La inteligencia emocional y la crisis

Ana Maria HerreroAna Maria Herrero

Hace unos meses la revista «Capital» entrevistaba a Daniel Goleman, el autor del best-seller «Inteligencia Emocional», quien reivindica que las condiciones intelectuales no son la única garantía de éxito en el ámbito profesional, sino sólo un factor que debe unirse a las capacidades emocionales. En dicha entrevista el psicólogo estadounidense afirmaba que debido a esta crisis, la gente está siendo más emocional que nunca, porque ante la caída de la economía han surgido todas las incertidumbres, dudas e inquietudes y éstas se han convertido en pánico, lo que a su vez aumenta la sensación de crisis de forma exponencial. El autor concluía que la actual crisis financiera es una crisis emocional colectiva. Decimos que una persona actúa con inteligencia emocional cuando es capaz de utilizar de forma positiva sus emociones y sentimientos, comprenderlos, controlarlos y hacer uso de esa información para guiar su pensamiento y sus acciones
 
La Inteligencia Emocional es muy útil en tiempos de bonanza, pero lo es aún más en tiempos de crisis. Nunca debemos infravalorar el poder que las emociones poseen en nuestras vidas. En este momento es un acierto convertir  nuestras emociones en una de nuestras fortalezas a las cuales podamos recurrir cuando veamos que todo lo demás se tambalea. Se habla mucho sobre la importancia de generar confianza para poder salir de esta crisis, pero lo que no se dice es que esta confianza depende en gran parte de la correcta gestión de las emociones propias y ajenas.
 
Disponemos de una mente que piensa y otra que siente, no lo olvidemos, y ambas son formas básicas de conocimiento que interactúan para construir nuestra vida mental; en la medida en que se establece una comunicación adecuada entre esos dos cerebros tendremos un mayor o menor equilibrio personal. Los afectos y sentimientos juegan un papel determinante, de éxito o fracaso, en el comportamiento inteligente. No los subestimemos y aprendamos a utilizarlos adecuadamente pues constituyen una herramienta muy poderosa para lograr la excelencia personal y profesional. Aprender a expresar, comprender y finalmente «controlar» las emociones propias y ajenas es la clave para mejorar la salud mental de un individuo y la productividad de su empresa. Lograr este dominio sobre nuestras emociones y las de quienes nos rodean mejora la salud mental y física, optimizando también la productividad de las empresas.  En este proceso, que requiere tiempo y dedicación, lo primero es evaluar  nuestro nivel  de inteligencia emocional.  Debemos preguntarnos si expresamos bien nuestras emociones o por el contrario  las inhibimos; si sabemos  ‘capitalizarlas’ para potenciar sus aspectos positivos, como la creatividad o la capacidad de decisión o si, por ejemplo, comprendemos emociones complejas, como los celos o la vergüenza.
 
Después,  aprenderemos a vivirlas incluso  las relacionadas con un alto estrés emocional, y por último entrenaremos  las  habilidades con las que se consigue canalizarlas en positivo. Desde una buena gestión emocional y de bienestar de vida se puede afrontar  esta situación de crisis de  manera diferente. Yo estoy en ello, ¿te animas?

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