Adiós a los carritos rebosantes de antojos

Manuel BellidoHace algunos años se salía del supermercado con el carro lleno, rebosante. La crisis que no ha dejado bolsillo indiferente,  está revolucionando el consumo de los españoles  también a la hora de llenar la cesta de la compra.  Antes, la compra de los sábados en el supermercado era un momento apoteósico, el carro se iba llenando de cosas necesarias, de antojos y de cosas innecesarias, “por si…”. El momento de la compra era una especie de rito gratificante que dejaba al libre albedrío nuestros impulsos de consumo.

Coger caprichosamente de las estanterías ciertos productos era una especie de acto transgresivo y a la vez consolatorio que hacía que el carrito se fuera llenando casi inadvertidamente y descuidadamente, como si no fuera un acto dirigido por la voluntad.  Hoy ya no es así, para muchas personas ha cambiado el modo de comprar en el supermercado. La mayor parte de las personas, sobre todo aquellas  a los que la crisis ha modificado la cuantía de sus recursos económicos  antes de acercarse al supermercado piensan, planifican, deciden cuánto gastar y en qué gastarlo. Se opta por productos que duren más, por marcas blancas, carnes más baratas, pocos dulces y chucherías,  vinos menos caros, nada de caprichos… Los españoles y muchos europeos del sur se han asustado por la situación económica,  incluso aquellos que no han visto variadas sus condiciones de vida. Usanzas, gustos, costumbres y hábitos han cambiado y se está imponiendo un nuevo estilo de vida. La compra ha pasado de ser una un momento placentero, divertido y despreocupado a una actividad razonada. Se buscan ofertas, se comparan precios, se mira mucho más el etiquetado, se consulta internet y hasta se cambia de supermercado. Sobre todo son las clases medias las que están protagonizando estos cambios.

Las clases más necesitadas y con menos recursos siempre han tenido en cuenta el precio, el presupuesto asignado a la compra semanal y los lugares donde los productos eran más baratos.  Esa franja social sigue manteniendo los mismos hábitos de consumo. La clase social más alta, con buen poder adquisitivo, ha frenado algo el consumo no razonado, no por los recursos que hayan disminuido sino por el clima de desconfianza e inseguridad que se ha extendido en la sociedad.  Han pisado el freno esperando para ver cómo se  irá comportando la economía.

Hay algún Instituto sociológico que ha dicho recientemente que no ha descendido exageradamente el volumen de compras en los supermercados y que el descenso ha sido moderado, sin embargo, el cambio ha sido en la actitud: se compra más sensatamente.  Se busca el  precio justo, que no es necesariamente el más bajo, sino aquel que ofrece una aceptable relación entre la calidad y el coste. Se busca el producto necesario. Se miran con más detenimiento las ofertas, incluso se compran productos que antes pasaban inobservados o no formaban parte de la dieta. La crisis ha incorporado a nuestras vidas algunas actitudes interesantes. En cuestiones de consumo ha desarrollado el ingenio y ha incrementado la prudencia.

Manuel Bellido
bellido@mujeremprendedora.net
http://manuelbellido.com
@mbellido

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