Infancia emprendedora

Mª Ángeles TejadaParece que por una vez va a cumplirse la tradición que acompaña a septiembre. Este es el mes en el que cargamos individualmente de buenos propósitos y en el que renovamos la ilusión para que el nuevo curso de la vida que sucede al verano, limpie las playas con este “levante otoñal” (como dice mi paisano y vecino de infancia Serrat), dejando las playas blancas y el horizonte lleno de esperanza.

Merece especial atención, según datos de mi empresa Randstad, las buenas perspectivas de ofertas de empleo en los sectores como Ventas y Desarrollo de negocio, Retail, IT, Comunicaciones, Marketing y como no, los puestos de trabajo que se crearán en  Logística  y Hostelería, que siempre acompañan los aumentos de ventas y consumo.

Como es natural y como revela la historia de la economía, nuestra condición vital significa crecer y prosperar; las crisis sirven precisamente para reconocer oportunidades y para medir la forma en que las superamos, como el mismo aprendizaje de la vida, pues aprendemos de  los errores y a menudo debemos plantarnos ante un muro para obligarnos a pensar la forma de saltarlo.

Es cierto que seguimos necesitando  empresas, pero aún es más importante que la gente trabaje y se ocupe, y no sólo por la aportación de valor a la sociedad, correspondiendo así a la educación recibida, sino porque todo ser humano debería ganarse su propio sustento, y las previsiones de crecimiento nos permiten recuperar las esperanzas en conseguirlo.

“Seguimos necesitando  empresas, pero aún es más importante que la gente trabaje y se ocupe”

A principios del verano, me llegó una noticia sorprendente y a la vez muy necesaria que ayuda a comprender por qué desde estas páginas y mes a mes, me gusta invocar el espíritu emprendedor como motor de crecimiento y también como necesidad personal para muchas mujeres.

La noticia trata de que en un centro de un  barrio de Barcelona,  concretamente en Bon Pastor, se lleva a cabo un “proyecto de emprendimiento” para niños, desde el nivel P4 (La Vanguardia 29/6/2014). Pues sí, y seguro que habrá gente, que se rasgará las vestiduras pensando en la inutilidad de “enseñar” a emprender en la infancia, antes que enseñar a escribir o incluso hablar. Pues bien, no debería extrañarles tanto porque a menudo, contrastando el resultado de la evaluación de jóvenes universitarios con grado finalizado, no son capaces de elaborar su propio discurso  para que sea capaz de convencer a futuros empleadores y por desgracia, también leen muy poco y les cuesta entender lo que leen; esto no lo digo yo, sino numerosos docentes y profesores de escuelas superiores.

Pues bien, al margen de la anécdota, la parte más positiva, es que parece que por fin la sociedad y los políticos están asumiendo que debe fomentarse la cultura del emprendimiento desde la infancia, y ello también incluye el cambio cultural en nuestros país para que las familias apoyen a sus hijos cuando les plantean que quieren ser emprendedores o empresarios sin necesidad de trabajar para terceros o en la administración.

Naturalmente, no todas ni todos, valemos para ser empresarios, pero sin duda, si desde muy jovencitos, le perdemos el miedo a la aventura, puede convertirse en una forma de vida para mucha gente y sin ninguna duda en una posibilidad de salida profesional muy necesaria.

Recuerdo que en mi infancia escolar siempre existían niñas que levantaban la mano cuando se convocaba cualquier voluntariado o servicio de la propia escuela, ya fuera organizar una merienda, llevar flores a la iglesia o ayudar a otros niños en barrios marginales. Puedo aseguraros que la mayoría de  aquellas personas que se prestaban como voluntarias eran en potencia futuras emprendedoras, porque al final, todo empieza con un sueño, sigue con la voluntad de realizarlo y con el tiempo necesario, trabajo y la constancia para conseguirlo, puede lograrse, pero si, por el contrario, no se logra, también será una buena experiencia porque al menos se habrá intentado.

Por Mª Angeles Tejada

Dtora Gral de Public Affair de Randstad y Presidenta de Fidem

 

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