Solidaridad y trabajo

Tejada

A mí me pasa como a vosotras, que creo poco en las estadísticas, será por aquel paradigma del pollo ¿recuerdas?: «si tú y yo tenemos un pollo, según las estadísticas nos hemos comido medio cada una, aunque te lo comas tú entero y yo ni lo pruebe». Por tanto, ojito con las estadísticas y sobre todo con la fuente. En este caso es el INE -habrá que  fiarse- que con datos del 2007 resulta que los hombres cobraron un 25,6% más que las mujeres y en la franja de edad entre 55 a 59 años llegamos a casi un 30% (29,4%) de diferencia, ahí están los números.
 
Estas diferencias salariales empiezan a partir de los 20 y 24 años y se alargan toda la vida laboral, aunque esta práctica en nuestro país cada día tiene menos vigencia. Hay que tener en cuenta que existe mayor conciliación y más responsabilidad para superar el famoso «techo de cristal» de las mujeres y, en muchos casos, la renuncia promocional viene de ciertas auto-limitaciones que nos imponemos, a veces temporalmente y otras de forma definitiva en la carrera profesional, para disfrutar mejor la maternidad, la familia… Ciertamente, los planes de igualdad que se van imponiendo en las empresas impiden ya desde el inicio y vía convenio estas discriminaciones que se hacen más evidentes en sectores como el turismo y hostelería, teniendo en cuenta que es nuestra principal industria, y también porque la escasa innovación de estos años ha generado cierto empresariado cuya competitividad  dependía de pagar lo mínimo.
 
Más allá de estos datos y una realidad que conocemos perfectamente, creo que los tiempos nos van a favor, así como el progreso, ya que por una parte salen mayor número de tituladas de la Universidad y, según los docentes, el porcentaje de mujeres acostumbra a superar con mejores resultados la etapa universitaria. En la Formación Profesional, ya se verá, pero la tendencia es la misma y al final, como todos somos clientes, valoramos mejor el resultado de un servicio que disfrutamos, más allá del género de quien nos lo proporciona.
 
Hay otros motivos de optimismo, de entrada, la presencia de mujeres en las decisiones políticas está contribuyendo a evitar crispaciones y propiciando el diálogo, casos de Alemania ó Chile etc., por poner algún ejemplo. Las llamadas «competencias» femeninas también se ponen de manifiesto en la forma de hacer negocios y en el espíritu emprendedor, ya que cada vez tenemos más empresarias que dan el salto hacia la microempresa.
 
Quiero acabar afirmando que no es bueno que se «manosee políticamente» como se está haciendo en estos días  por parte de algunos políticos y me refiero a la llamada «solidaridad» justificando sólo los impuestos, un título muy bonito, pero que por desgracia sólo se lee con los hechos, y de eso, las mujeres sabemos un poco, ya que desde que tenemos uso de razón nos enfrentamos al mundo simplemente por ser solidarios con nuestras familias. Creo que dar a luz es un acto de solidaridad enorme con la humanidad, como cuidar una familia y mantener cierto orden y civismo, pero quizás la mayor manifestación de solidaridad en tiempos difíciles sea poder dar trabajo a otras personas, aunque además también tengamos que darles de comer. Este sería un buen ejemplo de solidaridad.
 
Mª Ángeles Tejada

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