Los propósitos

‘Año Nuevo, Vida Nueva’. ¿Cuántas veces escuchamos o decimos esta expresión? Serán incontables. Nos planteamos propósitos nuevos de manera continuada, esperamos el inicio de un momento clave para nosotros, un momento que psicológicamente nos anime a tomar la iniciativa para empezar un nuevo reto.

FOTO-SECUNDARIAb-1024x768-439x329-2-1 (1)Esta situación se reproduce en innumerables ocasiones. Intentamos demorar aquello que nos cuesta por miedo, incertidumbre o inseguridad y empezarlo en otro momento en el que creemos estar más preparados: una dieta, hacer deporte, estudiar un idioma, iniciar un programa… es decir, todos aquellos propósitos que suponen “emprender “ y liderar el inicio de un proyecto que nos satisfaga personalmente.

Vamos a profundizar en como tomar la iniciativa de aquello que nos lleva a una meta deseada. El primer paso es definir claramente los objetivos, que deben ser realistas, a corto plazo y deben clarificar el por qué queremos emprender nuestro camino. Objetivos descritos en conductas potencialmente realizables.

Seguidamente es necesario temporalizar actividades que nos guíen en una misma línea para finalizar en nuestra meta completando el reto propuesto. Una planificación realista que nos asegure el éxito en cada pequeño paso o nos ayude a ver el error para rectificarlo.

Cada parada debe ser un momento de ánimo para la siguiente y finalizaremos en la cúspide de la montaña donde tendremos la oportunidad de mirar hacia abajo y ver el camino recorrido. Además de reflexionar sobre la consecución del objetivo, analizar nuestro éxito y felicitarnos por ello o, por el contrario, el fracaso, que permitirá valorar su resolución. No olvidemos que el éxito y el fracaso forman parte del aprendizaje.

Además, deberemos finalizar en la meta analizando lo conseguido, es el paso final al proyecto iniciado. Es importante mostrar expectativas positivas sin tener miedo a iniciar aquello que nos proponemos para poder liderar el proyecto emprendido. Buscar el momento adecuado es una necesidad, pero no debemos acomodarnos en ello esperando siempre el ideal, pues la idealidad será nuestra y tan solo nosotros podremos asegurarla.

Las expectativas que tenemos son aquellas motivaciones que nos guían en el desarrollo y en la consecución final del plan iniciado. Si son positivas, animarán a creer nuestra idea, moldeando nuestra conducta con actitudes de optimismo y con la creencia de que conseguiremos finalizarlas. Por el contrario, cuando son negativas fomentarán actitudes de duda que potenciarán las dificultades para el avance. Todos conocemos el ‘Efecto Pygmalion’, moldeamos nuestra conducta en función de las expectativas que los demás y uno mismo tengan de nosotros. Por todo ello, los propósitos deben hacerse realidad, creyendo en nuestras aptitudes, con buena actitud para así conseguir la meta deseada.

María Cristina Hernández
Psychologist of Secondary and High School
Brains International School

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