Una puerta hacia una nueva estructural social

Es innegable que el papel de la mujer en puestos directivos ha ido evolucionando en los últimos años y aunque, paso a paso, ha empezado a conseguir presencia en las distintas profesiones, aún queda mucho por hacer. Por eso, lo ocurrido el pasado 8 de marzo ha marcado un hito en nuestra historia. Madrid se colapsó durante horas congregando a más 600.000 mujeres y hombres reivindicando la igualdad de género.

Está claro que es necesario seguir trabajando en reducir la segregación vertical que existe en las empresas, empezando por el ámbito directivo. La baja participación de las mujeres en puestos directivos se debe todavía a la dificultad para conciliar la vida personal frente a la laboral, a la existencia de sistemas de promoción no objetivos y sesgados, y a la falta de diversidad en puestos de decisión.

Sin duda alguna, es una tarea difícil, ya que hay que superar muchas barreras y no solo las culturales. No obstante, es un objetivo que podemos conseguir modernizando, para empezar, las piezas de una estructura social caduca. A modo de ejemplo, compartir el papel «cuidador», atribuido hasta ahora a las mujeres, facilitaría que las mujeres pudieran avanzar en su carrera profesional y no sentirse obligadas a hacer pausas para conciliar, tomar trabajos con menor responsabilidad, etc.

En las empresas debemos apostar y, en algunas como Babbel ya apostamos, seriamente por la diversidad, ya que así abriremos las puertas a diferentes puntos de vista y opiniones que enriquecen el día a día y favorecen los resultados finales de una empresa.

Y solo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor y ver cómo actúan otros países, como nuestros vecinos europeos, en temas de igualdad. Un hecho que muchas veces no encontramos en España y que supone que la fuga de cerebros sea cada vez más habitual con jóvenes que migran para mejorar sus carreras profesionales en el extranjero, en empresas jóvenes y socialmente conscientes respecto a la conciliación de la vida laboral y familiar.

Un ejemplo de esto puedo encontrarlo cada día en Babbel, la empresa donde trabajo actualmente, donde la diversidad de género y el papel de la mujer en puestos directivos es una de sus grandes apuestas. Babbel lucha activamente por la igualdad de género: de los 500 empleados de Babbel, más de la mitad son mujeres, incluyendo más del 50% de las posiciones de liderazgo. En enero de este año llegué aquí atraída por un equipo internacional y, desde el primer momento, me sentí cómoda como mujer porque siempre me han transmitido su interés por la diversidad, sus esfuerzos y labor para reclutar mujeres ingenieras y me explicaron las posibilidades para conciliar la vida profesional y personal, como por ejemplo, hacer home office, family room o tener flexibilidad horaria.

Y no es algo que se queda en palabras, sino que es una realidad. Y así lo demuestran patrocinando o dando voz a eventos tan importantes como Women in Tech Makers o Grace Hopper.

No obstante, y a pesar de que las empresas actualmente juegan un papel clave en llevar este cambio a cabo, adicionalmente, es obligación del gobierno y de cada uno de nosotros de manera individual, el fomentar y perseguir la educación en igualdad y terminar con los estereotipos, desde edades muy tempranas (guarderías, colegios…). Debemos empezar por dejar de considerar tareas o profesiones como «femeninas» o «masculinas» sin motivo justificado.

María Robledo Mahamud

Directora Ingeniería en Babbel

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