Talento y felicidad

 

M Angeles TejadaSi tuviera que buscar ahora una palabra clave en el mundo empresarial, sin duda me decidiría por el talento. Todos hablamos de talento, porque todos buscamos talento, algo que sin duda no abunda en ninguno de los ámbitos de nuestra vida y el problema no  se debe a su escasez, pues me resisto a creer que en la evolución genética de la humanidad se vaya quedando en el camino esta parte del ADN de la gente.

Claro que a veces y comprobando la mediocridad de algunas personas que toman decisiones, pueda que así sea, pero prefiero pensar que mucha gente no usa el talento que tiene o no sabe descubrirlo y se acaba perdiendo, como ocurre en la teoría de la mutación; prefiero ser optimista.

Creo firmemente que hay talento, aunque a menudo permanece oculto y no despierta porque no existen los resortes o motivaciones, a menudo externos, que lo hacen florecer.

En mi profesión habré realizado miles de entrevistas a otras tantas personas. Si quieres y sabes cómo buscar, puedes llegar a descubrir una parte de su alma, pues una postura o una actitud dicen mucho más de una persona que lo que ella sabe de sí misma; para eso, las mujeres tenemos una especial virtud, a la que llamamos intuición, y que nos permite presentir y anticipar factores que influyen en esta persona. Se trata de saber leer las emociones y crear el clima necesario, además del oficio.

Y, ¿qué pasa con el talento oculto? Pues simplemente que no siempre se desvela, porque para que ello suceda debe haber una energía que mueva determinada voluntad, que a su vez genera un método que, trabajándolo, permita que aflore lo mejor de cada uno y lo que nos lleva a conseguir el sueño que perseguimos.

Con referencia a la felicidad, que sin duda proporciona el uso eficiente del talento, se dice que no es una meta, que se consigue cuando se resuelven los problemas, y que la felicidad tiene que ver con la forma en que aprendemos a caminar para resolver las dificultades.

Eso lo sabemos muy bien la gente emprendedora, pues perseguimos sueños que a menudo son simples intuiciones, pero con la persistencia, el coraje, el trabajo y la obstinación nos llevan a algún sitio. Y, si se fracasa, sabemos que no era el camino, pero lo intentamos con los mismos valores y más fuerza.

El sociólogo Zigmunt Bauman define nuestra sociedad como excesivamente “líquida” -lo contrario de sólida- y en esta liquidez prevalecen la redes a las estructuras y el protagonismo personal al bien social; quizás habremos olvidado que en nuestra historia, la estructura de una persona, de una sociedad o de un edificio es lo que acostumbra a dar sentido en todo lo demás.

Por ello, creo necesario que cada persona a nivel individual y cada organización deben ser capaz de escucharse lo suficiente, para conocer cuánto y qué talento poseen, para poder dirigirlo al fin que persiguen no sea que, como viene ocurriendo, la falta de conocimiento individual y el exceso de superficialidad que se manifiesta en esta sociedad líquida subordinada a la comunicación digital nos lleve a una sociedad gaseosa y volátil, en el que seamos incapaces de reconocernos como humanos y acabemos traspasando el talento a las tablets, iPhones, drones, etc., olvidando que estos entes ni sienten ni tampoco tienen alma.

Mª Ángeles Tejada

Directora General Public Affairs de Randstad

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