Los debates televisivos

Mª Ángeles TejadaHace pocos días intervine como invitada y ponente en un programa de televisión cuyo título era ‘La cara dramática del paro’y  cuyo tema central era, cómo no, los preocupantes datos del último trimestre que en la comunidad, teóricamente más industrializada del país, son de un 22,56% de parados, o sea 840.400 personas. Esta realidad no puede disimularse con recetas mágicas o con el bálsamo de otros temas igualmente preocupantes, como la corrupción, los escraches, el aborto, las “preferentes”, la fiscalidad, etc. Todo muy importante, pero que no debe apartarnos del tema principal.

A menudo la falta de realismo o incluso de cobardía por parte de la gente que tiene el poder y la capacidad de decidir, lo que consiguen es contaminar la moral del pueblo y perturbar por tanto su confianza: las empresarias sabemos que el único lenguaje que entiende la gente es el ejemplo y la claridad, éstas son las reglas que inspiran valores de vida y no hay más.

Compartía este cálido debate con dos personas, bien distintas: un joven periodista de unos treinta años y una mujer multiempleada de 60. Lógicamente, las visiones de ambas personas sobre el problema eran absolutamente distintas y también sus actitudes.

El joven, perteneciente a esta generación de nuestros hijos, decepcionada y desmotivada en gran parte, pues no se cumplieron aquellas “hipotéticas promesas” de trabajo fácil que estaban en el aire durante los 10 años que precedieron al 2008 en los que parecía que bastaba obtener un diploma -que no es lo mismo que aprenderlo- para tener un puesto de trabajo. Y no le faltaba razón en su desilusión, pero perdía su argumento al culpar al entorno y buscar justificaciones fuera del ámbito de su propia responsabilidad.

La otra cara de la moneda la representaba esta trabajadora que, en el fin lógico de su vida laboral, seguía suspirando por una oportunidad que le permitiera, aún sin recursos, acceder con su trabajo y experiencia a un puesto de trabajo. Lo curioso es que antes de que finalizara el programa algún empresario que seguía el debate le ha propuesto una entrevista de trabajo.

Todo ello no trascendería más allá de lo que hay en la calle, pero merece algunas reflexiones y creo que las mujeres que nos gusta más ceñirnos a los hechos que a los propósitos, lo tenemos claro. En primer lugar, hay mucho paro, porque hay menos ofertas de trabajo, a pesar de que existen 82.000 demandas que no pueden cubrirse por no tener la adecuación al puesto. Pero vayamos al grano. ¿Quién genera trabajo y por qué se genera? El tema es obvio: faltan más empresarias y empresarios -fomentemos las vocaciones- y al tiempo hagamos que crezca el consumo en las familias, para que pueda fabricarse más y se justifique la existencia de empresas.

¿Dónde está el pero? Pues simplemente en la racionalización. Cuando te haces empresaria lo primero que haces consiste en descubrir qué sabes hacer y a quién vas a vender lo que haces. Después, buscas los recursos, pero la primera verdad es que una empresa debe justificarse por sí misma y en un mercado competitivo, vende más, quien lo hace mejor y punto.

Hace 20 años, Kodak era líder mundial en “rollos fotográficos” pero hoy las fotos se hacen digitales y hasta con el propio teléfono. Esto es anticiparse y a menudo todo nace de un sueño, pues pensamos que es imposible hasta que alguien lo intenta. Pero, ¿cuál es nuestro enemigo? Sin duda, nuestros miedos; pensamos que vamos a perder algo, que ni siquiera tenemos. Concluiré con algo más: recuerdo que la desocupada de 60 años, que nos acompañó en este debate que he citado, dijo que estaba dispuesta a trabajar, donde, cuando y como fuera para sacar su familia adelante. Aplíquense esto, todas y todos los que busquen trabajo y seguro que algunos, si se preparan, tienen movilidad y aprenden a renunciar a algunas cosas, van a encontrarlo, al fin y al cabo, cuando no tienes nada, tampoco nada puedes perder.

Mª Ángeles Tejada

Directora General de Randstad Public Affairs y Presidenta de Fidem.

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