Pooja y Aarati

Isabel GarcíaSe llaman Arati y Pooja. Tienen 22 y 19 años respectivamente. Son hermanas y son, como ya se les conoce en la red, las nuevas heroínas de India. ¿Por qué? Por defender sus derechos. Por defenderse ante el acoso que estaban sufriendo en un autobús en marcha por tres hombres mientras iban a la universidad en la ciudad de Rohtak. Por no callarse mientras les tocaban, les hacían gestos obscenos. Por alzar la voz y aguantar el miedo, ese que seguro no les faltaba a ninguna de las dos. Por decir basta ya. Y por decirlo en medio de un autobús lleno de otros pasajeros que no supieron mover ni un dedo por ayudarlas, que prefirieron mirar hacia otro lado. A ese otro lado hacia el que parece mirar los poderes públicos de un país que ahora dicen van a homenajearlas después de que su historia haya sido difundida al mundo entero gracias a un vídeo casero grabado con un teléfono móvil por uno de los pasajeros y difundido por las televisiones y las redes sociales y que tras hacerse viral ha desatado una avalancha de reacciones.

«En el autobús, nos hicieron gestos obscenos, nos tocaron y abusaron de nosotras. No podíamos soportarlo más y empezamos a golpearles. Uno de ellos agarró de la mano a mi hermana y otro me cogió del cuello. Fue entonces cuando mi hermana cogió su cinturón y les golpeó». Así relataba Pooja lo sucedido según la televisión NDTV en la que afirmaron incluso, en alusión al resto de pasajeros, que algunos les dijeron: “No hagáis nada u os van a violar o a verter ácido sobre vosotras, os van a matar”. Tenían miedo, reconoce, “pero no nos dimos por vencidas”.  Pooja y Aarati decidieron ponerse en pie contra el mutismo, la sumisión civil de la mujer sin rebelión posible.

Y es que el acoso que denuncian ahora Arati y Pooja es una práctica común en los transportes de India en los que muchos hombres aprovechan cuando los autobuses van llenos para arrimarse a las mujeres, tocarlas, abusar de ellas aprovechando el anonimato de autobuses abarrotados. De hecho esta no es la primera vez que esta realidad llega al resto del mundo. Hace dos años una estudiante de Medicina, de tan sólo 23 años, fue violada por seis hombres cuando viajaba en un autobús de Nueva Delhi y después la arrojaron al asfalto desde el vehículo en marcha, lo que le causó graves daños internos que acabaron con su vida. La agresión desató entonces una ola de protestas callejeras en Nueva Delhi que desembocaron en duros enfrentamientos con las fuerzas del orden. También el pasado año era noticia otro caso de violación colectiva contra una mujer en un transporte público en India, esta vez en el norteño estado de Punjab, por el que fueron arrestados seis sospechosos. La víctima, un ama de casa de 29 años, viajaba del pueblo de sus padres al de su marido.

Son cuatro mujeres de las muchas que sufren a diario el acoso sexual en el transporte público en India, un país en el que en el último año, el número de denuncias por crímenes generales contra la mujer en India aumentó a 244.270, un crecimiento del 26% respecto al año anterior. Y, mientras tanto, ¿qué hace el Gobierno indio? Pues, de momento, parece que lo único que van a hacer es un homenaje muy publicitado mientras la ministra se limita a decir: “Todas las chicas deberían hacer lo que hicieron estas hermanas. Lo hicieron bien. Pero es triste que ninguno de los otros pasajeros las ayudase. La sociedad tienen que cambiar su forma de pensar y la gente debe dejar de ser meros espectadores cuando ocurren estos incidentes”. ¿Perdona? ¿La sociedad? ¿Los otros pasajeros? ¿Las víctimas?… ¿De verdad esta mujer ve como solución ante el acoso sexual que cada una de las miles de víctimas que a diario se enfrentan a esta situación se conviertan en heroínas? Es el Gobierno y las autoridades quienes deben tomar medidas adecuadas, quienes tienen que velar por la seguridad de sus ciudadanos, hombres y mujeres, y quienes deben dejar de promover la justicia privada.

Isabel García

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