Septiembre

Manuel BellidoManuel Bellido

Septiembre es siempre un buen mes para recomenzar. Se vuelve de vacaciones, después de haber desconectado de la rutina diaria durante varias semanas, cargados de propósitos y de buenas intenciones.  Somos conscientes de no ser inmutables como los minerales, sabemos que poseemos la capacidad de evolucionar y crecer si nos empeñamos. Una de esas posibilidades de enriquecernos  nos las ofrecen los kioscos con esos coleccionables que, todos los años por estas fechas, ofrecen cursos para todos los gustos. Los habituales son los de idiomas, cocina, manualidades, pintura y un sinfín más,  junto a  las tradicionales colecciones de monedas, billetes, medallas, sellos, libros, cd, dvd y, todo aquello, que se pueda ofrecer por entregas a un módico precio semanal. 
 
Llevamos constitucionalmente en nosotros el deseo de interesarnos por todo aquello que pueda aportarnos conocimiento. Muchas de nuestras motivaciones son inconscientes.  Aprender, adaptarnos, mejorar, esforzarnos, forma parte de nuestra naturaleza y son herramientas fundamentales para conseguir objetivos en la vida. Para progresar es fundamental no solo vencer la apatía que a veces nos atornilla en un sofá delante del televisor sin ganas de hacer otra cosa. Para progresar es necesario coger el gusto a lo que se quiere hacer o se hace y sentir pasión por hacerlo. Muchas personas se crecen en la dificultad y no se paran ante el primer obstáculo, otras se hunden ante el menor contratiempo con una actitud inmovilista que les vence psicológicamente, esclavizándolas con pensamientos negativos hasta hacerles tirar la toalla. Terminan no comprando más fascículos, dejando arrinconado en una estantería aquello que habían iniciado con una cierta ilusión. 
 
Fue el estudio de la vida y de las obras de  Leonardo da Vinci en mi juventud lo que inyectaron en mí el deseo de correr riesgos para progresar, de vivir la vida asumiendo el papel de explorador. El explorador es un ser absolutamente ilógico, no conoce nunca el momento en que va a descubrir algo extraordinario, por eso vigila y observa siempre. Da Vinci a parte de ser uno de los más grandes genios de la Historia, consiguió todo lo que consiguió porque no sabía que era imposible conseguirlo. Leonardo tenía un cociente de inteligencia altísimo pero seguramente lo que más lo impulsaba era el gran placer que encontraba haciendo lo que hacía. Leonardo tenía una insaciable sed  de aprender continuamente y de comprobar todo lo que aprendía, avivaba sus experiencias con el refinamiento de sus sentidos, combinaba arte y ciencia porque usaba todo su cerebro, apreciaba que en realidad todas las cosas estaban interconectadas y así lograba formar nuevos patrones y modelos.  
 
Leonardo ha representado para muchos un modelo de progreso constante del que aprender. Leonardo sabía que nuestro cerebro es mucho mejor de lo que nosotros creemos. Septiembre puede ser la oportunidad de provocar un cambio en nuestras vidas. Como proclama el dicho popular: renovarse o morir.
 
Decía Albert Einstein que no existe signo más claro de locura que el de hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos.
 
Manuel Bellido

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