Prostitutas

Isabel GarcíaIsabel García

Sanciones a los clientes, de entre 750 y 3.000 euros. Esta medida se incluye dentro del plan contra la prostitución que ha aprobado recientemente el Ayuntamiento de Sevilla y que se pondrá en práctica a partir de este mes de octubre. Su objetivo, abolir la prostitución en la ciudad. Y es que las prostitutas, son un problema. No el “importarlas” de Sudamérica o de la antigua Europa del este a cambio de promesas falsas; tampoco es un problema que sea fácil acudir a ellas cuando el mequetrefe de turno quiere echar un polvete después del fútbol, o porque se aburre sin más: la publicidad en la prensa es abundante, los prostíbulos se anuncian con luces rojas de neón.
 
El verdadero problema no es nada de esto, el verdadero problema es que se ven. Y claro, eso es vergonzoso, molesto y hasta antihigiénico. Por eso hay que buscar una solución para apartarlas de los barrios céntricos y menos céntricos; una solución no para apartarlas de una profesión que aún ejerciéndose en unas condiciones dignas no lo es; una solución no para evitar que se marchen a zonas más apartadas y abandonadas, en las que cada vez estén más marginadas, más solas. La prostitución no va a desaparecer porque se prohíba, ya que no se puede incidir en la voluntad personal de cada uno, pero por lo menos se tiene que luchar contra aquello que es degradante para las personas. Y, sobre todo, dotar de recursos a estas trabajadoras del sexo para que realmente tengan otras salidas; escuchar sus necesidades y dar el estatus de ciudadana de pleno derecho a quien sea víctima de la explotación sexual, así como el apoyo de seguridad, sanitario, educacional y económico necesario para que estas personas puedan rehacer su vida y vivir con dignidad, la misma de la que alardean sus clientes. Lo cierto es que mientras las fuerzas políticas y las diversas asociaciones interesadas se ponen de acuerdo, estas mujeres siguen vendiendo su cuerpo en una situación absoluta de desamparo que las convierte en el blanco perfecto para mafias y proxenetas.
 
Isabel García

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