Mujeres STEM, mujeres emprendedoras

MAR ANGULO. U-TAD

Releí durante las últimas Navidades Cartas a una joven matemática, de Ian Stewart, y volvió a encantarme cómo se le cuenta a Meg, una chica imaginaria, la importancia de las matemáticas, cómo se le explica qué hacen y también cómo razonan los matemáticos. Me apasiona cómo el autor le transmite de forma clara y casi emocionada la belleza que hay en esta disciplina.

Y pude imaginarme a Meg deseando estudiar Matemáticas, o Ingeniería, o Física, deseando saber más de esa ciencia que le atrae, esas matemáticas de las que está conociendo aspectos que nunca había siquiera imaginado. Pude imaginarme a Meg disipando dudas, desmontando falsos estereotipos y sintiéndose capaz de emprender una aventura en una carrera STEM, ilusionada y convencida de que esa carrera sería la puerta a un futuro repleto de oportunidades.

Como Meg, muchas jóvenes miran en este momento las carreras tecnológicas y científicas con una mezcla de atracción y de incertidumbre, sabiendo que efectivamente cursar una carrera STEM significa empleabilidad, significa vanguardia y significa libertad. Significa que podrán elegir dónde y en qué sector quieren desarrollar su carrera profesional, en la ingeniería, en la comunicación, en la investigación, en la música.

Hoy nadie pone en duda que la capacidad de análisis, razonamiento cuantitativo y la habilidad para resolver problemas que se adquieren en una carrera científica son consideradas, por su transversalidad, tremendamente atractivas, incluso indispensables, en todos los sectores empresariales, tanto en el ámbito público como en el privado.

El mundo, como dice el propio Stewart, necesita desesperadamente matemáticos, físicos, y programadores. Yo creo que el mundo necesita también más mujeres que se decidan a estudiar una carrera tecnológica, porque lejos de la frialdad y la pura abstracción que muchas veces se les atribuye, las carreras científicas y técnicas son profunda y radicalmente sociales, pues están en la base de la respuesta a cualquier problema, incluso a cualquiera de los retos a los que nos enfrentamos como sociedad.

El conocimiento y el reconocimiento público del valor social de la ciencia es muy necesario a la hora de invertir tendencias y desterrar la falsa idea de que las ciencias son más “cosa de chicos”.

Todos, y muy especialmente, los profesores y los comunicadores, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de participar activamente en ese cambio. Es una tarea apasionante poder transmitir a tantas Meg, que miran hacia las STEM con ilusión pero con cierto temor, que aprender en ciencias es mucho más que prepararse para el futuro; es también vivir un aprendizaje intenso y muy gratificante. Es muy bueno hacerles saber que aprender a aprender, a pensar, a dudar, a demostrar, proporciona también grandes dosis de entusiasmo al tiempo que hacen su carrera.

Y es una tarea necesaria, a la que todos estamos convocados: ilusionar y convencer a nuestras jóvenes, porque la incorporación de la mujer a las carreras tecnológicas es un paso inexcusable y decisivo para que puedan incorporarse también a los procesos de decisión. Para que pueda existir una igualdad plena y real.

Mar Angulo

Coordinadora Académica del Doble Grado en Ingeniería del Software y Matemática Computacional del Centro Universitario U-tad

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