Inmersión lingüística

Gloria BellidoGloria Bellido

Hace un par de semanas tuve la magnífica oportunidad de compartir una bonita experiencia con personas de toda España. Nos encontrábamos todos en Santander con el objetivo de mejorar nuestro inglés en una semana intensiva, hablando unas ocho horas diarias solo en esa lengua.
 
Cuando por fin podíamos descansar y nuestra mente se tomaba un respiro volviendo al castellano, el tema del inglés volvía inevitablemente a nuestras conversaciones con las nuevas palabras que habíamos aprendido, los acentos extraños de nuestros profesores que eran de casi todas las partes del mundo, la pronunciación de ciertos sonidos, etc. En una semana todos parecíamos lingüistas amateurs.
 
Y pronto del inglés pasábamos al castellano. Cada uno de nosotros era de diferentes lugares de España: Andalucía, Extremadura, Madrid, Cataluña, Valencia y se convirtió en una tarea realmente divertida aprender también las diferentes expresiones que en cada una de esas regiones se utilizan para decir las mismas cosas.
Creo que todos somos conscientes de la gran riqueza lingüística que tiene España. En ella conviven muchísimos acentos, dialectos e idiomas, pero es mucho más interesante cuando, en lugar del limitarte a saberlo, te pasas un tiempo descubriéndolo de primera mano.
 
Me gusta pensar que, además de mejorar enormemente mi fluidez en inglés, también he aprendido algo de catalán, de valenciano, de gallego y de euskera, que he descubierto expresiones típicas asturianas o dichos madrileños y que todos los demás también han aprendido a valorar el andaluz como una variedad lingüística más y no como una forma mal hablada del castellano.
 
Y que todo esto ha servido, no solo para darnos una visión más amplia y profunda de nuestra riqueza lingüística, sino para acercarnos a todos y convertirnos en buenos amigos.
 
Al final del curso, uno de los profesores de inglés, nativo de Sudáfrica, me dijo que seguía teniendo mis fallos a la hora de hablar inglés, pero que sin duda había alcanzado el objetivo que nos ofrece conocer una nueva lengua, entender a los demás y hacernos entender siempre de la mejor manera, es decir, la comunicación.  Porque los diferentes idiomas no deberían tener intereses económicos ni políticos sino solo un único interés, la interacción humana. Por eso debemos intentar salvar las diferentes lenguas que hablamos todos, son nuestra forma de expresión y de comunicación. Pero tampoco deberíamos dejar que vayan en contra de su objetivo y acaben por separarnos más de lo que ya estamos.
 
Gloria Bellido

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