Parches

Gloria BellidoGloria Bellido

Un parche de nicotina sirve para ir liberando nicotina poco a poco a través de la piel y provocar así que el síndrome de abstinencia sea más leve en las personas que han decidido dejar de fumar.
 
En general, los parches son pequeños arreglos que se hacen para intentar paliar las consecuencias de un problema que no se puede solucionar del todo.  Parece que últimamente la política consiste en aplicar parches en todos los huecos o rendijas que se encuentran en la pared en lugar de intentar reconstruirla.
 
Yo no soy fumadora, de hecho cada vez que alguien fuma a mi lado me escuece la garganta y me lloran los ojos y, sin embargo, no puedo dejar de preguntarme por la idoneidad de la Ley Antitabaco. Por supuesto que sus objetivos son de los más loables: hacer que las personas fumen menos y que los no fumadores no tengan que tragarse el humo ajeno. Lo que no puedo dejar de preguntarme es si el Gobierno de España y, en general, todos los gobiernos que han impuesto esta ley no están actuando como padres autoritarios que pretenden educar a sus hijos sólo a base de normas y prohibiciones y no como un padre  democrático, en el sentido verdadero de la palabra y no permisivo, capaz de dotar mediante la educación de las habilidades necesarias a sus hijos para que tomen ellos las decisiones, con libertad y autonomía.
 
Y la Ley Antitabaco es sólo el ejemplo más cercano, pero como ése podemos encontrar en muchos casos un exceso de legislación, un intento por parte de los órganos legisladores de interferir en conductas que deberían ser de libre elección para el ciudadano. Porque es cierto que todos cometemos muchas conductas que son perjudiciales para nuestra salud como la de fumar, beber alcohol o tomar un exceso de grasas saturadas, pero por suerte o por desgracia somos personas libres que también tenemos el riesgo de equivocarnos.
 
No creo que sea función de un Gobierno el prohibirnos dichas conductas, sino si acaso la de educarnos desde pequeños para que tomemos nuestras decisiones de forma sensata. Pero la última palabra siempre debe ser del individuo.
 
Por supuesto esto no es aplicable a conductas que perjudiquen al resto de las personas de la sociedad. En esto sí que tiene potestad el gobierno para interferir y velar por el respeto de los derechos de todos. Sin embargo, poco a poco, parece que la legislación intenta controlar cada vez más ámbitos de nuestras vidas hasta el punto en que en algún momento podrían prohibir, o al  menos castigar, a los locales de comida basura, pues son muy perjudiciales para nuestra salud.
 
Eso último es por supuesto una exageración pero desde luego tenemos que tener cuidado con las leyes que no nos consideran ciudadanos lo suficientemente responsables como para tomar las decisiones por nosotros.
 
Como siempre es mucho más fácil hacer leyes que regulen y poner parches a intentar inculcar una educación en democracia y libertad.
 
Gloria Bellido

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