Mariana Pineda, heroína granadina, victima de sus convicciones y de su honradez

Mariana-PinedaEn una obra dedicada a la actriz Margarita Xirgú, y titulada «Romance popular en tres estampas», Federico García Lorca, ensalza la figura de la heroína granadina, Mariana Pineda, victima de sus convicciones y de su honradez. En el Prólogo teatral de esta obra, unas niñas cantan el romance popular: «¡Oh! Qué día tan triste en Granada, / que a las piedras hacía llorar / al ver que Marianita se muere/ en cadalso por no declarar», que concluía con un «como lirio cortaron el lirio, / como rosa cortaron la flor, / como lirio cortaron el lirio, / más hermosa su alma quedó». Así quedaba fijada en la tradición popular, en el sentir del pueblo, la figura de esta mujer liberal, que una mañana de primavera de 1831, recibe en los Campos del Triunfo, garrote vil, en un acto más de aquel dramático y sucio período de la historia española, en el que nos tocó soportar a un rey infame, que tan flaco favor le hizo a nuestro país: Fernando VII. Aquel que suspendió la Constitución de Cádiz y declaró ilegales «nulos y de ningún valor» todos los actos del gobierno, así como de las normas que se dieron en el Trienio Liberal. Fue el protagonista principal de la que ha pasado a la historia como la Década ominosa.

Mariana Pineda estaba en la lucha, sabía lo que se jugaba y apoyaba la causa liberal. Terminó siendo detenida. Se negó a delatar a los suyos, y esto le costó la vida. «Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimo para arrostrar el trance final. Prefiero sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirme de oprobio delatando a persona viviente».
La historia cultivaba gérmenes democráticos y de libertad, que los realistas, con Fernando VII querían ahogar, implantando un absolutismo que tanto lastre dejó en nuestro devenir histórico y social, y que tantas vidas costó en las filas liberales, que      querían para España un presente y un futuro más esperanzador y más justo. Mariana estaba convencida de que «el recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo». Porque fue precisamente una bandera, la prueba que forzó la condena.
La represión contra los liberales fue muy dura. Después del alzamiento del ejército en Andalucía contra el Rey, se cobró muchas víctimas. Mariana siguió la lucha que era el sentir de muchos. Aquella mujer de 27 años, rubia, de piel blanca y ojos azules, había recibido el encargo, en una conspiración fraguada en Gibraltar, de bordar una bandera con el lema Libertad, Igualdad y Ley. Compró tafetán morado, y cosió en el centro un triángulo verde, encargando a una criada el bordado de la misma. La bandera fue la prueba de su participación en la conspiración. Se suceden una serie de hechos, combinados y manipulados debidamente por la policía política del régimen, que la conducen a la condena. Su ejecución no sólo pretendía castigar a los liberales, sino castigar también la participación de una mujer en la vida política y social en la convulsa España del siglo XIX. Se convierte así en un emblema para los liberales, pero en la conciencia popular, también significará un adalid de la lucha por las libertades y por la participación de la mujer en la vida pública.
Mariana Pineda, una mujer andaluza, luchadora y comprometida con la causa de la libertad, bordó con su muerte la «bandera de la libertad», como dice el romance. Vivió sólo 27 años intensos, pero permanece viva en la historia de un pueblo, aún después de 176 años de su ejecución. Su entrega sigue siendo un símbolo para esta tierra.

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