Mujeres y hombres

Mª Ángeles TejadaMª Ángeles Tejada

“Con ellas podríamos descubrir la vida si las dejáramos respirar”. Jolín, vaya frase y no es de un poeta de esos que lanzan al viento utopías para hacernos soñar, que no es poco, porque la frase es de un sociólogo, catedrático de Berkeley y más cosas, que se llama Manel Castells, que sabe de economía y que entiende del valor añadido de las personas en el trabajo. En su último libro habla de mujeres y hombres y de las herencias de clase que han llevado el mundo hasta donde está actualmente, nos recuerda que la competición por el poder o el control de la producción, tan patriarcales desde el albor de los tiempos, no permite disfrutar del sentido real de la vida, que está más cercano de la espiritualidad, la conciliación o la intuición tan femenina.
 
Todo eso, en la práctica representa que, en la medida en que las mujeres hemos ido equiparándonos a los hombres en la política, la empresa y algo menos en la familia, no tenemos  que perder para nada la riqueza de sensibilidad acumulada a través de la historia, sino todo lo contrario, pues nuestro componente relacional favorece que la gente se comunique mejor, único camino para saber lo que se piensa, y pueda enriquecerse de las experiencias de los otros para salir adelante.
 
Cada vez tengo más claro que el momento tan especial que vivimos, nos va a tocar a las mujeres emprender, de la misma forma que usualmente lo hacemos en el ámbito de nuestras familias y eso significa tomar responsabilidades y aportar creatividad e innovación, cuando los modelos que nos han llevado hasta aquí, no ofrecen más respuestas. Hay un criterio interesante, que recoge el Dr. Castells y que se refiere al carácter unidimensional de los hombres, frente a la multidimensión femenina. Pienso que esta visión debe aprenderse y      de­sarrollarse para que pueda ser aplicada en un mundo que ya por sí mismo, es global.
 
Estoy convencida que el mayor problema de este país no es que hayan 5 millones de parados, eso es sólo un dato, el problema es que, nadie ha profundizado en las causas de esta cifra, que obviamente no puede adjudicarse sólo al sector de la construcción o a la crisis mundial, porque al margen de las razones que son muchas, seguro que tiene que ver con las pocas ideas de verdad innovadoras y estimulantes de los últimos 10 años, excepto las que proporcionaban valor a corto plazo (acordaos de la proliferación de agencias bancarias, prestamistas, inmobiliarias y tiendas del todo a 100 hasta “retail”), pero nadie se ocupó de facilitar la creación de más empresas con vocación de permanencia, ni de hacer una reforma laboral realmente flexible. En la educación se estimuló la mediocridad, se multiplicaron las subvenciones y se perdieron valores como la cultura, el esfuerzo, la autoridad o incluso el respeto.
 
Quizás haría falta que las mujeres  nos emancipáramos de verdad, sin tener que pagar un precio por ocuparnos de los hijos, sin sentirnos culpables en el trabajo pensando que no cumplimos profesionalmente por las limitaciones familiares. Naturalmente hay que conciliar, pero la pareja también, y debemos pensar más en calidad y productividad que en el tiempo empleado y que cada cual emprenda su proyecto de vida con libertad, de forma que, tanto si la elección es familiar, profesional o ambas, lo hagamos con la ilusión de hacer bien lo que nos toque en cada momento. Ya que somos multidisciplinarias, vamos a ser también eficientes.
 
Mª Ángeles Tejada

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