Twittear

Que conste de entrada que no me gusta inventarme palabras, pero está claro que este verbo no es mío, forma parte ya de nuestro día a día.
 
Espero que la RAE no lo incorpore porque me parecería muy fuerte, pero no podemos obviar que la realidad de nuestro día a día impone cómo se debe legislar.
 
No formo parte de twitter, no lo conozco, pero es de sobra conocido que se ha impuesto en nuestra sociedad y en la forma de comunicarnos. Es cierto que me creé una cuenta en facebook. Al principio era divertido y muy gratificante. Me ha permitido reencontrarme con personas que han formado parte de mi andadura vital y a las que les había perdido el rastro. Me ha permitido un reencuentro, que me atrevo a calificar de inocente. Mi incertidumbre llega cuando no sabes en qué “universo” te has metido. Es de perogrullo decir que todos los progresos tienen su parte buena y su parte mala. Aunque llega un momento que, por muchos límites de privacidad que tú configures, no sabes quién puede ver tu información y quién no. Y lo que es peor, qué utilidad van a darle a esa información.
 
Me niego a apropiarme de el lema “twitteas, luego existes”; pero cada vez se hace más indispensable obtener información si no es a través de las redes sociales. ¡Cuántas noticias leemos a diario en los medios que han sido publicadas primeramente en las redes sociales!
 
Igual estoy equivocada, pero de momento me declaro arcaica a la hora de admitir un medio absolutamente descontrolado, como medio de comunicación social.
 
Lourdes Otero

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