Planificación de nuestro tiempo: el miedo al éxito o al fracaso

En una primera entrega de este artículo, ya hablamos de la importancia de saber planificarnos bien nuestra agenda, tanto a nivel personal como profesional. Hoy quiero ahondar en uno de los ‘frenos’ que nos solemos poner las personas a la hora de hacer una planificación eficiente de nuestro tiempo. Hablamos del miedo al éxito o al fracaso.

Miedo al éxito y al fracaso

La gente pospone las cosas debido a algún conflicto o miedo oculto. Una persona puede tener la obligación -o querer- de lograr ciertas metas, sin embargo una multitud de emociones opuestas se cruzan en su camino. Expertos en gestión del tiempo han identificado las ocho razones que se aducen con más frecuencia para posponer las cosas:

  • Cuatro de ellas son internas (miedo al cambio, miedo al fracaso, dejarlo todo para el último momento y tendencia a adquirir demasiados compromisos).
  • Cuatro son externas (tareas desagradables, tareas demasiado complicadas, flujo de tareas difuso y metas difusas).

Teniendo en cuenta esta información, identifica cuáles son las razones por las que dejas para mañana las cosas que podrías hacer hoy. Si es por razones internas, el trabajo que debes emprender se encuentra en tu interior. Si por el contrario se trata de razones externas, tendrás que hacer todo lo posible por moldear el entorno en el que vives y trabajas.

Un ejercicio interesante es hacer una lista de los deberes laborales, las responsabilidades personales y los objetivos a largo plazo que has DESATENDIDO, las tareas a corto plazo, llamadas telefónicas, unas vacaciones, etc.: te sorprenderás de todas las cosas que has dejado de hacer. Y es que nos negamos a ver lo que no nos interesa. En algún momento todos aplazamos algo, de hecho, algunas empresas -como las de paquetería express- basan su estrategia comercial en dicho conocimiento. Sin embargo, si somos capaces de superar esta tendencia tan corriente, habremos dado un paso enorme.

“Si tienes ante ti un día duro, trágate un sapo cuando te levantes y todo irá bien”. Este dicho señala algo esencial: si la tarea que tienes ante sí es desagradable te recomiendo que sea la primera que realices en el día, que se la pases a alguien que pueda disfrutar haciéndola o que elabores una lista de ventajas y desventajas. Si la tarea te sobrepasa, te propongo que la dividas, que encuentres un lugar tranquilo para hacerla y que, una vez la hayas comenzado, no te detengas. Lo concreto e inmediato nos da pistas para saber cómo dividir la tarea y empezar a hacerla. Y si las metas no están claras, lo mejor es volver a enunciarlas de forma explícita de manera que no nos conformaremos con decir «las ventas aumentarán de forma significativa», sino que diremos: «nuestra meta es aumentar las ventas en un 12%».

Ante el hecho de demorar las cosas porque estamos en un bache y tememos al cambio, existen algunos trucos que podrían funcionar bastante bien: cambiar de entorno físico (si cambiamos de habitación cambiaremos nuestro punto de vista) y cambiar rutinas y patrones (por ejemplo, tome una ruta diferente para llegar al trabajo). Si a lo que tememos es al fracaso, debemos tener el coraje y recordar las palabras de Roosevelt: «lo único a lo que hay que temer es al propio temor». Si tendemos a aceptar más compromisos de los que podemos cumplir porque somos incapaces de decir no, porque deseamos caer bien o simplemente porque vivimos intensamente y tenemos intereses muy amplios, debemos ser conscientes de que nadie puede hacer todo lo que desea todo el tiempo y entonces poner limitaciones.

En definitiva, el tiempo nos hace reflexionar sobre nuestra agenda, nuestras prioridades, el estrés, nuestras metas… el tiempo personal es el que nos facilita crecer interiormente, como individuos, y así somos más creativos en nuestra vida familiar y con los amigos y en el trabajo.

Núria Oriol

Profesora de Habilidades y Comunicación en Spain Business School

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