¿Y si la frustración existe?

Durante los últimos meses, he reflexionado en los diferentes artículos sobre el emprendimiento como capacidad de liderar proyectos en tu vida. Diversos han sido los temas tratados, pero un concepto era común en casi todos ellos la importancia de que desde la más tierna infancia, en la provocadora adolescencia, hasta la sensata juventud, debemos enseñar a nuestros hijos la necesidad de ser consecuentes con sus actos para madurar y llegar a tomar decisiones como emprender proyectos de vida profesional o personal.

FOTO-SECUNDARIAb-1024x768-439x329-2-1-1-1En el artículo de hoy quisiera describir con palabras el concepto de la frustración diferente al fracaso. Tenemos mucho miedo, en general, a que los chicos fracasen porque pensamos que se van a frustrar. Bien, pues analizamos el fracaso como proceso de aprendizaje, al igual que el éxito, nos enseña que las cosas no son accesibles siempre, a veces nunca. Nos muestra el camino del esfuerzo para conseguir metas. Aprender a errar de nuestras conductas nos posibilita descubrir caminos alternativos, que en muchas ocasiones son la puerta abierta a esa cerrada puerta.

¿Es realmente necesario privar a los más pequeños del éxito o fracaso? No, rotundamente no. Cuando conseguimos aquello por lo que hemos luchado generamos en nosotros una gran satisfacción. Pero cuando fracasamos, aprendemos a continuar superando dificultades. Todo supone esfuerzo. Si somos los adultos quienes les ayudamos en todos sus proyectos, somos nosotros los autores del resultado.

¿Cómo se sentirán nuestros menores si les hemos facilitado absolutamente todo el camino? Muchas son las variables que intervienen en el fracaso o éxito, algunas incontrolables. Proteger a nuestros hijos de todo aquello que les supone una barrera, les imposibilita conocer sus capacidades. Hay que entender que cada vez que les justificamos, protegemos o excusamos, les estamos desprotegiendo de la posibilidad de descubrir sus potencialidades. Evitar que fallen les enseña la compasión, les anula sus aptitudes. ¿Cómo se sentirán cuando no podamos justificarles o protegerles? Se sentirán solos sin capacidad de decisión. En la vida hay que descubrir los propios caminos, a veces serán los correctos y, otras veces, los erróneos. Saber distinguir el adecuado es un recorrido de aciertos y errores.

La frustración es un proceso que aumenta si atribuimos nuestro éxito o fracaso a variables incontrolable, como el azar. ¿Qué somos los adultos sino ese tipo de variable?, les resolvemos las cosas, no les enseñamos a hacerlas. Si atribuimos ese éxito o fracaso a variables controlables, como el esfuerzo, les enseñamos a ser capaces y la frustración disminuye. ¿Qué son ellos mismos sino este control de su capacidad? La frustración es la incapacidad de controlar las consecuencias de lo que hacemos. Enseñemos a las generaciones futuras a controlar su vida, lo que les generará motivación y les ayudará a emprender cualquier proyecto futuro.

Quisiera remarcar también la importancia de estar a su lado desde la distancia. Cuando se caigan ayudarles a levantarse, cuando sufran escuchar su malestar, cuando se equivoquen apoyarles en la búsqueda de la solución, cuando triunfen disfrutar con ellos de su alegría; y siempre, siempre, ser la luz que les guía evitando ser el remo que les conduce.

María Cristina Hernández
Psychologist of Secondary and High School
Brains International School

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