1º de Mayo

Ana Pérez LunaAna Pérez Luna

El 1º de Mayo, Día Internacional del Trabajo, se caracteriza -este año- por la profundización de la crisis global. Tras casi cinco años del inicio de la crisis financiera, el fracaso de las políticas neoliberales aplicadas es un hecho incuestionable y con efectos dramáticos al haber aumentado la destrucción de empleo, la pobreza y las desigualdades.
 
A medida que se incrementan éstas, las personas que padecen en mayor medida sus efectos ven acentuada su situación, llegando a soportar episodios verdaderamente dramáticos; es el caso de la mujer.
 
El día del trabajo es un día de reivindicación para todas las personas, independientemente de su sexo, edad, lugar de origen, orientación sexual, etc. Sin embargo la relación mujer y trabajo, sigue teniendo unas connotaciones muy concretas que ponen de manifiesto un alto grado de discriminación en muchos aspectos. La gravedad de esta discriminación reside, si nos paramos a pensarlo, en que la mujer representa algo más de la mitad de la población.
 
En conclusión, estaríamos hablando de que la mayoría de población, cuando tiene la suerte de acceder a un empleo, lo hace en términos de precariedad y desigualdad. Y es que, la violencia hacia las mujeres en forma de acoso sexual, el acoso por razón de sexo, la brecha salarial, las dificultades para conciliar una vida personal con el horario laboral, la infrarrepresentación de las mujeres en las direcciones de las empresas e instituciones y un largo etcétera son discriminaciones que siguen estando a la orden del día en un mermado mundo laboral.
 
Los recortes en derechos laborales, sociales y libertades a los que estamos asistiendo suponen un enorme retroceso para una sociedad que se ha construido a base de esfuerzos a lo largo de la historia. Un pueblo que ha priorizado lo colectivo frente a lo individual, lo público frente a lo privado y que asiste impotente a un atentado, a un saqueo sin contemplaciones.
 
Especialmente preocupante es que se ponga en riesgo el acceso igualitario a los pilares fundamentales que representan la sanidad, la dependencia y la educación. Insisto, especialmente preocupante para nosotras las mujeres, pues han sido tareas que hemos desempeñado durante mucho tiempo en el espacio privado, en casa y en la familia. Y ha sido precisamente la conversión de este trabajo en empleo, en trabajo retribuido, lo que nos ha permitido salir aquí fuera, al mundo, al mercado laboral, a una sociedad con derechos, a cotizar, a aportar a la saca común y a tener después acceso a una protección por desempleo, por enfermedad, por llegar a la recta final de la vida y haber guardado en esa hucha conocida como «la jubilación».
 
La aplicación de unas políticas progresistas nos ha hecho avanzar en la Historia. Y esas políticas son públicas, universales y democráticas. Que la sanidad, que la educación y que la dependencia sean servicios públicos, asumidos por las instituciones y los gobiernos tiene relación directa y estrecha con la incorporación de la mujer a este espacio, además de garantizar al conjunto de la ciudadanía el acceso a un derecho independientemente de su nivel económico. Las mujeres, parte del movimiento sindical internacional y europeo, también reivindicamos el fin de todos los conflictos bélicos originados por los intereses económicos y políticos o por los fanatismos de todo tipo y exigimos que terminen, de una vez por todas, las violaciones de los derechos laborales, sindicales y civiles en todo el planeta.
 
Ana Pérez Luna
Secretaria de la Mujer de UGT Andalucía

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