La motivación y la autoestima

Uno de los principios más importantes de la motivación es el valor de conservar y desarrollar la autoestima. Este principio establece que la gente se motiva para trabajar a un nivel congruente con la percepción que tiene de su propia competencia para hacer una tarea específica. Así, el directivo que logra que sus colaboradores se sientan competentes, aumenta la motivación de éstos para que actúen de un modo competente; el directivo que lesiona la autoestima del colaborador, obtiene resultados  de baja calidad. En otras palabras, mientras más confianza siente la gente, mejor trabaja. Cuanta más alta sea la percepción que tenga el empleado de su competencia personal, más efectivo será su desempeño del trabajo. Propongo diez factores que pueden provocar la motivación por la autoestima: Comunicar el cumplimiento satisfactorio de las tareas, animar a la resolución adecuada de los problemas. Elogiar las tareas bien realizadas para incrementar sentimientos de logro personal, transmitir  la confianza que permita realizar el trabajo sin una supervisión permanente, manifestar explícitamente que usted sabe que el empleado quiere hacer un buen trabajo, idear tareas variadas y creativas para hacer el trabajo interesante. Establecer metas, objetivos…, dar a conocer los resultados, respetar las buenas ideas, valorar a las personas.
 
Son cuatro los principios claves que mantienen o desarrollan la autoestima de las personas y que se pueden utilizar, prácticamente, en todas las ocasiones:
 
La atención centrada en la conducta. Uno de los hechos que más dañan la autoestima es cuando nos centramos en la personalidad y no en el comportamiento, o conducta observable. Centrarse en la persona conlleva, por un lado, que el empleado se ponga a la defensiva, y por otro, que no sepa cuál es el camino por el cual tiene que progresar. Debe tener en cuenta que los empleados quieren oír de forma específica los aspectos positivos de su trabajo y también aquellos que son considerados necesarios para progresar. Por eso, hay que ser  directo, específico y centrarse en el comportamiento observable.
 
Escuchar activamente es la función más vital en el proceso de relación. Nos mantiene en contacto con la gente, nos permite obtener impresiones directas, feedback inmediato e informaciones verídicas. Es la forma de recibir y captar los mensajes del interlocutor. Saber lo que ocurre, escuchar a todos, es un ejercicio que debe practicarse desde el respeto a la confidencialidad y mediante el desarrollo de un clima de confianza. Estar con el equipo, escucharles, es manifestarles la importancia que nos merecen y que les concedemos.
 
Pedir ayuda puede ser una poderosa herramienta para obtener el compromiso del equipo. Varios estudios demuestran que «pedir», más que «decir» conlleva mejores resultados en términos de compromiso con el trabajo a realizar. Preguntando qué sugerencias puede ofrecer una persona, obtendrá de ella mayor cooperación que si le dice lo que tiene que hacer. Es lógico pedir ayuda, cuando se tiene un problema; permite encontrar una solución viable contando con el apoyo del empleado. Además, demuestra que valora su opinión y, a su vez, mantiene o realza la autoestima.
 
Reconocer lo positivo es una  función del mando; influir en la actuación de las personas que están a su cargo, alentando las conductas deseables y desalentándoles de hacer aquéllas que resultan perjudiciales para el rendimiento del equipo. Hoy es momento de reforzar la autoestima. ¿A que esperamos?
 
Ana Mª Herrero

Tags:

Con los pies en el suelo

No tengo tiempo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo