Mujeres libres, hombres feministas

Las mujeres estamos tan acostumbradas a valernos por nosotras mismas y a sacarnos las castañas del fuego que no esperamos que nadie, o mejor dicho ningún hombre, nos venga a salvar. Somos emprendedoras natas, luchadoras infatigables, hacedoras del presente y tejedoras del mañana. Aunque estemos con la lengua fuera y el corazón “partío” no cejamos en el empeño que nos marquemos. Somos nuestras propias, únicas y mejores salvadoras.

Y es que la historia, ese pasar de siglos en el que los hombres nos han hecho pasar de puntillas e incluso nos ha borrado del mapa de la misma, ha sacado de nosotras el tesoro de la resiliencia. Hemos puesto en práctica como decía Simone de Beauvoir, “la difícil gloria de la libre existencia” y lo bordamos.

Puede que vivamos en el siglo XXI pero por desgracia, para nosotras vivimos en el Pleistoceno. ¿Cómo se llama si no a un mundo que día sí y día también vive columpiándose en la desigualdad? ¿Cómo podemos creer que somos los “más mejores” y los más avanzados cuando a la mitad de la población se nos sigue tratando como ciudadanas de segunda?

Nuestro mundo es un mundo de hombres hecho por ellos y para ellos, y ya si acaso, las migajas para nosotras. Es el mundo en el que, como recalca Miguel Lorente (exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad), en el prólogo de mi libro Hombres por la igualdad, impera una clase de hombre que él denomina el “de nacimiento”, que no es otra cosa que el machista de toda la vida. “Aquel que no ha renunciado a su condición ni a sus privilegios adquiridos sobre la injusticia que supone restarle derechos y oportunidades a las mujeres, porque para no ser machista no basta con decirlo: hay que dejar de serlo a través de un proceso activo de renuncia”, destaca este reconocido feminista.

Y es que a Lorente no le falta razón, “esa cultura basada en la desigualdad es el machismo, y quienes la comparten son las personas machistas. Las conductas que luego se observan en la sociedad y que se cuestionan cuando superan una determinada intensidad son solo las consecuencias de estas referencias originales, sin las que no habrían sido posibles, ni habrían tenido una presencia a lo largo de toda la historia”.

Por todo ello, porque las mujeres nos merecemos algo de descanso en tanta lucha y la otra compañía en la consecución de la igualdad, necesitamos a los hombres de verdad. Hombres educados en la coherencia, la justicia y la democracia de sentir y saber que las mujeres tenemos los mismos derechos y oportunidades que ellos. Necesitamos, como bien recalca una gran mujer y feminista como Amparo Rubiales, “hombres que se atrevan a coger la bandera del feminismo y no la quieran soltar”.

Requerimos de hombres que escojan dejen de ser ese “hombre de nacimiento” y se conviertan en el hombre renacido y comprometido con la igualdad. Demandamos la construcción de esta nueva masculinidad con toda la urgencia del mundo. Porque segundo que esta no se logre, el hombre seguirá teniendo todos los privilegios frente a la mujer (y eso incluye el que nos sigan matando, violando, maltratando, dejándonos en casa con la pata quebrada, pagándonos menos, sacándonos del mercado laboral, prostituyéndonos, usándonos como vasijas para el alquiler de nuestros vientres…).

Aunque aún son pocos los hombres feministas, empieza a haberlos. La suya es la voz de la conciencia de quienes no la han tenido ni la tienen. Son hombres que como el reconocido abogado León Fernando del Canto, saben que para hacer posible la igualdad “ha de surgir una masa crítica de hombres muy comprometidos. Hombres que adoptando la corresponsabilidad como modus operandi en la esfera privada ayuden a conseguir la paridad en espacios públicos donde se toman decisiones. Desde la perspectiva de la igualdad de género los hombres somos muy necesarios. Pero si queremos trabajar en ello de verdad, además de lo anterior tenemos que ser muy vigilantes para dejar a un lado tanto nuestro equipamiento de serie, patriarcal por definición, como el equipaje de estereotipos y comportamientos que nos toca desaprender”, remarca.

Ellos, junto a nosotras, han de ser -como bien define Flor de Torres, Fiscal Delegada de Violencia a la Mujer de Andalucía y contra la Discriminación sexual y Fiscal Decana de Málaga- el presagio de una revolución pendiente. “Aquella que está apoyada por hombres que entienden al alma de la mujer libre. Y de los que conciben la igualdad como lo que es: el más hermoso derecho fundamental de las mujeres y por el que luchamos cada día, a cada hora, en cada instante, a cada paso”.

Nuria Coronado

@NuriaCSopena

Autora del libro Hombres por la igualdad

Tags:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Periodismo
Constructivo