Radiografía de la sala de espera
Con el frío que está haciendo en toda España las salas de espera de los médicos de familia están a tope. No hay ni un asiento libre. Y si alguien se levanta, aunque sea para estirar las piernas, ya hay una perso…
Radiografía de la sala de espera
Con el frío que está haciendo en toda España las salas de espera de los médicos de familia están a tope. No hay ni un asiento libre. Y si alguien se levanta, aunque sea para estirar las piernas, ya hay una persona que ocupa su silla. Como no iba a ser de otra manera, yo también me he pillado un trancazo que ha hecho que pase más de dos horas esperando a que el médico me pase consulta. Estas antesalas de la curación son dignas de estudio. Si aplicamos lo que en matemáticas se conoce como la Teoría de los Grandes Números, nos encontramos con el simpático, con el impertinente, con el despistado, con el que se duerme de pie, con el impaciente, con el tímido. Tras dos horas de desesperada espera, y a pesar de mis más de 39 grados de fiebre, fui preguntando a los enfermos que me rodeaban para comprobar que las estadísticas en Sanidad son correctas. Lo primero que cabe destacar es que éramos más mujeres que hombres. Mujeres, y en su mayoría mucho mayores que yo, rondarían los 55-65 años de media. Un 45% eran viudas y un 25% separadas, fumaban aproximadamente un 30% y, que me confesaran que bebían alcohol “socialmente”, un 15 % (más o menos). Del 45% de las viudas, a un 20% le llegó la menopausia antes de cumplir los 60 años. Y tres mujeres de las que estaban esperando en la consulta habían sufrido un cáncer (y se habían recuperado a ¡Dios Gracias!). Del total de mujeres, doce más una, un alto porcentaje de ellas habían perdido alguno de sus hijos, o por un accidente de tráfico, o por un aborto o por un mal parto. Una mujer había sido madre después de los 45 años, y otra, no había podido tener hijos. Un alto número de estas mujeres acudían al médico por dolores de articulaciones, rodillas y cadera, concretamente. Unas pocas, por un constipado, otras para recetas, y las menos para solicitar una cita con algún especialista: oftalmólogo una, otra ginecología, y otra, quería hacerse análisis (porque -¡me encuentro muy fatigada hija, es que yo ya a mi edad, que quieres. Viví la guerra y pasé mucha hambre y mucho frío y eso se me ha calado en los huesos y en el alma!-).
En cuanto a los hombres de la consulta de ese día (algo más reacios a contestar mis preguntas que las mujeres) el número era muy inferior: seis. Tres de ellos venían a por recetas para sus señoras que estaban en la cama malas. Uno de ellos venía con un ojo tapado por una gasa porque haciendo manualidades (colgando una estantería) le había saltado una esquirla en el ojo; otro, recién operado de la rodilla, y el último, con constipado. Cuatro estaban casados, uno incluso por segunda vez, los otros dos eran viudos. Los seis fumaban y los seis abiertamente me contaban que se tomaban alguna copita, -¡que una copita de vino no hace daño y te alegra el ánimo!-.
Esta fiel radiografía de una sala de espera, que no es ni mucho menos un estudio científico, viene a confirmar alguna de las teorías que han expuesto para este número de Mujer y Salud, las especialistas con las que hemos contando. Pero hay que hacer una mención especial al hecho de que las mujeres y los hombres somos distintos biológicamente, tenemos síntomas distintos para una misma enfermedad, tendríamos que tener diagnósticos específicos para cada sexo; que en lo que un hombre funciona médicamente, en una mujer no tiene porqué. Qué las mujeres vivimos más, pero nos duele todo. Y que yo, soy una cotilla, pero por deformación profesional.
Mónica Urgoiti
¿Buenos propósitos?
Qué levante la mano quien todos los años, por el mes de enero, no se ha hace una lista de promesas para mejorar? ¿Quién no se propone, dejar de fumar, comer menos, beber una cervecita en lugar de tres, apuntarse a un gimnasi…
¿Buenos propósitos?
