María la Judía
A menudo cocinamos algo al “baño María”, pero personalmente nunca me había preocupado por saber quién había descubierto este método de cocción. Apenas me ha picado la curiosidad de saberlo y me he puesto a indagar en Internet, la búsqueda me ha trasladado a un pasado mucho más remoto de lo que podía haber imaginado. La María, que da nombre a la tetera doble -la de doble recipiente, que permite mantener intacto el sabor del ingrediente principal- es la mayor alquimista de la antigüedad, que vivió en Alejandría de Egipto, se hipotetiza, entre los siglos I y III d.C.
A pesar de las escasas indicaciones biográficas y de los probables solapamientos entre su identidad y la de otras mujeres que practicaban la alquimia, no hay duda de la existencia de esta mujer, por el hecho de que muchos tratados hablan de ella y, además, de varios fragmentos de sus disertaciones ha llegado hasta nosotros un texto titulado “María Practica”.
La alquimia, que tenía como finalidad principal la transformación de metales en oro y plata (además de la formulación y fabricación de medicamentos, cosméticos, perfumes y bisutería), era una ciencia secreta; por eso, para proteger sus descubrimientos, los alquimistas escribieron los textos con un lenguaje impregnado de imaginación, con simbolismos tomados de la astrología, de varias religiones, de la magia misma, así que también era normal firmar con seudónimos; María la hebrea se firmó a sí misma “Miriam la profetisa, hermana de Moisés”.
En la alquimia egipcia en particular, se adoptaron técnicas y recetas antiguas que las mujeres babilónicas habían utilizado para la producción de cosméticos. Estos conocimientos se transmitían oralmente de mujer a mujer; esto explica por qué las obras alquímicas se denominaron opus mulierum (obra femenina).
María la Judía ciertamente se hizo cargo de todas estas actividades, pero fue la principal responsable de la invención de sofisticados equipos experimentales para destilación y sublimación y de algunas técnicas de laboratorio que todavía se utilizan en la actualidad. Por tanto, una pionera en toda regla que con su investigación teórica y práctica trazó líneas fundamentales para la alquimia occidental y sentó una de las bases de la química moderna.
¿Por qué hoy estoy contando esta historia? Al menos por tres razones. Cuando llegué a Sevilla hace casi diez años, incorporándome al Grupo Informaria, enseguida me apasionó mucho un proyecto contenido en MUJEREMPRENDEDORA desde el año 2009, “Mujeres en la historia”: dar visibilidad a mujeres que han dejado huella a lo largo de los siglos y que a menudo han pasado en silencio. Y la historia de María la Judía fue una de las primeras que escribí en mi blog. Muy pronto, es un anticipo que os voy a lanzar, “Mujeres en la historia” también será un libro, una colección de las biografías publicadas a partir de 2009 en nuestra revista.
Segunda razón: a María la Judía hoy la llamaríamos mujer STEM, y de mujeres STEM habla el reportaje que os ofrecemos en este número a raíz del Foro que realizamos el pasado mes de diciembre en colaboración con Prodetur.
Tercera razón y no menos importante: el día 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y creo que es un estímulo para todas, y especialmente para las más jóvenes, saber que siempre ha habido mujeres que han trabajado, y con éxito, en distintos campos científicos. Conocerlas es como proporcionar a las nuevas generaciones un ‘carnet de identidad’ porque pueden identificarse con estas mujeres, y de sus conquistas coger fuerza. En otras palabras, sacar a las mujeres STEM de la sombra del pasado también significa arrojar una nueva luz sobre el futuro.
Anna Conte
Directora de Mujeremprendedora