¡Estamos de fiesta!

Mónica Urgoiti ArísteguiMónica Urgoiti Arístegui

Es una frivolidad lo que voy a decir, pero me encanta Ascot, el rancio abolengo de las carreras más tradicionales y antiguas de Gran Bretaña. Todos los años los tocados de las mujeres, y alguna de las chisteras de los hombres, se superan a sí  mismos y ponen a prueba el buen gusto y la teoría de la gravedad. Hay verdaderas obras de arte y hay verdaderas tomaduras de pelo para el idem. Y es que Ascot es un puro reflejo de lo que es la sociedad inglesa, cordialmente educada y excéntrica. Son los genios de la flema, lo pomposo y la cautela, menos cuando viene de vacaciones a Torremolinos,  por no hablar de la ingesta de alcohol en grandes cantidades que por olvidarse de todo se olvidan hasta de las camisetas. (Aunque ahora se tienen que andar con ojo porque les puede caer una multas de 300 a 500 euros por ir desnudo, y de 120 a 300 euros por ir en bañador en las calles que no sean cercanas a la playa o el paseo marítimo).
 
Aquí no tenemos nada parecido a estos fastos, pero tampoco tenemos nada que envidiarles. Con la llegada del verano llegan las fiestas populares a toda España, desde la Tomatina, pasando por la Semana Grande de Donosti, y los consabidos y reconocidos Sanfermines,  pero… estamos en crisis. Los ayuntamientos tienen menos dinero para gastar en toros, artistas, fuegos artificiales… Hace poco se ha publicado que, por ejemplo, de los 50.000 euros de un cantante a nivel nacional se pasa a uno local que cuesta en torno a 6.000. Así sucede también en todos los aspectos que rodean la fiesta. Los alcaldes entienden que en época de dificultades el dinero es mejor destinarlo a aspectos necesarios y no a la diversión. Deberemos estrujarnos las meninges para ponerle más imaginación que pasta, porque lo que está claro es que, llegando a estas alturas del año, necesitamos desahogarnos y festejar, va en nuestro ánimo. Hay sitios en los que llevan todo el año preparando sus fiestas, para que ahora venga este señor incómodo llamado Crisis que nos quiere fastidiar.
 
En tiempos de crisis hay que  sacar de  debajo de las piedras ideas imaginativas y baratas. No es una cuestión de ignorar la realidad, es una cuestión de desechar el pesimismo y el abatimiento. En un ayuntamiento de Segovia han comenzado a recibir aportaciones privadas para contribuir a celebrar las fiestas patronales, una orquesta sevillana te ofrece un tres por una: música, diversión y espectáculo luminotécnico por el mismo precio. En un pueblo de Valencia unas piscinas municipales han cedido sus instalaciones gratuitamente para que se celebren allí las actuaciones musicales. Y es que querer muchas veces, las más, es poder.  Venimos todo el año analizando nuestra situación económica, mirando euro a euro para poder llegar a final de mes, con los agobios claros de estas épocas, pero cuando llega el día de nuestro patrón o patrona, nos ponemos nuestras mejores galas y a celebrar que son dos días. ¿Si las fiestas son el único momento que tenemos para arrinconar las preocupaciones, por qué los ayuntamientos nos recortan los gasto en festejos y no recortan los de los coches oficiales, sueldos, mariscadas y corbatas…? ¡Hombre alcalde, vayámonos de fiesta!
 
Mónica Urgoiti

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