Qué levante la mano quien todos los años, por el mes de enero, no se ha hace una lista de promesas para mejorar? ¿Quién no se propone, dejar de fumar, comer menos, beber una cervecita en lugar de tres, apuntarse a un gimnasio, hablar más con los suyos, un viajecito (si la económica se lo permite)? Todos buscamos en los primeros días mejorar algo de lo malo que hicimos durante el pasado año. Yo si lo hago, lo reconozco, pero igual que me lo propongo, lo incumplo a los dos días.
¿Cuál será la lista de propósitos de nuestro presidente para este nuevo año? Algunos ya son conocidos, porque nos las ha ido adelantando poco a poco durante el 2010, no vaya a ser que nos pillemos una indigestión; propuestas como congelar las retribuciones de personal del sector público, una vez reducidas al 5% media tomada a partir de junio de 2010. Suspender para 2011 la revalorización de las pensiones, excluyendo las no contributivas y las pensiones mínimas. (Vamos que habrá tortas por pillar las salidas de misa de la Macarena, que son un verdadero negocio). Eliminar la prestación por nacimiento de 2.500 euros a partir del 1 de enero de 2011. (Medida que incentiva el envejecimiento de una sociedad ya envejecida de por sí). Reducir los gastos en farmacia mediante una revisión del precio de los medicamentos. (Que las personas enfermas no se pongan más malitas porque van a tener que pagar por su salud). Reducir, entre 2010-2011, 600 millones de euros en Ayuda Oficial al Desarrollo. Una reducción de 6.045 millones de euros entre 2010 y 2011 en la inversión pública estatal (¿A qué dedicará tanto dinero?). Propone un ahorro adicional de 1.200 millones de euros por parte de las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales. Y a todas estas medidas que Zapatero se ha propuesto las ha bautizado como Plan de Austeridad. ¿Austeridad? Cómo habla de austeridad cuando se ha despilfarrado del dinero público, cuando se ha invertido en lo que no se debe y se ha malgastado en lo menos importante. Austeridad me dice!!. Y que conste que estoy a favor de reducir al máximo todo, de apretarse el cinturón hasta quedarse sin aliento, pero no me hable de austeridad cuando el suyo, su cinturón, cuesta más del doble de la pensión no contributiva que cobra mi madre. Y esas medidas son las que conocíamos de antemano, porque ahora nos sorprende con la subida de la luz, que se queda en el 9%, lo que supone al mes unos 4’25 euros, y al año unos 51,1 euros de más que vamos a verlo reflejado en nuestros bolsillos; pero no se preocupen, porque luego vendrán las subidas en las hipotecas, en los carburantes, en el gas, en los billetes de tren, en el tabaco, olvídese de la deducción de su vivienda habitual en la Renta 2011, porque se ha suprimido, y qué me dice del famoso plan Renove; cómprese coche nuevo que yo le ayudo… a endeudarse más si cabe… Ante este panorama de desencanto general, al presidente sólo le queda agarrarse a un clavo ardiendo, al porque yo lo mando, porque yo lo valgo!
Mónica Urgoiti
¡Ya era hora!
Vaya por delante mi mayor de las enhorabuenas a Ana María. Tercera mujer premiada con el Cervantes en los treinta y cinco años de su existencia. Un premio deseado, merecido y celebrado “in vita”, que no sé porque en Esp…
¡Ya era hora!
Vaya por delante mi mayor de las enhorabuenas a Ana María. Tercera mujer premiada con el Cervantes en los treinta y cinco años de su existencia. Un premio deseado, merecido y celebrado “in vita”, que no sé porque en España se conceden los premios cuando el laureado ya no puede ni tomarse una copita para brindar en su honor. Novelista de posguerra. Lírica de lo imaginativo y prosa de la experiencia. Sus expresivas arrugas son producto de su intensa vida. Corría el verano del 96 cuando cayó en mis manos “Olvidado Rey Gudú” y desde entonces arrastro, creo yo, el sueño atrasado de una noche en vela por saber el final; enganchada a esos personajes de ficción que me hicieron olvidar del hambre, del cansancio y del cri-cri de los grillos. No he parado de leerte. Tus personajes me hacen pensar en los momentos duros que has tenido que vivir, siempre en guerra, en lid contigo misma, con esa infancia entre bombardeo y sirenas que seguro hicieron que comenzaras a evadirte, con las palabras y tu imaginación de niña, de la cruda realidad. Melancolía, miedo e inquietud.
A los 17 años escribiste tu primera novela, “Pequeño teatro”, una obra que para publicarla necesitaste el permiso de tu padre. Hija de familia burguesa, cronista de una sociedad española desgarrada por la Guerra Civil. En 1952, te casaste con el escritor Eugenio de Goicoechea, del que te separaste, en una época que eso era impensable, y consecuencia de las leyes de aquella España, te quitaron la custodia de tu hijo y al que no viste durante años (con la que está cayendo ahora con la nueva propuesta de Leire Pajín). Le escribiste cuentos que más tarde le leerías, “Los niños tontos”, “El país de la pizarra”, “La oveja negra”, cuentos reales, con lobos que se comen a las niñas porque dices que “a los niños hay que decirles la verdad, prepararles para las dificultades de la vida, porque en la vida nos vamos a encontrar lobos tremendos”.
Ahora a los 85 te ha llegado y tú te lo esperabas, no digas que no, ahora falsas modestias me sorprenderían de ti, mujer de verdades de a puños, de mirada entrañable y ojos inteligentes. Ahora queda zanjada una deuda que todos teníamos contigo. Te lo mereces por esas horas delante de una máquina de escribir, de un folio en blanco, de una cabeza repleta. No querías hacerte ilusiones, pero te emocionaba la idea. Rebosas de felicidad. Te lo mereces por esa dedicación, por la entrega sin calendario, sin zozobras, sin vacilaciones. Y es así como tienen que hacerse las cosas. Con compromiso, con entereza y con esa pizca de sufrimiento que hace al artista más íntimo, más rico. Como tu yo, crudo y real, duro y amable. Has dicho al recibir la noticia que eres enormemente feliz. A nosotros nos has hecho enormemente feliz con tus obras, con tus ideas, con tus historias. Si Cervantes levantara hoy la cabeza se sentiría orgulloso de llevarte en su pechera. Ana María, síguenos escribiendo para todos aquellos que te acertamos.
Mónica Urgoiti
Teoría de la libre elección
Están que echan humo, pero, -¡por favor, mejor fuera, que esta es zona de no fumadores!-. La hostelería fuma en pipa y le sale cara la broma. Y ahora viene el Gobierno y ya ni pipas, ni puros, ni pitillitos. La nueva ley antitabaco …
Teoría de la libre elección
Están que echan humo, pero, -¡por favor, mejor fuera, que esta es zona de no fumadores!-. La hostelería fuma en pipa y le sale cara la broma. Y ahora viene el Gobierno y ya ni pipas, ni puros, ni pitillitos. La nueva ley antitabaco no es de ley. Primero, que si zonas de fumadores, que si trabajando no puede, que si te encierro en una “pecera” y que si ahora a la calle entre plato y plato, entre tapa y tapa… España ya no va a ser lo que en su día fue, ya ni la pandereta nos van a dejar tocar. Pero, oiga, que a mi me parece muy bien que se hagan zonas de fumadores y de no, me parece muy bien que en el coche cuando vayan niños no se fume y si molesta a alguien niño, adulto o abuelo también, que casi es más peligroso estar pendiente de un cigarro que de si te suena el móvil. Me parece muy bien que informen que el tabaco es nocivo para la salud, que puede matar, como todo aquello que crea adicción. Una cosa es una cosa y otra que se prohíba fumar a la sin razón, porque sí, porque yo lo digo y punto. Esto muy democrático no es.
Y eso es lo que proponen los del Club del Fumador por la Tolerancia. Que se deje elegir, que se respete el derecho del fumador a ir a un bar de fumadores, que el que no quiera no vaya, que opciones hay y para eso están. Este club ha puesto en marcha una iniciativa en la que hacen hincapié en el respeto mutuo, en la compresión de todos y en la tolerancia del saber que si molesta, no importa, se apaga el cigarrillo y ya se lo fumará en otro momento. Un lema “Prohibido prohibir” que quiere evitar la intolerancia de muchos, la incomprensión de otros e incluso la falta de educación de alguno de los no fumadores que para malos humos los suyos. Con “Prohibido prohibir” se hace un llamamiento al gobierno para que sea consciente que es anticonstitucional obligar a una persona a ir contra su libre elección, que el elegir fumar es como el elegir beberse una cerveza o un cubata, como escoger usar pantalón en vez de falda (aunque esto no mate), es una decisión personal e intransferible. Que la hostelería ha invertido un montón de euros en sus locales para adaptarse a una parte de la ley mucho más “humana”, más racional, que lo que se debe escoger es entre ir a un sitio a otro.
Vengo de familia de fumadores empedernidos: mi padre fumaba (y de eso murió), mi madre fuma (y dice que de algo hay que morir), dos de mis hermanos han fumado, y dos no. He vivido la cultura del tabaco desde que alcanzan mis recuerdos, he respirado el humo de los cigarrillos de mis amigos y nunca me ha gustado el olor que deja el humo en mi ropa después de una noche de juerga, pero respeto y esa es la clave. No me imagino ir a los toros o al fútbol sin esa cultura del puro y del cigarro. A partir de ahora los padrinos de los novios regalarán gominolas, fumarán trompetillas de caramelo y en las noches de amor, mejor jugar al parchís. No puedo imaginar que sería de actores como Humphrey Bogart, Ava Gardner, Marlene Dietrich, James Dean, pelis como Casablanca, El halcón maltés, Desayuno con diamantes o la mítica Gilda, sin el humo de un cigarrillo.
Yo no fumo, nunca he fumado, ni creo que a mi edad vaya a empezar, pero considero la libre elección, la decisión del adulto –recalco lo de adulto- a fumar y el respeto que ambos, los si y los no fumadores, debemos tener con el otro cincuenta por ciento. Más que pedir un espacio libre de humos, intentemos bajarnos los idem para llegar a un feliz entendimiento. Elijo libremente, escoja usted también.
Mónica Urgoiti Aristegui
¡Voz de mando!
Esto es una abuela que le pregunta a su nieta: -¿Tú de mayor, cielo, quieres ser médico como papá?. -¡No abuelita, yo voy a ser piloto de caza como mamá! Esto que forma parte de lo irónico de mi imaginación ilustra perfectamente lo que está ocurriendo hoy día en el ejército y en los cuerpos de seguridad españoles.
Este mes de octubre hemos querido rendir un homenaje a las mujeres uniformadas, aquellas mujeres cuyos trabajos hacen nuestras vidas algo más seguras. Mujeres de bandera. Lejos de comentar episodios como los vividos en Melilla, que son censurables por si mismos (y suceden más a menudo de lo que se publican), nos centraremos en la mujer que viste de uniforme, como madres, mujeres y compañeras. Este verano he tenido la fortuna de conocer a dos mujeres militares, una de alta graduación (Paloma) y otra, soldado raso (Fátima); ambas hablaban del ejército con verdadero orgullo. Las anécdotas, las experiencias que me contaron hicieron que fuera fraguándose en mi cabeza de periodista, que no cuelga el cartel de cerrado por vacaciones, la idea de acercar la labor de este “gremio” a la sociedad.
En el especial “Mujer y Uniforme” hemos podido contar con la inestimable participación de la Ministra de Defensa Carme Chacón, primera mujer al frente de un ministerio de tradición masculina; que ella defiende con voz de mando y sin que le tiemble el pulso a pesar de las criticas que inicialmente recibió. Hoy nadie pone en duda su buen quehacer en el cargo. Las palabras de Belén Caballud, del Observatorio de la Mujer, nos da una visión muy interesante de la mujer en misiones de paz.
Pero quiero agradecer de manera especial la disposición de los compañeros de prensa de los tres cuerpos, Ejército (Verónica), Policía Nacional (Marcos) y Guardia Civil (Fran y Guillermo). Desde el primer momento que les planteamos el reportaje, se volcaron, nos dieron todo tipo de facilidades y sin ellos no hubiéramos podido lograrlo. Espero que al leer este otoñal número de octubre os pase como a mí, el descubrir una versión completamente distinta de estas mujeres (y hombres) que dedican sus horas de trabajo a preservar y cuidar de nosotros y del orden público. En sus “empresas” tienen los mismos problemas y ventajas que cualquier trabajador@ del sector que sea. Conciliación, igualdad, oportunidades de ascensos,(…) La única diferencia que he visto en ellas, en estas mujeres con uniforme, es el orgullo a boca llena de los colores que visten. He desmitificado el viejo mito del guardia civil recaudador, del policía nacional con cara de pocos amigos. Ahora cuando vea una patrulla de la guardia civil veré en él a Noelia. En un tanque del ejército, a Maite. Y en una “lechera” de la Policía Nacional, a Anabelén. Mujeres, madres y uniforme. Y su trabajo les hace especiales y por eso se merecen este número especial.
No quiero romper filas sin dar un abrazo muy fuerte a todos aquellos soldados, policías y guardias civiles que por desempeño de su trabajo han muerto en acto de servicio. Desde Mi Rincón, gracias!
Mónica Urgoiti Arístegui
Las penas con pan…
Ya me gustaría, ya, que la realidad me dejara escribir sobre algo que sabe a dulce, pero como reza el rizo o se eriza el erizo, la realidad se impone brutalmente. Mi primera intención era la de escribir sobre esa crónica blanca que existe, y es verdad: el verano y sus perlas doradas al sol, los “txiringuitos” (ahí me ha salido mi vena vasca), sobre los buenos momentos bajo la sombrilla y un buen libro. Quería traer a éste, mi rincón, un amor adulto con ínfulas de adolescencia tontorrona y mariposas en el estómago. Un amor, de nerviosita perdida, pendientita del móvil, brillo en su mirar, de sonrisa perenne y algo bobalicona, como la de un primer amor a los 72 años… Pero la realidad ha superado -con creces- a mi inicial tendencia a lo bonito.
La realidad ha caído cual tromba de agua triste en Córdoba arrastrando todo lo que le venía en gana; como asaltador despiadado de western en Pontevedra, con hambre y destrucción en Pakistán y la India, siempre a los que menos tienen. Siguen aumentando los asesinatos de las parejas en manos de sus parejas (o ex). Aparecen cadáveres en las cunetas por no seguir el cruel juego de los narcos mexicanos; mujeres engañadas con el Dorado de una vida mejor que luego son vendidas en los del farolillo rojo, (…) En verano siempre nos parece más oscura y triste esta crónica negra, a la que se le une la de tono gris: el conflicto con Marruecos y la visita a Melilla de Aznar; el juego de la yenca que se trae el Gobierno: “arriba impuesto, pues ahora no, ni izquierda, ni derecha, un dos tres”; para rematarlo con el tema de los presos políticos cubanos. Después de años de represión y rejas, no contentos con venirse para España, con pulserita de todo incluído, les alojan en un spa de a 60 leuros (como dice Carlos Herrera) la noche. ¡Pero estamos locos o qué! Y son 12 de familia. Y le pregunto al gobierno éste de “papeles para todos”, ¿les pagaremos también los cacahuetes del minibar?.
Volvamos al lado amable de la vida. Quiero hablar de Amor. De qué da igual la edad que se tenga y de que el amor no tiene edad. El corazón no entiende de horas; se detiene el tiempo mientras “clavas tu pupila en mi pupila azul”. El amor a los 72 años es una bendición del destino (bueno, a esa y a cualquier edad). ¿No tiene la mujer y el hombre el derecho a rehacer su vida, a volver a sentir ese gusanillo en la tripa, esas ganas de gritar al viento de Levante, a emocionarse cuando le dicen te quiero? Pues sí, ante tanta injusticia y brutalidad de telediario, yo reivindico, para mi rincón, la crónica blanca de un verano que quisiera recordar como el verano, en el que la madre de una amiga de Bilbao (de esas de toda la vida), que tras nosecuántos años de viudedad, ha encontrado el amor. ¡Muy bien Mariángeles! Envidia me das, que yo, a este paso, me quedo para vestir santos. O como decía mi abuela Maruja, birrotza perdida!!!
Mónica Urgoiti