Smart working, el trabajo ágil

ANNA CONTE. MUJEREMPRENDEDORA

También en esta edición de abril me gustaría reflexionar sobre un aspecto que concierne al futuro del trabajo, un futuro que ya está parcialmente presente. Conviene que profundicemos para poder afrontarlo.

Gracias a los soportes tecnológicos y digitales, hoy es hipotéticamente posible trabajar desde donde quieras, e incluso cuando quieras. Por ese motivo, nos preguntamos: ¿Está cambiando realmente la forma en que trabajamos? ¿Cuánto está cambiando? ¿Y cómo?

Me refiero al smart working: un fenómeno relativamente reciente que, en algunos países, se define como “trabajo ágil”; en la práctica, a los empleados se les ofrece flexibilidad y autonomía en la elección del horario y lugar de trabajo, al contar con las herramientas digitales adecuadas para trabajar con cierta movilidad.

El teletrabajo creció a principios de 2020, en las primeras semanas de la propagación de COVID-19, cuando en unos pocos días miles de organizaciones se vieron obligadas a gestionar el trabajo de sus empleados remotamente, a menudo sin estar preparados ni tecnológicamente ni culturalmente. Pero, ojo: el teletrabajo es solo parcialmente asimilable al smart working. De hecho, con el smart working no solo es necesario remodelar el horario laboral clásico sino, sobre todo, establecer un nuevo modo de medir el trabajo de los empleados, cómo establecer la relación entre colegas y con los responsables y, por último, pero no menos importante, cómo compartir información y elegir los espacios de trabajo en función de las actividades.

Dicho de otra manera, nos encontramos ante una realidad precisa: la organización de las empresas tradicionalmente entendida está atravesando una verdadera crisis de sentido y es necesario un replanteamiento completo de las formas en las que estábamos y estamos acostumbrados a trabajar. Por eso también es fundamental no intercambiar el smart working con el teletrabajo, donde el empleado tiende a trabajar desde un lugar fijo (normalmente el hogar) con un tiempo definido. ¡Nada que ver con la autonomía organizativa y la flexibilidad que distinguen al “trabajo ágil”!

Entonces, ¿qué se necesita para hacer realmente smart working? Los expertos insisten en un aspecto que consideran uno de sus pilares fundamentales, que es la relación dentro del equipo de trabajo, que necesita de un mutuo acuerdo de respeto, porque ser colegas en remoto requiere una claridad extrema y mutua; de lo contrario, en caso de dificultad, la relación se deteriora más rápido que en una relación “física”.

Además, el smart working supone el desarrollo de algunas tendencias que aún hoy son intangibles; por ejemplo, la virtualización de equipos de trabajo pronto será una realidad, tendremos cada vez más grupos virtuales ubicados geográfica y conceptualmente alrededor del globo, con la consecuente hibridación de empresas y habilidades…

En resumen, el trabajo inteligente como lo estamos viviendo hoy es solo el comienzo de un movimiento mucho más amplio, en el que se está preparando el camino para el futuro del mundo del trabajo. Más que la mera ejecución de encargos, será necesario centrarse en las aportaciones reales que realiza cada empleado, animándolo a tomar la iniciativa más allá de sus funciones para participar en un proyecto mayor y convertirse en protagonista del cambio.

Esto significa, entre otras cosas, repensar la naturaleza misma del trabajo, porque, en esta lógica, por poner un solo ejemplo, el hecho de ocupar cargos de prestigio podrá tener menos importancia que el de hacer algo bueno para la sociedad en su conjunto.

El tema, como veis, es muy profundo y complejo. Me exhorto y os invito a reflexionar, porque nos concierne muy de cerca.

Anna Conte

Directora de Mujeremprendedora

Tags:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo