Cambiar a mejor

Gloria BellidoGloria Bellido

Todos nos habremos encontrado alguna vez en la vida con la situación de tener que hacer una maleta y mudarnos. Muchas veces dentro de nuestra misma ciudad y otras veces a algún otro sitio.
 
Cuando esto último ocurre, siempre nos encontraremos a algún amigo que nos dirá la famosa frase: ¡No cambies nunca! Suelen soltar esa frase tan contentos, como si eso que nos aconsejan fuera posible o incluso deseable.
 
La realidad, sin embargo, suele ser distinta: cuando te mudas a otra ciudad, te das cuenta de que no sólo lo que hay a tu alrededor es diferente, sino que en pequeños detalles tú también vas cambiando imperceptiblemente.
 
Tus hábitos y tus rutinas se modifican. La hora a la que pones el despertador es diferente, el café de por las mañanas ya no sabe igual y las caras que te encuentras todos los días no son las mismas.
 
Haces nuevos amigos, conoces nuevos lugares a dónde ir y, poco a poco, te vas dando cuenta de que tu forma de hablar, de pensar y de ver el mundo van cambiando.
 
Los seres humanos, como todos los demás animales, tenemos una increíble capacidad para adaptarnos al medio y sobrevivir. Normalmente cuantas más situaciones diferentes hayamos pasado en nuestra vida, más desarrollada tendremos esa capacidad. Por eso, cualquier posibilidad que tengamos para cambiar y evolucionar debería ser agradecida y no temida o rechazada.
 
Que nuestra forma de ser vaya cambiando con el tiempo no tiene porqué significar que perdamos cosas que antes teníamos, sino todo lo contrario. Cada actitud, habilidad o conocimiento que adoptamos se va añadiendo a nosotros y nos hace personas más complejas, más completas y con más capacidad para enfrentarnos a todo aquello que nos ponga la vida por delante.
 
Por lo tanto mi consejo es sustancialmente diferente al habitual. Si tenéis la oportunidad de enfrentaros a nuevos retos, de afrontar nuevos puntos de vista, de cambiar de rutina y descubrir nuevas cosas que antes no os habías planteado, no lo dudéis ni un instante. Por muy asentada que esté vuestra vida y por muy seguro que estéis de vosotros mismos, nunca os neguéis la posibilidad de evolucionar.

Aprender de nuevo

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