¿Qué está fallando?

MÓNICA REGUEIRO. PRODUCCIONESOFF

Hay tantos debates abiertos estos días, entre las elecciones madrileñas, el final del estado de alarma y la “docuserie” en boca de todo el mundo, que no sabe una qué frente abierto elegir… pero después de darle un par de vueltas, he decidido descantarme por lo último, porque me parece lo bastante serio y preocupante como para dedicarle estas líneas (y mil más en realidad). Estoy segura que sabéis de lo que hablo, ese “documental” que nos sirven por capítulos, sabiamente fragmentados, estudiando al milímetro las apariciones paralelas en todos los demás programas de la cadena, alimentados por el programa  madre “Rocío, contar la verdad para seguir viva” que sirve al resto de la parrilla para rellenar horas y horas de testimonios de implicados, allegados, familiares, conocidos, ex empleados, ex amigos ex vecinos… todo esto aderezado por debates interminables en los que expertos e inexpertos vierten sus opiniones y embarran todavía más una exclusiva por capítulos disfrazada de falso documental, que está en boca de todos y sobre la que todos (me incluyo) nos sentimos con derecho a opinar. Para mí, lo perverso de todo esto no está en el testimonio de una mujer maltratada y evidentemente enferma, tal y como ella misma ha relatado, testimonio que en absoluto pongo en duda y con el que me solidarizo al 100%, vaya esto por delante. Para mí la perversión está en el mercadeo impune y la mercantilización flagrante de una situación tan terrible, por la que pasan miles de mujeres y de la que Rocío, tristemente, es un ejemplo más. Una víctima, no solo de su maltratador, sino de todo este circo mediático que aún no sabemos qué factura podrá pasarle a todos los implicados. Lo bizarro, es que aquí, hay un solo caballo ganador: la cadena, que se está forrando ejerciendo el más sucio de los juegos con un trampantojo burdo y soez: aparecer como abanderada y defensora de los derechos de las mujeres cuando está haciendo un uso atroz del dolor y el sufrimiento ajeno en su propio beneficio, que no es otro que el económico y de paso, lava un poquito su imagen porque está del lado de los buenos y hasta ejerciendo una labor social. “Si esto sirve para que más mujeres denuncien o sepan que son víctimas, bienvenido”.

Lo siento, pero no. Hemos mordido el anzuelo y no todo vale señores. Esto, por mucho que lo disfracen, sigue siendo mercadear con el dolor y manipular a la audiencia, a la que se le va sirviendo el elefante a trocitos, elefante que acabará devorado (y ojalá me equivoque) por los que ahora lo defienden.

Vuelvo a decir, para mí el debate no está en absoluto en si el testimonio es verídico o no, porque es algo que no pongo en duda y doy por hecho que es real. Por supuesto, tiene todo mi apoyo como mujer y ciudadana (las herramientas que la justicia y el sistema pone a disposición de las mujeres que denuncian, merecen debate a parte también). El debate está en la utilización de estos hechos para otros fines que no son la denuncia de los mismos. ¿Qué está fallando en nuestro sistema y en qué estamos fallando como sociedad para haber llegado hasta aquí? ¿Para que una mujer llegue hasta aquí? Quizá es eso lo que nos deberíamos preguntar…

Mónica Regueiro

Actriz y productora Fundadora de ProduccionesOff

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