Insomnios

Las noches de insomnio no son, en general, agradables. Noches en las que no paras de darle vueltas a un asunto que no te deja descansar, noches en las que estás tan nervioso que te mueves de un lado a otro de la cama buscando una postura buena que nunca llega, noches en las que hace demasiado calor o demasiado ruido o simplemente estás en una cama que no es la tuya y a la que no estás acostumbrado. Así podría seguir indefinidamente, nombrando situaciones en las que algo tan agradable y reparador como es dormir se vuelve una auténtica pesadilla.
 
Sin embargo, hay otras noches en las que el insomnio no es algo perturbador, si no algo que aceptas inevitablemente por las circunstancias en las que estás, y hasta disfrutas de él. A mí eso me ocurre cuando algo está a punto de empezar o de acabarse, el inicio y el final de una etapa, de un proyecto, de un momento importante de mi vida. A mí los cambios me dejan momentáneamente sin sueño.
 
Cuando algo está a punto de empezar estás ilusionada, como los inicios de curso en septiembre cuando eras pequeña o el día de antes de Navidad. No paras de pensar en cómo será lo que te espera, las cosas buenas de las que disfrutarás y los nuevos problemas que tendrás que afrontar.
Y cuando notas que algo se está acabando tienes una mezcla de pena y nostalgia por lo que ha pasado y sabes que no va a volver y, un cierto sentido, de incertidumbre por el futuro. Al fin y al cabo, comienzo y fin no son más que caras de la misma moneda, no pueden existir la una sin la otra, para que algo empiece, otra cosa tiene que acabar.
 
En esos momentos es bonito recrearse en todas esas sensaciones y si ello implica quedarte despierta, pues merece la pena. Porque en todos los largos caminos hay momentos de pausa. Los necesitamos para recapitular, poner en orden nuestros recuerdos y sentimientos, tomar una bocanada de aire y volver a zambullirnos en la vida que nos espera por delante.
 
Afortunadamente esto no pasa muy a menudo. Uno no puede ir todos los días con unas ojeras hasta el cuello y el resto del tiempo es importante descansar bien para enfrentarse a la continuidad de la rutina, del día a día.
 
A mí, en esta noche en la que me siento en un gran momento de cambio de mi vida, me ha dado por reflexionar sobre toda la gente que ahora mismo duerme en el silencio y la oscuridad de la noche. Sobre todo, pienso en personas que tienen vidas mucho más problemáticas que la mía. ¿Cómo dormirá un presidente del Gobierno que ve cómo su mandato se está acabando, o un gran empresario que se enfrenta a un proceso judicial? ¿Cómo dormirán todas esas personas que tienen que tomar decisiones importantes que afectan a tantas otras y que son los más conscientes de los rápidos e imprevisibles cambios que está sufriendo el mundo en el que vivimos? ¿Intentarán ignorar todo ello para preservar su sueño o no tendrán más remedio que reflexionar, como yo, en cuál es el mejor camino a seguir?
 
Yo, desde luego, me siento feliz por no estar en su pellejo.
 
Gloria Bellido

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