Despertar ante la crisis

He oído demasiadas veces que este inicio del siglo XXI, significa el despertar, de las mujeres en el mundo laboral. La verdad es que esta acepción no me parece nada afortunada, porque las mujeres no necesitamos despertar de nada, porque nunca hemos dejado de estar en la sociedad, trabajando y ocupando un rol decisivo, aunque no siempre reconocido.
 
No es nada despreciable que según el estudio realizado sobre Impacto de la actividad empresarial femenina en la economía española, elaborado para la Organización de Mujeres Empresarias y gerencia Activa (Omega) y Banesto, “el 69% de las mueres empresarias aporta más del 50% de los ingresos de economía doméstica”, constituyendo las mujeres el 33% del empresariado español.
 
Según el documento “Economía Social en la Unión Europea”, la mujer representa una fuente importante de generación de empleo y de riqueza, empleando a más de 11 millones de personas; además, en el último decenio las mujeres con empleo aumentaron en 200 millones, hasta alcanzar los 1.200 millones de empleos.
 
Asimismo la presencia de directivas  en este segmento también sigue aumentando, pues del 43% de empleos femeninos, un 36% tiene puestos directivos. Según CEPES, el 45,89% del empleo creado en cooperativas corresponde a mujeres. Pero como diría Thomas Fuller, “lo bueno no es bueno, cuando se espera algo mejor” y por ello no debemos pararnos ahí.
 
Creo honestamente que las mujeres emprendedoras y directivas no podemos autolimitarnos y  si queremos superar la susodicha brecha salarial, que aún se sufre en determinados sectores de la economía, debemos fijarnos objetivos ligados a la competitividad y los resultados, en congruencia con lo que se valora en la economía de mercado, que es conocimiento y si apuramos un poco más, diría que es el conocimiento crítico, o sea, los valores diferenciales que te hacen mejor que la competencia.
 
Hay que asumir compromisos y puestos de decisión, ya que continúa siendo una incongruencia que la representación femenina en altos cargos, suponga sólo un 5%, cuando nuestro colectivo  corresponde a más de la mitad de alumnos en las Universidades y en las facultades de Economía y Empresa.
 
Estamos en un mercado altamente competitivo, que requiere flexibilidad, movilidad y adaptación constante. Por ello y siendo muy humano, racional y digno tener una vida plena en la que pueda conjugarse trabajo y familia, es necesario en cada caso definir qué es lo realmente importante y cómo queremos dar sentido a nuestras vidas. Hemos de entender que por mucho que queramos separarlas, somos una sola persona y la armonización de una perfecta vida social, familiar y laboral requiere gran organización, capacidad de sacrificio y especialmente el apoyo, la colaboración y la contribución efectiva de la pareja o las personas con las que convivimos y que pertenecen a este proyecto personal.
 
Por último, es importante destacar que precisamente en las épocas de crisis es cuando parece posible acudir al cambio que permita descubrir las oportunidades, las crisis sólo pueden superarse con ilusión, valores, actitud e innovación, y yo añadiría con mucho esfuerzo y una dosis de sacrificio, el necesario que corresponda a los objetivos individuales que nos propongamos cada una de nosotras en el ámbito de nuestra vida.
 
Mª Ángeles Tejada

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