Sin excusas para emprender

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

Hay una frase del propietario de Mango, el Sr. Andic, buen conocedor de la expansión china sobre todo por lo que le toca a su negocio, que dice algo así: “Cada chino quiere ser un emprendedor, mientras que en Europa la gente aspira a estar en una gran estructura”. Naturalmente es sólo una opinión, pero viniendo de alguien que empezó con una tienda de ropa de boutique y tiene un imperio mundial, sin dejar de crecer, pues hay que escucharlo.
 
Supongo que una diferencia, hablando de emprendeduría, entre un chino y un español, será que en un país con 1600 millones de personas tienes poco que perder y por tanto “todo” por arriesgar, mientras que aquí nos hemos acostumbrado a la seguridad. Probablemente nuestros jóvenes casi dejan el “paraguas” familiar buscando seguridad en una empresa grande o en la administración pública.
 
Excusas hay de muchos tipos, desde las trabas administrativas, hasta las pocas facilidades de conciliación para las mujeres, la escasez de “ángeles inversores”, la falta de mensaje social para despertar el espíritu emprendedor, un sistema educativo que no favorece precisamente el mérito, o la creatividad y más cosas, pero a mí me interesa especialmente una causa, que no es otra que el miedo al fracaso.
 
Es obvio que en este país, tan poco dado a premiar la meritocracia y en cambio muy aficionado a admirar y sobretodo, a envidiar “el pelotazo” hasta el punto que el posible éxito profesional de una mujer o de un hombre, muchas veces de forma maliciosa se justifica o se asocia a posibles favores de cualquier tipo a determinado mecenas, padrino o lo que sea. La verdad es que el fracaso no está bien admitido, sin tener en cuenta que todas y todos fracasamos muchas veces en la vida.
 
¿Sabéis cuál es la receta contra el fracaso? Pues no es otra que aprender de él. Se atribuye a Edison una anécdota sobre el casi un millar de experimentos sobre la bombilla incandescente: “al menos he descubierto más de 900 formas que no funcionan”. Pues claro que podemos aprender siguiendo el proceso lógico de todo nuestro aprendizaje, cuando se nos calaba el coche al aprender a conducir, o nos caímos de la bici, todo el mundo aprende de los errores. ¿Por qué no hacerlo profesionalmente?
 
Lo he dicho muchas veces y no dejo de recordarlo, detrás de una empresaria no hay más que un sueño de aventura, iniciativa, control, orden, confianza, saber de “algo”, etc., pero lo que alimenta este deseo de emprender, va más allá de la codicia, no es enriquecerse, es competir y ganar, no es sólo el bien social y la posibilidad de dar trabajo a mucha gente, eso también. Además es el compromiso real con la vida de cada una, es la decisión de levantarse temprano si es posible para decir: “quiero ser empresaria y conseguir que esto funcione”.
 
Para crear empleo necesitamos empresarias, porque aquí hay pocas grandes empresas y muchas pymes. No hay excusas, sólo hace falta, poner en marcha esta idea que concebiste algún día, te aseguro que no existe ningún otro reto más satisfactorio que el vencerse a una misma para cumplir tu sueño. Eso da sentido a nuestras vidas, nos hace felices y permite que otras y otros también lo sean, que no es poco.

Tags:

Mujeres que hacen cine

Una lengua bien afilada

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo