¡Que nadie se quede sin viajar!

Muchos de nosotros podemos identificar el turismo con disfrutar de nuestro tiempo de ocio desconectando de la rutina diaria y practicando actividades tales como ir a la playa, visitar un museo, alojarse en un hotel o viajar en avión o tren. Sin embargo, para otras muchas personas el pensamiento de relax, desconexión y disfrute queda relegado a un segundo plano y no porque ellas quieran sino porque estas acciones, tan comunes para un turista cualquiera, suponen auténticos desafíos a los que se ven obligados a enfrentarse si quieren disfrutar de ellas.
 
Son las llamadas barreras arquitectónicas, tan sonadas como reales, que establecen numerosas trabas impidiendo que las personas con discapacidad puedan hacer turismo sin necesidad de realizar un esfuerzo adicional. Por suerte, en los últimos años las diferentes infraestructuras, instalaciones y servicios turísticos son conscientes de la necesidad de un “turismo sin barreras” y, cada vez más, están tomando cartas en el asunto. Incluso, hay empresas que se han especializado en ofertar de manera exclusiva actividades, hoteles, visitas, programas… adaptados a personas con discapacidad.
 
El turismo debe estar al alcance de todos los ciudadanos y con igualdad de condiciones. Es por ello que las personas con discapacidad tienen pleno derecho a un acceso regular y normalizado a los bienes y servicios turísticos existentes de la índole que sean así como a la riqueza y belleza del patrimonio cultural, artístico, natural y paisajístico.
 
Vanessa Calvo

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