Mujer, inmigrante y emprendedora

Resulta complicado hacer un análisis en positivo de la inmigración desde la perspectiva de género, pero no por ello menos necesario. Los medios de comunicación cumplen su papel de ilustrarnos una realidad poco alentadora para las personas migrantes, máxime en unos tiempos tan difíciles y estigmatizados por la crisis. Con o sin crisis, cuando los medios nos hablan de inmigración, y en concreto de inmigración femenina, hacen referencia a violencia, malos tratos, cadenas de prostitución, y en su versión más dócil, nos refieren la necesidad de reagrupamiento familiar, promovida por el varón inmigrante, o a una mano de obra barata para el servicio doméstico, bien avenida para algunas economías familiares del país de acogida. En definitiva, no se hace otra cosa que ajustar los roles y estereotipos, tradicionalmente asignados a las mujeres, con una visión cultural también estereotipada de la inmigración, y especialmente de la mujer inmigrante.
 
La relación de la inmigración femenina y el mundo del trabajo, en su mayoría, es visto desde el prisma de la doble discriminación, la de ser mujer, y la de ser inmigrante. La inserción laboral en España y en Andalucía de las mujeres procedentes de otros lugares sigue haciéndose en precarias condiciones laborales. Pero no por ello debemos olvidar a otras mujeres inmigrantes, aquellas protagonistas de su destino, dueñas de su proyecto laboral; mujeres que son emprendedoras, que están rompiendo con estos estereotipos y prejuicios culturales que tanto mal hace al imaginario popular, y que, en cambio, tanto benefician, con su dinamismo, al enriquecimiento intercultural.
 
Por tanto, cuando hablamos de inmigración ya hay que hacerlo con matices. Mujeres separadas, divorciadas, o simplemente mujeres que buscan autonomía e independencia, que se atreven con un proyecto de autoempleo, con espíritu de iniciativa y capacidad de asumir riesgos. Hay que visibilizar también a estas mujeres inmigrantes, con necesidad de empoderarse, por ser capaces de tomar decisiones, de negociar, organizar y administrar su propio futuro laboral.
 
UGT Andalucía valora el trabajo de todas las mujeres que intentan hacerse paso en la sociedad andaluza, tanto de aquellas que lo hacen bajo la fórmula de percepción de un salario, como de las que con mayor suerte pueden emprender el camino del autoempleo. La igualdad de trato y no discriminación por razón de origen/nacionalidad tiene que ser también el hilo conductor en la integración sociolaboral de la población inmigrante, y el principio de igualdad efectiva de mujeres y hombres tiene que velar especialmente entre aquellos mujeres que muestran mayor grado de vulnerabilidad para hacer factibles sus derechos.
 
La conciliación de la vida laboral, familiar y personal, tan complicada para la población trabajadora en su conjunto, se convierte en un auténtico drama para muchas mujeres inmigrantes con menores a cargo y que no cuentan con redes familiares en su país de acogida. De ahí que el eje de la conciliación sea una asignatura en la que debamos trabajar todos los agentes sociales: administraciones, empresas y sindicatos, para dotar a la sociedad de todos los mecanismos e instrumentos necesarios para hacer compatibles ambos mundos, el de lo público y el privado.
 
La Secretaría de la Mujer de UGT Andalucía cuenta entre sus programas con un Servicio de Defensa Legal gratuito, que presta asesoramiento técnico y jurídico a las trabajadoras víctimas de discriminaciones laborales por razón de sexo.
 
Ana Pérez Luna

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