Mudanza, ¿caos o aventura?

Mónica Urgoiti ArísteguiMónica Urgoiti Arístegui

Me lo he tenido que pensar dos veces antes de hacerlo, pero -¡Carlota, nos mudamos!- . Y van doce.  Doce veces que cojo mi vida y me la pongo por montera. Meto libros, pinturas, perros y tortugas y, a comenzar una nueva vida en un hogar distinto. Para que luego me digan que las mudanzas deprimen. Con la cantidad de cosas que hay que hacer, con la cantidad cachivaches que hay que empaquetar y de cajas que hay luego que abrir. No puedo permitirme caer en el abatimiento. Busco como loca las cosas de aseo, ropa para poder salir al día siguiente a trabajar y la de Carlota para que pueda ir al cole. Abro caja tras caja sin saber dónde colocar las cosas. Y como la abro, la vuelvo a cerrar. Hoy no necesito distracciones, pero no paro de encontrar recuerdos que hace tiempo no miraba, fotos, cartas, dibujos. Hay que ver la cantidad de cosas que podemos acumular en unos pocos años. Pero para eso también están las mudanzas, para renovarse y tirar cosas.
 
¿Pero cómo viven los niños una mudanza? De todos es sabido que los cambios nos afectan a todos, mayores y niños, pero a éstos les supone un esfuerzo extra porque pierden su entorno de seguridad, su continuidad, sus costumbres. Ver como metes sus cositas en cajas les debe aterrar. Y mamá, ¿a dónde se llevan esos señores mis vestidos y muñecas?  Para tranquilizarle y tranquilizarme, he emulado la película ‘La vida es bella’, de Benigni. Tremendo peliculón. Se lo he planteado como un juego. Ella, es la Princesa de las Cajas Doradas y yo la Reina de la Cinta de Embalar. Y dentro de las doscientas setenta y cinco cajas va escondido un Tesoro que tenemos que “luchar” para encontrar. Hemos de vencer a los “malos”, que son la pereza de vivir en una casa desconocida llena hasta el techo de cajas, la desidia de abrir una tras otra y no saber dónde colocar las cosas, el tostón de no hacer otra cosa durante un mes. Pero en el camino, también nos vamos a encontrar con pequeñas recompensas, que haremos nuestros “amigos”. Ese peluche que no encontrabas, esas fotos de bebé que hace mucho no veíamos juntas. Comer como si estuviéramos en el desierto en una jaima, sobre un colchón en el suelo y mantas haciendo las veces de mantel. Súbete a la torre de cajas para ver si ahí está el tesoro; bájate, no vayas a caerte en el pozo de los cocodrilos.
 
Esta mudanza está siendo todo un ejercicio y una lección para mí. Mi hija la está disfrutando. He conseguido hacer de un momento de tensión emocional una experiencia positiva para ella. Hacer los deberes del cole sobre mi cama, quizás no sea lo ideal, pero si lo idóneo en este momento. Cenar comida rápida, porque los fuegos no funcionan, tampoco es una dieta equilibrada, pero equilibra el estado de ansiedad que puede suponer un cambio así. Bañarnos en vez de ducharnos no sirve para ahorrar agua y energía lo sé, pero me ahorra muchos quebraderos de cabeza. Porque la mudanza es un juego para ella, es su aventura de esta primavera, que seguro recordará con la mayor de las ilusiones. Mientras, la Reina de la Cinta de Embalar, intenta poner un poco de orden entre tanta caja, entre tanto caos. Y esto, ahora, ¿dónde lo coloco yo?
 
Mónica Urgoiti Arístegui

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