Las “tres i” de la televisión

Más de las tres cuartas partes de los españoles se harán la misma pregunta que yo cuando, mando en mano, nos disponemos a buscar en la televisión algún programa, serie, película que capte nuestra atención: ¿Qué he hecho yo para merecerme una tele como esta? Esa pregunta cobró un sentido especial, se elevó a la “n” potencia del absurdo cuando, haciendo zapping, y por arte de la mala suerte, caigo en un programa de la Cuatro que se llamaba “21 días… fumando porros”. Vamos que lo mismo se podía llamar 21 días destrozándote la vida o haciendo el soplagaitas, por ser más respetuosa con el lector o lectora que Don José Camilo Cela. Una periodista que según su currículum, muy bueno por cierto, se podía dedicar a hacer más labores de investigación y menos el “ridiculum”. Perdonad la gracia pero es que maldita sea la ídem del programita. Se me ocurren 21 mil maneras mejores de hacer periodismo y del bueno.
 
Ante el estupor de saber las artes de esta reportera, pregunté a varios profesionales del periodismo en activo su opinión sobre dicho programa y me quedo con la reflexión del gran Rafael Martínez Simancas, un monstruo en lo suyo, que dice (y yo suscribo): «Degradar el oficio de informador, (ya bastante desprestigiado), a niveles de todo vale por la audiencia me parece cuando poco detestable. Lo cuál no quiere decir que no le reconozca un mérito extraordinario a la compañera que hace esa información puesto que por perseguir la noticia se está quitando la vida. Me pregunto si un buen banquero para serlo debería también pedir dinero en la calle, en este caso en «la puta calle», o si un Premio Nobel de la Paz debería participar en una lapidación para conocer el alcance de la maldad del ser humano. Y, si para llegar a santo hace falta pasar por la categoría de genocida. No descartemos grandes momentos de la televisión cuando arrojen reporteros desde aviones para escuchar su narración mientras caen al vacío».
 
Pero no quiero caer en la crítica fácil hacia ese programa y su presentadora, pues al fin y al cabo no es más que un producto de una cadena de televisión y de una productora a la que no quiero dar más publicidad. Se bastan solitos. Mi reflexión va un poco más allá, ¿por qué nos aburre la tele?. ¿Debemos los periodistas exponernos y hacer este tipo de cosas para demostrar nuestra valía? Lo que se llamaba caja tonta ahora además es “idiota”. Poco inteligente, menos imaginativa y cero instructiva. Para ver un programa que contengan esas “tres i” tenemos que trasnochar. Entre el fútbol, el tenis, Informe Semanal, algún debate y los documentales debe haber algún otro programa de interés, ¿no?. Hoy día hasta se echan de menos programas como La Clave, La máquina de la verdad, conducidos por profesionales de los medios y no por Grandes Hermanos o familiares de.  Pensábamos, los incautos televidentes, que con la llegada de la famosa TDT íbamos a poder disfrutar de una televisión de mayor calidad, y pasado unos meses, sólo ha cambiado en que tenemos más canales basura, pero no más calidad. Si queremos ver algo de interés, debemos seguir pagando por ello. También están las televisiones de pago, que nos ofrecen lo más parecido a una televisión a la carta. Pero claro, dejándonos en el camino una cuota mensual. ¿Será una solución a este problema, de la caja más tonta que nunca, la llegada de la televisión en Internet? Fácil se lo están poniendo.
 
Hoy en día, ¿qué programa hace que permanezcas atento más de diez minutos?. El que lo consigue es, o bien porque despierta el morbo, o porque te despierta el libido o porque te has quedado dormido. No hay nadie que se de cuenta de que el Medio de Comunicación más eficaz y directo, junto con la Radio, es la Televisión. ¿O la televisión que tenemos es la que demanda la sociedad? Me niego a creerlo. La televisión no es simplemente el electrodoméstico que adorna el salón y su run-run nos hace compañía.
 
Mónica Urgoiti

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