¿Queremos igualdad?

Isabel GarcíaIsabel García

El pasado mes de mayo Aragón abría la puerta legal de la custodia compartida en España después de que las Cortes aprobaran la primera ley en nuestro país que considera ésta como el régimen preferente que ha de adoptar los jueces en los casos de separación o divorcio cuando no haya acuerdo de los progenitores. Hoy en España se separan o divorcian cada año más de 100.000 parejas y sólo en el 5% de los casos se conceden custodias compartidas; la sentencia al uso atribuye a la mujer el cuidado de los hijos, la utilización de la vivienda y una pensión de alimentos. Con este panorama de fondo, el debate social está de nuevo abierto: ¿la custodia compartida favorece la igualdad entre hombres y mujeres o perjudica a las madres y a los menores? Y mientras tanto yo me pregunto cómo puede ir en contra de un niño el que siga manteniendo un contacto equitativo con ambos progenitores y por qué gran parte del feminismo se muestra contrario a la custodia compartida de los hijos, si al tiempo asume que la única posibilidad de las mujeres, trabajadoras y madres, de tener espacios personales y profesionales es dejar de cargar en solitario con su cuidado y educación.
 
Señoras, señores, que los hijos no son sólo de nosotras, las madres. Que no podemos exigir igualdad en los salarios, en las cúpulas de las empresas o en la realización de las tareas del hogar mientras consentimos que se trate al padre de nuestro hijo como algo ajeno y externo, que paga mensualmente pero que debe conformarse con visitarle un fin de semana de cada dos. Que no podemos utilizar a nuestros hijos como armas en un conflicto del que deben ser alejados. Señoras, señores, ¿cómo vamos a poner obstáculos a aquellos padres, minoritarios pero afortunadamente crecientes, que quieren participar en la corresponsabilidad tantas veces exigida a los hombres?
 
Isabel García

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