Europa tiene nombre de mujer

Ana Pérez LunaAna Pérez Luna

El pasado 9 de mayo fue el Día de Europa. Pero no corren tiempos de celebración en el viejo continente, territorio referente de conquistas sociales y espacio garante de libertades y derechos que fue.
 
Europa tiene nombre de mujer, pero lejos queda la bella y dulce muchacha fenicia que recogía flores cuando un Zeus, conquistador y embrutecido a la vez, se enamoró de ella y acabó raptándola convertido en toro bravo. Lejos queda como digo, el mito griego que dio nombre a Europa. Y no es que sea yo precisamente muy partidaria de hablar de este rol de mujer conquistada y delicada, pero es que hay un abismo entre la hija de Agènor y Telefasa y la nueva fémina protagonista en Europa. Han cambiado las cosas y una Merkel invasora, en forma de animal político, condiciona, secuestra y somete a sus vecinos a su antojo y capricho. Menudo contrasentido que el país que dio nombre al continente, Grecia, cuna de la cultura clásica, de históricos pensadores, políticos y filósofos sea hoy el país más represaliado y castigado de la Unión Europea.
 
Tremendo contrasentido, que una Europa con un abanico de leyes propiciatorias del principio de igualdad entre mujeres y hombres, presencie ahora cómo sus políticas de progreso, de justicia y de equidad se estén esfumando en aras de un mercado económico y político cada vez más retrógrado, otra vez sexista sin paliativos, un mercado a disputarse salvajemente por los que siempre mandaron, y quieren seguir haciéndolo, y que en tiempos mejores, todavía tan recientes, nos vendieron a las mujeres participaciones con fecha de caducidad.
Si no fuera porque mi condición feminista me hace evitar ciertos planteamientos, casi me atrevería a pensar que Hera, la famosa esposa de Zeus, se ha reencarnado en forma de Merkel para vengar las infidelidades de su marido.
 
Europa se ha masculinizado, priorizando unos valores que nada tienen que ver con las necesidades de su población en general y de las mujeres que  la habitamos en particular. Los «ritmos monetarios», el FMI, los mercados, la prima de riesgo, y todo eso que tan oscuro suena ha terminado empobreciendo unas tierras, que competían a nivel mundial en color, paisajes, cultura, armonía y alegría. Y sobre todo era líder en derechos sociales y bienestar para sus ciudades y para sus personas sin tener en cuenta de dónde venían ni cuánto traían en el bolsillo.
 
Europa, maltratada y secuestrada se ha vuelto de un gris tan metálico como sus nuevos valores.
 
Expectantes permanecemos, casi con la respiración entrecortada y con la mirada puesta en el país vecino. La esperanza: que Hollande haya venido a correr las cortinas y dejar pasar de nuevo la luz.
 
Ana Pérez Luna
Secretaria de la Mujer de UGT-A

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