¿Estamos preparados para hacer estas funciones?

Ana Maria HerreroAna Maria Herrero

¿Qué es lo que hace un directivo? Es una pregunta que se suelen plantear muchas personas dentro y fuera de las organizaciones. Al responder diremos que como directivos “planificamos, organizamos, dirigimos y controlamos”, pero seguimos insistiendo, ¿qué hacemos los directivos en concreto cuando trabajamos?, ¿en que empleamos nuestro tiempo?, ¿cuánto tiempo dedicamos a aspectos tales como informes y datos y cuánto a relaciones directamente con personas? Éstos son los interrogantes que nos planteamos para tener una idea real que nos permita mejorar la eficacia de nuestras funciones. Usted es una persona formalmente encargada de una unidad organizacional. La autoridad formal le confiere un estatus especial dentro de dicha estructura; y es a partir de esa autoridad y ese estatus donde surgen las funciones interpersonales, informativas y de decisión.
 
Las funciones interpersonales son las actividades relacionadas directamente con el trato y la relación con las personas. El directivo es la cabeza visible: ser directivo comporta ser un representante de la organización, o satisfacer una necesidad social. Aunque estas funciones sean, a veces, rutinarias, conlleven poca comunicación y no exigen decisiones importantes, son necesarias para el buen funcionamiento de la empresa y no deben ser ignoradas. El directivo como líder: su objetivo primordial consiste en efectuar una integración entre las necesidades individuales y los objetivos de la organización, fomentando así la eficiencia. La autoridad formal dota al individuo de gran poder potencial; el liderazgo determina la parte de este poder que utiliza realmente. El directivo como enlace: Con esta función, el directivo conecta su organización con el entorno, y reúne una amplísima gama de contactos con miras a mejorar la posición de la organización. Las funciones informativas van encaminadas a la recuperación y la transmisión de información. El directivo como detector: Busca información a fin de detectar cambios, identificar problemas y oportunidades, ampliar el conocimiento del medio que le rodea, y lo más importante, debe de disponer de la información necesaria para cuando ésta deba ser difundida o sea necesario tomar decisiones. El directivo como difusor:  El acceso especial a la información le permite desempeñar la difícil función de difusor de la información externa, al interior de la empresa. Para hacerlo el directivo debe interpretar adecuadamente esta información. El directivo como portavoz: En su condición de autoridad formal, usted se ve obligado a hablar en nombre de la organización y, como “centro neurálgico”, dispone de la información para hacerlo. Por otro lado, sólo puede conservar su red de enlaces compartiendo información con sus contactos.
 
Las Funciones de toma de decisiones implican su participación en el proceso de determinación de estrategias. El directivo como promotor. Desde su función de detector, decidirá lo que es necesario para que su organización emprenda una acción a fin de mejorar la situación existente. Será el principal promotor de estas ideas o acciones para que se lleven a buen término.  El directivo como gestor de anomalías: Un acontecimiento imprevisto puede precipitar una anomalía, y un problema que permanezca largo tiempo sin solución puede desembocar en una crisis. Estas situaciones suelen restar mucho tiempo y deberá actuar antes de que la situación sea crítica, así como prever las consecuencias de cada acción emprendida por su organización. El directivo como asignador de recursos: Debe supervisar el sistema por el que se asignan los recursos de la organización. De hecho, asigna recursos al tomar prácticamente cualquier decisión. El directivo como negociador. Los estudios revelan que los directivos pasan mucho tiempo negociando. Forman parte de su trabajo pues sólo él dispone de la información central que las negociaciones importantes exigen, y sólo él puede comprometer “en tiempo real” los recursos de la organización. ¿Estamos preparados para hacer estas funciones?, ¿tenemos la suerte de habernos formado?  ¿o por el contrario hemos tenido que aprender de la experiencia? ¿qué nos falta para ser buenos directivos?
 
Ana Mª Herrero

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