Grupos inteligentes

Gloria Bellido3

«El trabajo en equipo es bueno»; «Saber trabajar con otras personas es necesario para la mayoría de los puestos de trabajo»; «La cooperación con otras personas siempre nos llevará a mejores soluciones».
 
Muchas veces habremos oído estas frases u otras parecidas en referencia al trabajo en grupo y, sin embargo, ¿cuántas experiencias gratificantes reales hemos tenido al trabajar, codo con codo, junto a otras personas? ¿Realmente salimos contentos y satisfechos de las reuniones de nuestro trabajo o de las de la comunidad de vecinos? Si vuestras experiencias son positivas en la mayoría de los casos, creo que podéis sentiros muy afortunadas.
 
La realidad es que agrupar a diferentes personas con diferentes puntos de vista y objetivos que no siempre coinciden puede ser más frustrante y estresante que productivo, porque los grupos suelen tener muchas dificultades que superar. Siempre habrá las típicas personas que, con tal de sobresalir, son capaces de decir cualquier tontería y otros que, por miedo al fracaso, no aportan cosas que podrían ser interesantes. Están quienes son capaces de ver sólo el lado negativo de las cosas y le sacan pegas a cualquier idea y quienes defienden sus ideas a capa y espada sin intentar entender las opiniones de los demás.
 
Y no se pueden obviar los problemas de comunicación, la falta de escucha activa y la enorme capacidad que tienen los grupos de desviarse del tema propuesto para acabar discutiendo sobre cosas que no tienen nada que ver o de centrarse en las descalificaciones personales.
 
Y todo esto es una verdadera lástima sobre todo pensando en las grandes potencialidades que tiene el pensamiento grupal. Podemos descubrir puntos de vista que desconocíamos, aprender cosas que no sabíamos, ampliar y desarrollar nuestras ideas apoyándonos en las ideas de los demás, aprovechar los puntos fuertes de cada miembro del grupo, etc.
 
Pero el problema radica una vez más en que pretendemos hacer cosas apoyándonos sólo en nuestra intuición, sin que nadie nos haya enseñado como hacerlas antes de ponernos manos a la obra. Porque muchos de nosotros habremos tenido que hacer trabajos en grupo a lo largo de nuestra formación, pero  no creo que ninguna persona se haya sentado con nosotros y nos haya explicado cómo exactamente debíamos hacerlo. Y eso sería algo parecido a coger a una persona y soltarla en mitad de una piscina para que aprenda a nadar sin darle ninguna instrucción previa.
 
Hay muchísimas técnicas que pueden facilitar las interacciones en un grupo y que pueden sacar toda la potencialidad del pensamiento grupal. Y os aseguro que merece la pena intentarlo.
 
Gloria Bellido

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