Romper el techo de cristal en la investigación

Hoy en día no es fácil ser investigador en España. Los recursos económicos son escasos, mientras que el nivel de formación y las exigencias para optar a una beca son muy elevadas. Si a esto añadimos las escasas perspectivas de encontrar un puesto laboral como investigador en nuestro país, nos encontramos con un panorama bastante complicado.

Ante esta realidad, es obligado elogiar la labor de los jóvenes investigadores que dedican a su actividad un número de horas muy superior al que demanda un trabajo medio. El trabajo en vacaciones y fines de semana es casi obligado, deben hacer grandes esfuerzos por publicar o presentar una comunicación a un congreso y realizar estancias en centros de investigación extranjeros; al fin y al cabo, un investigador nunca descansa. Todas estas exigencias pueden ser muy duras para cualquier profesional, pero para la población femenina tiene un mérito adicional, pues deben sacar ese tiempo de donde no lo hay y renunciar o posponer ilusiones como la de formar una familia, luchando contra el reloj biológico que no perdona.

Además, deben enfrentarse al llamado “techo de cristal”, tal y como refleja el informe “She Figures” publicado por la Comisión Europea. Según el mismo, el índice relativo que separa a hombres y mujeres investigadoras es de 1,8, donde el índice 1 indicaría que no existe desigualdad, mientras que un índice superior indica la existencia de un techo de cristal para ellas. Este techo de cristal se manifiesta especialmente en la escasez de mujeres en cargos de responsabilidad dentro del mundo científico.

Sin embargo, recientemente he participado como jurado en el XVIII Aniversario de las becas de investigación Manuel de Oya, que otorga el Centro de Información Cerveza y Salud (CICS) cada año a jóvenes investigadores para promover la investigación en torno al consumo moderado de cerveza y sus implicaciones en la salud. En esta ocasión, para celebrar los 18 años de apoyo a jóvenes científicos, se preseleccionaron ocho trabajos entre los 34 realizados en este periodo y, sorprendentemente, los ocho estaban firmados por mujeres. Asimismo, creo que es digno de mención que el 80% de las 34 becas Manuel de Oya concedidas hasta el momento han sido realizadas por féminas.

Por todo ello, creo que es indispensable seguir luchando para romper ese “techo de cristal” que existe, no solo en España, sino en todo el mundo. Para ello es importante adoptar medidas específicas como mantener e incrementar la presencia femenina en jurados y paneles de evaluación para plazas, subvenciones y premios científicos, como hemos visto en la jornada celebrada con motivo del XVIII Aniversario de las becas Manuel de Oya, donde el 100% de las investigaciones que optaban al premio estaban realizadas por mujeres y tres de los ocho miembros del jurado éramos mujeres con una relevante carrera investigadora.

Por todo ello, quiero agradecer al CICS su labor como entidad que, cada año, aporta recursos para la formación de jóvenes investigadores e investigadoras. De hecho, este centro concede cada año dos becas entre un número que suele rondar las 40 solicitudes, por lo que los seleccionados son personas valiosas que no podrían investigar de no ser por la obtención de esta ayuda. Se trata de una concesión que decide cada año un grupo de científicos independientes, miembros del Comité Científico del CICS, que busca la calidad en las propuestas, en los investigadores y en los equipos sin conocer el nombre ni el sexo de las personas que optan a las mismas.

Así, creo que es importante exigir a las instituciones científicas que implementen políticas de igualdad y ofrecer una mayor visibilidad al trabajo llevado a cabo por investigadoras ya que, actualmente, existe ese “techo de cristal” del que hablaba al inicio de este artículo. Desde jóvenes, se deben dar a conocer modelos que sirvan de rol e inspiración para fomentar la vocación investigadora, que puedan competir por un futuro profesional en una carrera digna y en igualdad de condiciones.

Rosa María Ortega

Catedrática del Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia

de la Universidad Complutense de Madrid

 

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