplen en detrimento del bienestar de sus colaboradores.

Así que estamos hablando de niveles de consciencia y de responsabilidad individual en los que debemos poner atención si queremos una sociedad mejor. Debemos elegir darle tiempo al refuerzo de nuestra autoestima y de nuestra consciencia de valor propio; debemos elegir asumir que nuestra vida tiene un propósito que es el que nos va a permitir realizarnos, tener bienestar y contribuir con el bienestar social activamente. Debemos elegir valores de contribución genuina y ponerlos en práctica cada vez que tengamos que tomar una decisión.

Avanzar en este sentido desde luego no es tarea fácil. Sus implicaciones van desde cuestionar profundamente de dónde venimos y hacia dónde queremos ir, hasta lograr cumplir con nuestro compromiso consciente de cambiar desde nuestro ser. Necesitamos cambiar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra actitud.

Será necesario entrenar nuestra mente, generar y reforzar nuevos circuitos neuronales que sustenten nuestro cambio. Tendremos que analizar nuestras emociones y las creencias que, por ejemplo, nos hacen sentir menos o más por la posición en la que estamos a nivel social; o tendremos que aprender a comunicarnos de manera efectiva en un ambiente en el que quizás nunca lo hemos hecho y seguramente encontramos gran resistencia. Tendremos que volver a nuestras motivaciones y a nuestras ambiciones para elegir las que son justas, generosas, buenas, honestas, valientes.

Cuando comenzamos este camino de transformación, estamos, aún sin quererlo, desarrollando nuestro espíritu emprendedor y conectando con nuestro líder interno que estaba adormecido. Inmediatamente nos empoderamos y queremos hacer escuchar nuestra voz porque ya estamos siendo conscientes de su valor y ya no estamos dispuestos a dejarlo escondido. Automáticamente nace en nosotros el deseo de ayudar, de inspirar, de contribuir abiertamente con el mundo. Esto corresponde a transitar por los niveles de consciencia de:

  • Autoestima, en el que reforzamos nuestra consciencia de valor propio y nuestra confianza en nuestras competencias y nuestro ser.
  • Transformación, en el que encontramos la valentía para crecer y desarrollarnos y comenzamos a balancear intereses propios y colectivos.
  • Cohesión interna, en el que conectamos con nuestro propósito, integridad, honestidad, pasión, entusiasmo y humor.
  • Contribución, en el que generamos un impacto positivo en la comunidad a través de nuestra empatía y con foco en el bienestar.

Esta propuesta no constituye una píldora que nos tomamos un día y al día siguiente somos líderes coherentes. Se trata de una decisión de vida. De un cambio medular en la manera de cómo vemos el mundo, la vida y la igualdad. Mujeres y hombres, jóvenes y adultos, jefes y empleados, europeos y latinos, esto es una necesidad real y somos responsables de tomar acción con coraje y entusiasmo.

Lucía González Iribarren

Coach y mentora para Líderes con Propósito

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